Clàudia Pagès Rabal (1990) es artista visual y acaba de publicar su primera novela de ficción, Més de dues aigües. Libros, ya había escrito. Como Her hair (2020) publicado por la editorial Onomatopee, obra vinculada a una de sus múltiples exposiciones. Nos hemos encontrado en La Setmana del Llibre en Català. Lo primero que le he pedido es si el libro tiene nada que ver con Aigües encantades de Joan Puig y Ferretero: el principal conflicto del libro es la tensión política por el agua. Eso se mezcla con la plasticidad con la cual describe el paisaje y los personajes. Pagès dice que en toda creación artística primero está la palabra, también en el arte visual, y afirma que está rodeada siempre de libros.

Més de dues aigües puede remitir a muchas cosas.
En la portada hay un acuífero, y en la novela hay una balsa vacía: el agua se acumula entre la pizarra en lugares entre lo visible y lo no visible.

El estilo de la novela es singular.
He escrito capítulos muy plásticos. Hay figuras del lenguaje. Incluso hay mucha percepción de detrás de los ojos, que digo yo. En la preconcepción de la vista. Pero para hacer una novela me hacía falta un eje narrativo. Y por eso hacían falta unas pintadas contra el alcalde, la paliza, que hubiera un muro... Había que ir colocando verbos con respecto a la imagen y así he construido un baile en el lenguaje. Como artista visual, para las performances el texto es primordial pero con el objetivo de ser recitado. Y lo más importante aquí era no convertirlo en objeto. Es decir, no materializarlo ni encarnarlo.

Clàudia Pagès debuta en la novela con Més de dues aigües / Foto: Carlos Baglietto

Como artista visual, para las performances el texto es primordial pero con el objetivo de recitarse. Y lo más importante aquí era no convertirlo en objeto. Es decir, no materializarlo ni encarnarlo

Hay varias voces.
La voz de la protagonista me daba muchas posibilidades. Todo le caía encima. En un momento quise romper esta voz, y paro la novela con una voz, una de las chicas del Carme, que narra el abuso central y muy gris. Crea otra subjetividad. A partir de aquí, quise dar voz a personajes que aparecían en la narración. "Tenemos que estar en el buen lado de la historia", es una frase asfixiante que me parece muy interesante para destruirla. Por qué la derecha también se la hace suya. Es decir, políticamente, quería defender la individualidad de los individuos.

¿Y cómo es que has dado el salto a la novela? ¿Si ya te lo permitía hacerlo el arte visual?
Yo he escrito relatos cortos y los he imprimido y los he puesto dentro de libros, en mis exposiciones. Los catálogos de las exposiciones son siempre relatos. Hasta ahora todo parecía una dicotomía, escribía pero para un cierto público en el cual había demasiada teoría y pensamiento. Me quería deshacer de todo aquello y jugar con la ficción. No me hacía falta una pieza visual, quería que el libro tuviera autonomía.

Hay alguna cosa más en el conflicto político con el agua.
Yo soy de Capellades y eso lo he vivido. Una balsa que se quería llenar artificialmente. De eso hace muchos años, pero lo tomo como lugar de conflicto. Me parece una cosa muy actual. Y creo que es un arma de guerra, el agua. Lo primero que hacen en Gaza es destrozar todos los acuíferos, y hace años que sigo la escalada de la ocupación y el genocidio. Y en el fondo todo el mundo forma parte, no hay buenos ni malos. Hay los regantes, está el ayuntamiento...

Entrevistamos a la artista visual y escritora Clàudia Pagès / Foto: Carlos Baglietto

En el teatro, quizás en el cine esta idea de crisis es más evidente. La relación del texto y la imagen.
Sí, y con la literatura comparten narración. Y las artes visuales no tienen narración y por eso a la gente les cuesta. Pero no es verdad, realmente. Lo que no puedes hacer es poner un relato y resolución. En el fondo es lo que hacía Joan Brossa.

¿Dónde te has formado?
Estudié Bellas Artes aquí, en Barcelona. Me he formado en lugares muy diversos, allí donde he hecho residencias. Ahora estoy exponiendo a la Biennal Manifesta 15. También he expuesto en varios lugares|sitios: en|a el MACBA, a Joan Miró. También tengo vínculos con Barcelona. Tengo aquí en Barcelona un seminario de lectura, hasta ahora lo hacía en Holanda. Me he juntado con músicos y con gente del campo visual. No tengo demasiados amigos del mundo de la literatura y del teatro. Si hubiera sido más híbrida seguramente habría entrado más. En la Caldera donde he expuesto también, y es un lugar que permite la hibridación de artistas.

¿Y de lecturas?
Sarah Schulman, la típica novela de Nueva York; Rita Indiana, de la cual Papi me gustó mucho; Aurora Venturiri, novelista argentina. De filósofos leo mucho Deleuze y Spinoza.

Clàudia Pagès durante su encuentro con Reverso de ElNacional.cat a La setmana del llibre en català / Foto: Carlos Baglietto

Aquí el arte y la literatura no están demasiado mezcladas. Es decir, en cualquier otro lugar de Europa sí, ves a un artista de cine haciendo una residencia al lado de un artista visual o un músico. Aquí todo está muy territorializado

¿Crees que hay una separación?
Aquí el arte y la literatura no están demasiado mezcladas. Es decir, en cualquier otro lugar|sitio de Europa sí, ves a un artista de cine haciendo una residencia al lado de un artista visual o un músico. Aquí todo está muy territorializado.

¿Echas de menos más espacios?
No, hay muchos. La Sala d’Art Jove, Hangar, La Capella, Can Felipa. Quizás se tienen que abrir más.

¿Y en qué trabajas?
Ahora trabajo con los castillos de la marca hispánica para una exposición en Londres. Estoy trabajando primero con el texto. Pero a partir de aquí se hará una coreografía.