El Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena que se celebra en la Sala Dorada de la Musikverein es una de las tradiciones más emblemáticas del primer día del nuevo año, con una audiencia potencial que supera a los mil millones de personas, pero que solo pueden vivir la experiencia en directo poco más de los dos mil privilegiados que reservaron las entradas con un año de antelación y que salieron ganadores en un sorteo. Los que han sido afortunados en esta edición del 1 de enero del 2025, han vivido, además, un momento histórico. Después de 84 años de conciertos, por primera vez se ha escuchado una pieza de una mujer compositora, el vals Ferdinandus Waltz, compuesto por Constanze Geiger (1835-1890) cuando tenía 12 años.
La elección de la pieza ha sido decisión de Riccardo Muti, el director de orquesta italiano encargado de dirigir la 85.ª edición del concierto de la sociedad musical de la capital austríaca, que también ha tenido el gran protagonismo de las obras de Johann Strauss hijo, con motivo de la celebración del bicentenario de su nacimiento. Geiger, contemporánea de la dinastía de los Strauss, además de compositora, también fue pianista y actriz, y mantenía vínculos estrechos con la familia Strauss. Johann Strauss padre fue quien dirigió el estreno mundial de Ferdinandus Waltz, un vals que, según Riccardo Muti, que ha dirigido la Filarmónica de Viena por séptima vez, se ha incluido en el repertorio no por el hecho de que su compositora fuera una mujer, sino por su "valor artístico y su calidad", una "muy buena pieza que transmite mucha personalidad: empieza con una introducción en vivace con fuoco (vivaz con fuego), que está diciendo 'aquí estoy', antes de pasar al vals con grazia gentile (gracia gentil), según explicó el director de orquesta napolitano, de 83 años.
En sus 85 años de historia NUNCA había sonado una pieza de una mujer en el Concierto de Año Nuevo de Viena.
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Hasta HOY👏
Así suena la pieza de Constanze Geiger, 'Ferdinandus'.
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En esta célebre cita con la música clásica, que se celebra desde 1941 y se ha retransmitido por televisión a más de 90 países, la Filarmónica de Viena ha interpretado ocho piezas de Johann Strauss hijo, considerado el rey del vals y autor del famoso El Danubio Azul. Entre las piezas interpretadas también ha habido valses y polcas clásicas, como la Marcha de la libertad de Johann Strauss I y el vals Golondrines de un pueblo de Austria, de Josef Strauss. Después del programa principal, el concierto ha acabado con diversas bises y los músicos han deseado coralmente un feliz año nuevo (Prosit Neujahr). El concierto ha finalizado con El Danubio Azul, que como todos los años es una de las tres propinas del recital, que finaliza con la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, una tradición que se estableció en 1958 y que va acompañada de los aplausos del público al compás de la música.
Y con la tradicional 'Marcha Radetzky', de Johann Strauss padre termina este 85 Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena.
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Como en años anteriores, la versión televisada ha ofrecido actuaciones del ballet de la Ópera de Viena como acompañamiento de algunas piezas del programa, coreografiadas por primera vez por la británica Cathy Marston. Además, en la pausa entre las dos partes del recital, se ha pasado un filme titulado 2025 - A Strauss Odyssey en el que Thomas Strauss investiga en una nave espacial la obra y vida de su tatarabuelo, Johann Strauss hijo.
Muti ya expresó antes del concierto el deseo de enviar al mundo un "mensaje de paz y belleza" a través de esta música. "Esperamos enviar un barco lleno de belleza y amor sobre las olas del Danubio Azul", aseguró en la rueda de prensa anterior. "Armonía, belleza y paz" es lo que necesita el mundo actual", añadía el director, que considera que la música de la familia Strauss transmite. Una música, sin embargo, que según el director italiano, "expresa melancolía y alegría", una combinación que "no es nada fácil" de interpretar de manera óptima, requiere alcanzar "un equilibrio especial", ha señalado Mute, opinando que los dos estados de ánimo son parte esencial "de la personalidad de Viena".