Una gran manzana roja recibe a los visitantes a la exposición Feminista tenías que ser, comisariada por la popular periodista Natza Farré en el Palau Robert. El símbolo del pecado de Eva es la primera de las atractivas instalaciones con las cuales, de una manera muy próxima a su universo visual, los jóvenes que disfrutarán instagrameando los diversos espacios de la muestra pueden descubrir que a pesar de las promesas de igualdad con las cuales han sido educados, las cifras siguen confirmando las desigualdades. Por ejemplo: La brecha salarial entre los hombres y las mujeres en Catalunya es del 23%, según datos del Observatorio de la Igualdad de Género y según el Foro Económico Mundial, faltan 257 años para llegar a la igualdad salarial por todo el mundo. Tranquilos, en Catalunya se estima que llegaremos el año 2091, justo cuando –con suerte– se hayan acabado de jubilar los niños y niñas que acaban de nacer. Sólo el 35,4% de los cargos de dirección empresarial son mujeres y, al fin y al cabo, provoca que la falta de políticas de conciliación familiar haya hecho disminuir la natalidad al 1'3 hijos por mujer.
Sí que hay para tanto
¡"No hay para tanto"! avisa un letrero luminoso, poniendo de manifiesto lo que algunos creen ante las reivindicaciones de un nuevo movimiento feminista, muy joven y comprometido, de que ha reavivado viejos lemas y viejas proclamas. Feminista tenías que ser refleja con varios objetos la situación de discriminación sistemática de más de la mitad de la población mundial, un peso pesado que tienen que soportar cada día. ¿La propuesta expositiva de Farré quiere poner de manifiesto como el machismo envuelve y condiciona la sociedad, con frases tan habituales como "Que tienes la regla"?, "Se te pasará el arroz" o aquel "ayudo mucho en casa" que todos hemos oído alguna vez. Como asegura la exposición, el machismo está tan arraigado que a menudo pasa desapercibido, aunque está bien presente desde la infancia, en los juegos infantiles nada inocentes con los cuales siguen educándose los niños y niñas de hoy.
Por no hablar de otras situaciones quizás todavía más escandalosas: El acoso sexual y la violencia como hecho habitual. Según datos de Feminicidio.cat, 11 mujeres han muerto en Catalunya en actos violentos protagonizados por hombres. Más allá de casos que estremecen, como la violación múltiple de la Olleria, en el País Valencià, casi la mitad de las agresiones y abusos sexuales se producen dentro de casa o en espacios seguros, y un 64% de los casos, el agresor es alguien próximo a la víctima. Como el feminismo tiene claro que todo aquello que es personal es político, la exposición muestra varias intervenciones machistas de políticos como Cayetana Álvarez de Toledo o el exministro de Agricultura Miguel Arias Cañete. En este espacio, hay que decir que la mayoría de voces corresponden a políticos españoles del Partido Popular. Se echan de menos ejemplos más próximos que, como sabemos, también existen y habrían demostrado que el machismo y la cultura del abuso es más extendida ideológicamente de lo que nos pensamos a priori.
Una muestra del feminismo millennial
Como buena muestra hija de su tiempo y de su entorno, la exposición dedica un espacio a contrarrestar las mentiras del machismo –especialmente aquel chapucero y facha que tilda de "feminazi" a la mujer que reivindica sus derechos–, al Me too –con un espacio dedicado a los testigos recogidos a Twitter- y a la oleada feminista que ha convertido en una fecha imprescindible cada 8 de marzo. Especialmente entre las más jóvenes. En este sentido, los mensajes de las visitantes recogidos y separados por edades muestran una mayoría abrumadora de visitantes de la generación milennial, a la cual parece enfocarse toda la propuesta expositiva. En este sentido y mirando hacia el futuro, la exposición quiere dar, a pesar de todo, un mensaje optimista y resaltar como datos y noticias concretas permiten tener confianza en un cambio progresivo en la situación de las mujeres. Serán las visitantes de hoy, las que quizás reventarán de indignación y lucharán por evitar cualquier retroceso.