Jaime I es el rey catalanoaragonés con el reinado más longevo: 63 años. Durante este tiempo, la Corona catalanoaragonesa renunció al proyecto de creación de un imperio catalanooccitano; pero inició la expansión hacia el mar (las Mallorcas) y hacia el sur (País Valencià) y sentó las bases de la que, un siglo más tarde, sería la primera potencia del Mediterráneo. No obstante, al inicio de su reinado tuvo que recorrer un camino muy difícil hasta conseguir sentarse en el trono. Estuvo retenido por el gran enemigo de su padre y fue liberado en un momento crítico, después de una devastadora derrota que había puesto a la Corona catalanoaragonesa al borde de la desaparición.