Un actor napolitano afincado en el Maresme, Enrico Ianniello, y la actriz, y directora, Clara Segura son, bajo la dirección de Oriol Broggi, los protagonistas de Filumena Marturano de Eduardo De Filippo, en cartelera en la Perla29 hasta el próximo 21 de enero.
La obra del autor napolitano por excelencia se ha representado en Catalunya con mucha constancia. Sergi Belbel dirigió Dissabte, diumenge i dilluns, mientras que Lluís Homar hizo lo mismo con El art de la comèdia; las dos en la Sala Gran del Teatre Nacional. No han sido las únicas producciones del dramaturgo italiano que se han podido ver en nuestro país. En la misma Perla29, el año 2010 llevaron a escena Questi Fantasmi, y Lluís Pasqual dirigió una adaptación a partir de La gran màgia.
En Filumena Marturano Di Filippo lleva al espectador a desconfiar constantemente de los personajes. Como dice Enrico, Eduardo capta la esencia del napolitano: afirmar una cosa, y en la misma oración, la niega. La contradicción permanente. Nos encontramos con la dupla protagonista para hablar de una obra que no deja de ser un reflejo de la sociedad actual.
¿Clara en qué momento te coge hacer este personaje de Filumena Marturano?
Clara Segura: Ha sido una búsqueda muy bonita. Los ensayos con Oriol Broggi han ido muy bien. Enrico también nos ha dado un termómetro muy claro. En la función, de la misma manera que recibes una réplica, tú envías de retorno tu parte de otra manera. Es como el el tenis.
Clara ha hecho una Filumena que con un juego de palabras defino como: clara y segura
Enrico Ianniello: Este triple lenguaje: napolitano, castellano, catalán ayuda al espectador a entender la complejidad de registros. Clara ha hecho una Filumena que con un juego de palabras defino como: clara y segura. Es una Filumena que sabe dónde quiere ir desde el primer momento y dónde quiere llegar, y llega pasando todas las emociones, pero con una gran claridad.
¿Y a ti, Enrico, en qué momento te coge al personaje de Domenico?
EI: Para mí hacer un Domenico Soriano moderno quiere decir hacer un Domenico Soriano muy neurótico. Son decisiones estéticas, sobre todo al principio, porque su vida estaba hecha de nada, de nada. Sus seguridades, las ha perdido. Y una de sus mayores seguridades se llamaba Filumena Marturano. Y él no quería admitir eso, pero es así. Y lo mismo con su juventud. Es un poco el complejo de Peter Pan, lo que tiene Domenico.
Somos una sociedad que está perdida. Hemos perdido las creencias
Eduardo De Filippo es uno de los autores más representados después de la dictadura fascista italiana.
EI: Y tiene que ver con la manera de hacer de Eduardo. Hoy día los colores de Eduardo son más fuertes. Más encendidos y más intensos. Los personajes son más neuróticos. La crispación que había en el contexto de Eduardo, no perdía la ironía napolitana, en el sentido folclórico de la palabra, de pasárselo bien. Eso me pasó cuando hice Dissabte diumenge dilluns con dirección de Toni Servillo. Los colores son más encendidos. La rabia es más fuerte, es como un hombre contemporáneo perdido. Y delante de eso, reacciona muy mal.
CS: Es que claramente somos una sociedad que está muy perdida emocionalmente. Vas por la calle y si alguien se te cruza con el coche, te insulta. Todo está muy a flor de piel, porque hemos perdido las creencias. Antes tenías en el doctor de cabecera tu dios particular. Y lo mismo con tu cura del barrio. Todo eso ahora ha cambiado muchísimo, más todavía con la llegada de los nuevos dioses tecnológicos. La sociedad actual está muy encendida, y esta sensación se adapta muy bien a la Filumena.
De Filippo modificaba y reescribía constantemente sus obras, quizás por eso los espectáculos transmiten esta sensación de estar vivos.
CS: La obra está absolutamente viva. No había hecho obras tan vivas como esta. La reposición que estamos haciendo ahora, la noto y la disfruto más, porque ya sabemos dónde estamos todos. Y creo eso lo percibo el espectador. Por eso disfruta tanto.
EI: Este no es un teatro lírico. Puedes cambiarlo todo. Lo más importante es que lo que pasa tiene que estar vivo. Hacer esta obra es como jugar la Copa Davis de tenis: a ver hacia dónde tirará tu contrincante y a ver quién hace el punto.
CS: Ayuda mucho lo que ha hecho Oriol [Broggi], el maestro escenògrafo. Cuando llegas a la sala ya percibes el olor de café y eso ya te transporta a otro lugar.
¿Clara, después del éxito de La trena, quieres seguir dirigiendo?
CS: Es una cosa curiosa. Hasta ahora me sentía que era joven y ahora siento que soy joven, pero al mismo tiempo me estoy haciendo mayor a nivel profesional. Estoy en mi mejor momento, en todos los aspectos. Me hace mucha ilusión ver cómo compañeros que admiro con los que he trabajado, ya sean actrices o actores, directores o directoras, ahora están en lugares de responsabilidad. Es un momento muy interesante, porque hace nada decían que los 50 eran los antiguos de 40, pero ahora ya son los antiguos 30. De aquí nada, los 50 serán los antiguos 10.
No me he planteado dedicarme a la dirección porque no quiero dejar de actuar
¿Pero seguirás haciendo de actriz?
CS: Es muy bestia eso de levantarte por la mañana y hacer funciones de noche, pero es una cosa muy bonita.
EI: Yo creo que a Clara le está pasando como a Eduardo, que era un capo-comico. Es la figura italiana que no sé si se puede traducir aquí: el actor que hace de director de la obra. El director que está sentado y dice que uno entra por aquí y otro por allí. Como el primer violín de una orquesta. Clara es la Pep Guardiola del teatro catalán.
Pere Arquillué dijo que cuando dio el salto de ser un actor reconocido a la dirección, los programadores ya no lo llamaban. ¿Te da miedo que te pase esto mismo, Clara?
CS: Ostras, no me lo he planteado, la verdad. Sí que me planteé pocos días antes de estrenar La trena que asumiendo toda la responsabilidad se me culparía de todo. Si eres la capitana eres la última que tiene que saltar del barco antes que se hunda. De golpe sí que pensé: "¡Cómo te expones y qué miedo!", porque me podían repasar viva. Pero no me lo he planteado, porque supongo que no quiero dejar de actuar.