Tenía que pasar y ha pasado este miércoles. Un tertuliano armado de impresiones y sensaciones ha acusado al Govern por una muerta y un conseller lo ha planchado con los datos. En directo, en El Món a RAC1. El tertuliano era Xavier Fina, consultor cultural y filósofo, el conseller era el de Empresa i Coneixement, Jordi Baiget, y el tema era Rosa, la abuela de 81 años muerta en el incendio de su casa en Reus, que utilizaba velas porque le habían cortado la luz. Fina ha atribuido responsabilidad en la muerte al Govern por "no haber desarrollado el reglamento" de la ley 24/15, que incluye medidas relacionadas con la pobreza energética.
Baiget se ha dirigido directamente a Fina. "Cuando la ley es muy clara no hay reglamento que la tenga que desarrollar. Se aprobó la ley y un protocolo, que decía cómo tenían que actuar [...] las compañías y los servicios sociales [...]", ha arrancado el conseller. Ha seguido explicando que el protocolo obliga tanto que Unesa, la patronal del sector eléctrico, lo recurrió pidiendo su suspensión cautelar. El juez no les concedió la suspensión y sigue en vigor. "Por lo tanto —ha seguido el conseller— sí hay una norma que desarrolla y regula como se tiene que actuar [...]".
Fina ha insistido por otro lado. "Por la información que tengo [...] este protocolo [...] en el funcionamiento cotidiano no se cumple. Es decir, los servicios sociales no reciben estas notificaciones de las compañías, las reciben de los usuarios". Baiget le ha ofrecido los datos: gracias a la ley y el protocolo "se han evitado 33.000 cortes de suministro energético y de agua". El tertuliano ha abandonado la acusación general y ha retrocedido al caso concreto de Reus... para volver a generalizar: "En estos momentos es poco significativo el cumplimiento de este protocolo, se lo puedo asegurar".
Baiget ha vuelto a presentar los datos (35.000 actuaciones por pobreza energética; 33.000 cortes de suministro evitados desde que está en vigor la ley) y ha aclarado que han abierto "más de 200 expedientes" por incumplimiento: "estamos intentando que la ley se cumpla y si la ley no se cumple, se sanciona".
Fina ha replicado por dos veces: "es lo que le decía". En realidad decía lo contrario y se ha visto superado por la realidad. Otro tertuliano (no presente en el programa), periodista y editor, lo ha advertido y ha tuitado:
I aleshores el terrulià fa veure que no ha dit el que ha dit, i fins i tot agafa el to de "ho veus, el que jo deia!".
— Eduard Voltas (@eduardvoltas) 16 de noviembre de 2016
Las tertulias son la espina dorsal de los matinales de radios y teles. Su audiencia combinada en Catalunya supera el millón y medio de personas cada día. Son espacios influyentes, también porque orientan los contenidos de las webs de otros medios. Más recientemente, han adquirido gran incidencia ideológica. Mejor todavía: las tertulias, tan populares, no son caras.
Últimamente no son tan extrañas situaciones como la descrita, donde las opiniones, sensaciones e impresiones más o menos documentadas de los tertulianos pasan por encima de los hechos y datos de la vida y la realidad.
Activistas y periodistas
Una hipótesis que puede explicarlo es el incremento de tertulianos llamémosles activistas, es decir, que tienden a promocionar sus ideas más que a analizar y a poner en contexto los acontecimientos relevantes del día, sobre todo políticos, que es la idea original del formato tertulia. Los activistas pueden captar los hechos —y lo suelen hacer— pero su principal objetivo es ganar la discusión, hacer vencer sus argumentos. Tampoco es raro que usen el periodismo como herramienta para conseguir sus objetivos. Esto no es ni bueno ni malo. Pero altera el formato.
Originalmente, la mayoría de alineaciones de las tertulias se componía de periodistas y académicos. Era poca la presencia de activistas, entre los que encajan los expolíticos, un perfil frecuente en las tertulias desde el año pasado. Los datos disponibles (2011, 2012) no son exactamente comparables pero confirman aquella composición.
En cambio, los pasados quince días, a las dos tertulias matinales más seguidas de Catalunya (la de El Món a RAC1 y El Matí de Catalunya Ràdio), se cuentan 99 intervenciones (algunos nombres se repiten): 31 a cargo de periodistas y 45 de tertulianos de cariz activista. No es un análisis científico (entre otras cosas eran los días de las elecciones en los EE.UU.) pero sirve para confirmar que la hipótesis tiene un punto.
Este cambio en la composición de los tertulianos seguramente está relacionado con el afán de las tertulias de aparecer como una representación de la pluralidad política del país. La presión de los partidos para tener representantes en estos espacios de influencia es grande. Lógico. También hay que contar la dificultad de hacer un "parlamento tertuliano" con periodistas, pues entre ellos es buena práctica profesional que sus convicciones no interfieran en su trabajo. algo parecido pasa con algunos académicos, el otro gran caladero de tertulianos.
Los tertulianos de perfil activista, en cambio, satisfacen a los partidos y suelen añadir más show y unos cuantos grados más de temperatura en las tertulias, en muchos casos transformadas debate y, a veces, en pelea abierta no por los hechos sino por las interpretaciones. Eso gusta en las radios. El tertuliano activista o partidario ha sido la solución. La consecuencia, zurras como la de hoy.
(Las intervenciones en la radio están editadas para corregir la oralidad).