Clara Peya es de aquellas personas que hablan y tienes ganas de escuchar horas y horas. Si, además, te habla de su nuevo trabajo con la ilusión y el empuje que provoca hacer salir a la luz un disco trabajado y pensado, todavía más. Peya no es alguien nuevo dentro del paradigma musical catalán, y que haya lanzado el 13.º disco lo demuestra. Un 13.º disco con 13 canciones y 13 artistas colaboradores diferentes. Que este número no pare de salir y, encima, también esté escrito en la piel de la pianista, no es casualidad: "El 13 es imperfecto, porque es supersticioso y todo el mundo huye de él". Su nuevo trabajo, Corsé, trata la violencia de la perfección y es, por lo tanto, una defensa radical a la imperfección. Esta está viva porque está en movimiento constante, es vital. Todo lo contrario que la perfección, que es muerte porque es estática. Cuando le preguntan "¿de qué va esta canción?" no es que no lo quiera compartir, sino que "no quiero condicionar a las personas; quiero que tengan su propio viaje y que puedan extraer de aquello lo que necesiten". Corsé es un viaje, sí, y han colaborado en él artistas como Sílvia Pérez Cruz, Ferran Palau, Marina Herlop o Albert Pla.

Entrevista Clara Peya, cantante y pianista02 Carlos Baglietto (1)
Foto: Carlos Baglietto

¿De dónde te vino la necesidad de hablar de la violencia de la perfección?
El hecho de que siempre estemos frustradas por no cumplir con las expectativas, que nos cueste envejecer, que siempre estemos pendientes de cómo nos ven las otras personas, todo eso me hizo ver que hay un canon de lo que se espera de una persona: estático, inmóvil y violento, que hace que tanto el sistema como nosotras impartamos violencia sobre nosotras mismas. La imperfección, en cambio, está en movimiento constante, tiene que mutar, no está cómoda. Desea alguna cosa y este movimiento la mantiene en vida. Perfección es muerte, imperfección es vida. Por lo tanto, las personas estamos vivas, somos imperfectas y es fantástico serlo. Es darle la vuelta, es una oda y una defensa absoluta a la imperfección.

Llevas una larga carrera musical a la espalda; ¿cómo vives esta evolución hasta Corsé?
Yo no creo en nada que sea estático. Yo creo que la vida es puro movimiento y nos vamos moviendo todo el rato, mi evolución tiene que ver con cómo voy evolucionando a nivel personal y entonces no te puedo decir qué pasará porque no sé cómo me moveré ni cómo se moverá el mundo. Lo que sí sé es que me moveré, porque yo no quiero quedarme quieta, creo en el movimiento.

Tanto el sistema como nosotras impartimos violencia sobre nosotras mismas

¿Este movimiento es de concepción, de mensaje, y también musicalmente?
Claro, evidentemente yo soy quien soy con la esencia que tengo, pero eso se irá moviendo todo el rato, porque si yo me muevo, se mueve todo y espero evolucionar. Es imposible que haga una música igual dependiendo del tema, o si estoy contenta o triste. Esto es muy básico, pero es así. En Corsé utilizo un lenguaje más violento, pero la música es más tranquila, más melódica y madura. Este contraste también es el reflejo de cómo me siento yo hacia todo eso, la vulnerabilidad y el enfado que me genera ver que no puedo hacer nada ante el automaltrato, y como somos una sociedad que solo quiere producir y ser la perfecta imagen de lo que se espera de nosotros, en vez de pensar en cosas interesantes.

Y el corsé es la pura imagen del estancamiento, ¿no?
Exacto. Y la inmovilidad. Por lo tanto, de la muerte.

¿Y la imagen del corsé cómo llegó?
No sé decir cuándo vino y cómo se ordenó, pero fue muy claro. El corsé es un elemento muy visual, es bonito y opresor al mismo tiempo. Tiene una doble cara que es con lo que juega esta sociedad de Mr. Wonderful. Claro que podemos ser felices, pero tienes que pasar por el dolor. Por eso hablo del movimiento, porque hay ciertos mandatos que son estáticos, que se piensan que han encontrado la perfección y no se trata de encontrar, se trata de buscar.

¿A quién va dirigida tu música?
Siempre hay un punto medicinal en la música y el arte en mi camino, me afecta y va dirigido a mí. Igualmente, sin embargo, no creo demasiado en la autoría: la música pasa por mí para convertirse en una cosa que te tienes que hacer tuya, qué es lo que a ti te resuena de eso y de qué manera crees que te afecta, tu propia vivencia y conexión. Yo escribo de una forma lo bastante poética como para que se abran los significados. Me gusta, sin embargo, enmarcarlo en un lugar porque quiero que la música sea conceptual y escénica, dramatúrgicamente en todos los sentidos.

¿Cómo has pensado el orden del disco?
Para mí es importante como empieza y como acaba. No es que no sea importante lo que pasa, ni mucho menos, tiene más que ver con alguna cosa más intuitiva, de los tempos, los ritmos, las tonalidades o el tipo de tono de voz. Abre el disco Sota les dents, que es la parte más naif o más directa que habla: "meu cos contra mi, el meu cos contra l'ocell", donde el pájaro es la libertad. Y cierra Nana para mí, que habla del suicidio y de cómo es una opción, y una opción abrazable dentro de esta vida, donde también intento hacer entender que si hubiera más ternura en este mundo, entonces sería un un lugar mucho más bonito donde quedarse. Y eso también depende un poco de todas.

Entonces hablas de violencia contraponiéndolo a la ternura.
La ternura es la revolución más fuerte que existe.