Fue apadrinada por reyes y emperadores; enaltecida por Víctor Hugo, Richard Wagner o Franz Listz y amiga de Víctor Balaguer, Jacint Verdaguer –con los cuales mantiene correspondencia- y Àngel Guimerà, que le dedica un poema. Viajó y vivió por todo el mundo –desde la tierra de oportunidades del Brasil hasta los harenes de Estambul– y actuó en la Casa Blanca décadas antes que lo hiciera otro artista catalán de renombre, Pau Casals. Clotilde Cerdà, conocida por su nombre artístico de Esmeralda Cervantes, fue una niña prodigio de la música, una auténtica celebridad internacional y una mujer comprometida con su tiempo, que supo usar sus buenos contactos por todo el mundo en favor de causas como el feminismo, el pacifismo, la abolición de la pena de muerte o la lucha contra la esclavitud y otras formas de dominación y violencia. Una exposición al Palau Robert redescubre a esta catalana que fue conocida por todo el mundo, a caballo entre el arte y el combate por un mundo mejor.

Clotilde Cerdà y su madre

Clotilde Cerdà y su madre, Clotilde Bosch/Biblioteca de Catalunya

Una biografía de novela

El ingeniero Ildefons Cerdà es el padre del proyecto del Eixample y cuando menos el padre legal de Clotilde Cerdà i Bosch (1861-1936). De todos modos, parece que no era el padre biológico, ya que Clotilde habría sido fruto de una relación extraconyugal de su mujer, la pintora e intelectual Clotilde Bosch, mujer de ideas progresistas nacida en una acaudalada familia de indianos. Cerdà le dio el apellido pero la acabó desheredando, cuando el matrimonio se rompió y la pequeña Clotilde quedó a cargo de su madre, con quien se marchó a Madrid, desde donde se trasladarían a Roma y París. Ella fue la responsable de su exquisita educación –la encaminó hacia el arte bajo la influencia de Marià Fortuny, aunque se acabó decantando por la música–, de su carrera y proyección artística internacional y de recopilar un álbum que reúne fotografías, tarjetas, cartas y testimonios de prensa que, adquirido el año 1999 por la Biblioteca de Catalunya, ha servido como base para la exposición "Clotilde Cerdà/Esmeralda Cervantes, una mujer delante de una época", comisariada por la profesora Lorena Fuster y que se puede ver a partir de hoy en el Palau Robert.

Bautizada como Esmeralda por Víctor Hugo, como la protagonista de Nuestra Señora de París de l'escriptor francés, y Cervantes en honor del autor del Quijote, por la reina exiliada Isabel II de España, que fue una de sus primeras valedoras, con 12 años debutó como arpista en Viena dirigida por Johann Strauss II, el año 1873 en una carrera que la llevaría a hacer largas giras por el Brasil, Argentina, el Perú, Chile, Uruguay, Cuba, México y los Estados Unidos, donde actuó ante el presidente Grover Cleveland. A lo largo de estas giras –dónde podía actuar delante de 3.000 personas–, que incluían también buena parte de Europa, Rusia y el Imperio Otomano, entró en relación con personajes como el emperador Pedro II del Brasil, Francesc Josep de Austria-Hungría o el sultán Abdul Hamid Khan II, nobles, y varios dignatarios americanos. Además, Clotilde no duda al poner su música al servicio de todo tipo de iniciativas benéficas, como la ayuda a damnificados por guerras o desastres naturales, tal como harían años después las estrellas del rock internacional, y conseguiría el perdón por un condenado a muerte por el dictador mexicano Porfirio Díaz.

Clotilde Cerdà abovedada de flores

Clotilde Cerdà/Esmeralda Cervantes abovedada de flores después de un concierto en Nueva York, el año 1876.

Una mujer concienciada y luchadora

Testigo presencial de los hechos de la Comuna de París, donde pasó la infancia, y vinculada a la masonería|  –se inició a la logia Lealtad, de la mano de Àurea Rosa Clavé, hija del músico Anselm Clavé-, desplegó desde bien joven un fuerte compromiso político y social, aprovechando sus buenos contactos como artista para llevar a cabo sus proyectos de emancipación de la mujer, de lucha contra la pena de muerte y la esclavitud y de mejora de las condiciones de vida de los más vulnerables en un mundo en transformación. Según la comisaria de la muestra, Cerdà fue una especie de contrabandista entre dos mundos opuestos, como una especie de translación de su identidad bifurcada entre el Esmeralda que llenaba auditorios y la Clotilde que hacía oír sus ideas.

El paso de la infancia|niñez prodigio a mujer adulta fue el inicio de dificultades de todo tipo y no pocas incomprensiones, a medida que hacía explícitas sus ideas que se escapaban del Ángel de la Caridad que gustaba a sus antiguos admiradores. En este sentido, una carta del músico y secretario de Alfonso XII –hijo de su protectora, Isabel II- el conde Guillermo Morphy que le rendiréis su actitud contra la esclavitud en Cuba, querer ser protectora de la clase obrera catalana y preocuparse por la educación de la mujer, ofrece el testimonio de como molestó en los poderosos que en otra época lo habían recibido en sus palacios y lo habían llenado de medallas, flores y títulos que se empeñara en encabezar iniciativas como la Academia de Ciencias, Artes y Oficios para la Mujer Esmeralda Cervantes, una institución de formación científica y artística para las mujeres obreras de Barcelona, inspirada en iniciativas que Clotilde había conocido en otros países y abierta el año 1885 en la Rambla de Canaletes.

clotilde cerdà academia

Clotilde, apoyada y de oscuro, con las alumnas de la Academia de Ciencias, Artes y Oficios para|por la Mujer Esmeralda Cervantes fundada por ella en Barcelona/Biblioteca de Catalunya

A pesar del tropiezo que supuso para ella tener que sufrir una incomprensión y unos ataques que acabaron por aconsejar el cierre de esta institución, Clotilde Cerdà no se rindió, encabezando y participando en iniciativas pacifistas internacionales, como el Alliance Universelle des Femmes pour la Paix, y editando y colaborando en publicaciones como La Estrella Polar, El Ángel del hogar o La Ilustración de la Mujer, donde destacan sus textos sobre la mujer en Turquía, en qué intenta combatir los prejuicios sobre la emancipación de la mujer musulmana. Tampoco triunfó en la obtención de una plaza como profesora en el Conservatorio de Madrid y se dedicó durante años a las clases particulares. Autora de una Historia del arpa y de una destacada obra como compositora que en parte se ha perdido, Clotilde Cerdà se casó con el empresario germanobrasileño Oscar Grossman, el matrimonio se acabó instalando en las Canarias, donde murió el año 1926 y donde está enterrada en un mausoleo en el cementerio de Santa Lastenia de Santa Cruz de Tenerife, acompañada de su marido y su arpa.

 

Foto de portada: Clotilde Cerdà con el jurado de los premios musicales de la Exposición Universal de Chicago de 1893.