Imaginaos Miami Vice pero dond todo lo que se narra es real y verídico y obtendréis Cocaine Cowboys, uno de los mejores documentales nunca rodados sobre el narcotráfico. Todo un clásico del cine de no ficción que cartografía como nunca se había hecho antes y no se ha vuelto a hacer después, el negocio de la cocaína en las costas de Florida.
La amenaza de Roberts
En un exquisito perfil publicado el año 2009, el Miami New Times nos presenta de la siguiente manera el exmega narcotraficante Jon Roberts. "Los años ochenta inundó Miami con cocaína por valor de 2.000 millones de dólares y ahora pasa los días en una tranquila casa delante de un lago en Hollywood (Florida). Pronto, sin embargo, si los rumores son ciertos, un libro, una película de alto octanaje y los contratos para varios videojuegos lo devolverán a la actualidad. Pero no quiere que lo sepas. Le preocupa que este artículo pueda estropear la publicidad de su acuerdo editorial. Cuando le dije la semana pasada que se publicaría esta historia, el exmafioso de grandes bigotes grises me amenazó: 'No volverás a escribir una palabra más en esta ciudad... Iré a la televisión y explicaré que todo lo que has escrito no son más que mentiras. Espero que te atropellé un camión, cabrón'".
El libro sobre Jon Roberts se titula American Desperado y se publicó en 2011. Lo escribió el periodista Evan Wright, redactor de Roling Stone revista en la que publicó una extraordinaria serie de artículos sobre un batallón del cuerpo de Marines de los Estados Unidos durante la guerra de Irak. Aquella colección de relatos vieron la luz bajo el título de Generation Kill, y además de acabar recogidos en un libro, dieron vida a Generation Kill, miniserie extraordinaria ya ocurrida un clásico del catálogo de HBO.
La coca llega a Miami
Jon Roberts era un matón de Nueva York. Un tipo con propensión para acabar metido en negocios turbios. Propietario de varios clubs nocturnos, tuvo que salir por patas de Manhattan cuando empezó a tocar las narices en exceso a la mafia italoamericana. La familia Gambino, poca broma, lo sentenció de muerte. No hizo ni las maletas, huyó con lo puesto y se refugió en Miami. Eran los últimos años de la década de los setenta y Florida todavía era un territorio virgen para los negocios ilegales, muy especialmente, dada su ubicación geográfica, el tráfico de cocaína.
Jon Roberts se convirtió, junto con figuras como Mickey Munday o Max Mermelstein, en los grandes señores del polvo blanco en Florida. Aliados en los Estados Unidos del cartel de Medellín, responsables de entrar en Norteamérica droga por valor de miles y miles de millones de dólares.
Contrariamente a lo que anunciaba el perfil del Miami New Times, no se rodó ninguna película sobre Jon Roberts (año más tarde Tom Cruise dio vida a Barry Seal, otro de los reyes del narcotráfico a Florida, en una película homónima), aunque su personaje bien podría ser la inspiración del Tony Montana del filme de culto El precio del poder o de cualquiera de los capos de la droga que aparecen en Miami Vice. Roberts, sin embargo, sí que es una de las figuras centrales de Cocaine Cowboys. ¿La mejor documental nunca rodado sobre narcotráfico? Probablemente.
Radiografía social del narcotráfico
Billy Corben se había convertido en el director revelación de la edición de 2001 del festival de Sundace con su primer documental Raw Deal: A Question of Consent, cinta que denunciaba una violación que se había producido en el campus de la Universidad de Florida. Tardó cinco año a entregar su siguiente trabajo: Cocaine Cowboys.
Excelente en su trabajo de investigación, lo más interesante del documental del Corben es que rehúye la visión más mediática del narcotráfico. Cocaine Cowboys pasa de largo del glamour del lado salvaje de la vida expuesto en las películas de Hollywood, para ofrecer, a través del testigo de los principales magnates de la droga (Roberts y compañía) y de aquellos que los combatieron, el impacto que tuvo la entrada de toneladas y toneladas de cocaína en la sociedad norteamericana y muy especialmente en Miami.
Una radiografía única de cómo el polvo blanco pasó de ser una droga recreativa los fin de semana para bolsillos de alto nivel adquisitivo, para convertirse en una de las principales plagas del país. De como mientras el resto del país intentaba reponerse de la recesión económica que había devastado a los Estados Unidos a finales de los setenta, Miami, hasta entonces (y todavía ahora) el destino preferido de los jubilados americanos, no paraba de crecer y crecer y crecer gracias a los millones de dólares que entraban a través del narcotráfico. Cada día que pasaba los edificios que se construían eran más altos y los coches que circulaban por sus calles de una gama más alta.
Dos cowboys más
Dos años después de su estreno, Corben retornó a Miami y al narcotráfico con Cocaine Cowboys 2. Aunque bueno, no consigue el nivel del original. Una saga que ahora ha vuelto a ampliar con Cocaine Cowboys: The Kings of Miami, docuserie que Netflix estrenó ayer, miércoles 4 de agosto. Seis capítulos en que Corben incide en el universo que tan bien conoce, esta vez centrando la narración en las figuras de Augusto 'Willy' Falcon i Salvador 'Sal' Magluta.
Un estudio realizado la década de los 80 decía que 1 de cada 10 trabajadores acudía a sus puestos de trabajo después de haber esnifado cocaína. Muy probablemente, era droga que había entrado en los Estados Unidos introducida por estos dos exiliados cubanos que se convertirían en la pareja de narcotraficantes más poderosa del sur de Florida.