"Creemos en las historias que causen reflexión, que creen debate, que provoquen emociones y que estén fuera de los convencionalismos sociales". Son palabras de Manuela Vellés (Madrid, 1987) para Revers. Conocida por películas como Caótica Ana o Camino, y series como La señora o Velvet, estrenó la semana pasada en algunas salas (y mañana en Filmin) un trabajo que huye de la normalidad y en la que pone toda la carne en la parrilla: en Culpa, interpreta a una mujer que, después de ser violada y todavía en estado de shock, se aísla en una cabaña en medio del bosque. "Se siente terriblemente sola e incapaz de plantar cara a todo lo que le viene encima", explica una Vellés que, si hubiera justicia, tendría que estar nominada a todo en la próxima temporada de premios.
Eso que se le viene encima es un embarazo, y, con este durísimo artefacto narrativo, la particularidad de la película es que la cámara fue testimonio del embarazo real de Manuela Vellés. Todavía más: el director de Culpa, Ibon Cormenzana, es el compañero de la actriz y padre de la criatura que nació al final del rodaje. Un ejercicio audiovisual al límite, que en su punto de partida podría recordar lo que el cineasta Carlos Marques-Marcet y la pareja (en la ficción y en la realidad) formada por David Verdaguer y Maria Rodríguez Soto hicieron en Los días que vendrán. Pero el costumbrismo de esta, mucho más enganchada al proceso que cualquier núcleo familiar puede vivir durante una gestación, tiene poco que ver con la mirada que propone Culpa. "La tuvimos como referencia, sí", confiesa Vellés. "Pero, en nuestro caso, la historia que explicamos es tremendamente dura y no tenía nada que ver con nuestra experiencia personal ni con la vivencia real durante el rodaje".
Con un equipo mínimo, en un rodaje casi de guerrilla, Cormenzana y Vellés ejercen de guionistas y productores de este relato que no deja indiferente, y que de entrada podría plantear dudas por la mezcla de una gestación real y un argumento tan extremo: "Estábamos en familia, rodeados de amor y de entrega, notando que lo que hacíamos tenía un gran sentido", dice la protagonista, que contó también con la colaboración de su hermana, Juana Vellés (que también hace de doble de Manuela en alguna escena físicamente exigente que aquí no suscitaremos), antes de explicarnos cómo nació la idea: "Realmente surge de las ganas que teníamos de hacer cine y trabajar juntos con Ibon. Reanudamos una idea de guion que habíamos guardado en un cajón con nuestro primer embarazo, y fue durante el segundo, estando confinados, que nos sentimos preparados para encarar esta aventura y poner a disposición de la película nuestra circunstancia personal," afirma. Aquel primer guion ya giraba en torno a la idea de un bebé no deseado, que ahora ha evolucionado para reflexionar sobre las consecuencias de una agresión sexual. "La historia también conectó con mi hermana Juana, que había escuchado, igual que nosotros, historias hasta ahora silenciadas de mujeres de su entorno, y pensamos que esta película podría abrir el debate sobre temas como la maternidad, el abuso, el consentimiento y el sexo".
Manuela Vellés: "Tenemos muchas ganas de explicar historias de mujeres reales, con problemáticas nuestras, desde una perspectiva femenina"
Culpa apuesta, en definitiva, por ofrecer una mirada a la maternidad que huye de los estereotipos y que conecta con la multiplicidad de opciones vinculadas al proceso de gestar a un hijo, muchas de ellas alejadísimas del tópico de felicidad sin matices que nos han vendido desde que el mundo es mundo. En este sentido, Manuela Vellés es contundente: "Tenemos muchas ganas de explicar historias de mujeres reales, con problemáticas nuestras, desde una perspectiva femenina. Sólo así podremos cambiar la visión que se tiene de nosotras y podremos recibir más empatía por parte de la sociedad".
Maternidad de ida y vuelta
El azar ha querido que en las próximas semanas lleguen dos propuestas más que cuestionan el punto de vista (cada vez menos) dominante sobre el proceso de dar vida a una criatura. Por una parte, Cinco lobitos (llegará a las salas el 20 de mayo) arrasó en el Festival de Málaga con una historia cargadísima de verdad, que sigue el primer año de maternidad de una mujer que vuelve a casa de los padres temporalmente buscando apoyo en su día a día, superada por el agotamiento, la imposibilidad de conciliar y la falta de apoyo de su pareja. "Esta peli tiene tantas capas, y toca tantas cosas...", nos dice a su protagonista, Laia Costa (Barcelona, 1985): "En realidad habla de la familia, de los padres y las madres, pero también de los abuelos y los nietos. Y de cuándo tú, como hijo, pasas a tener un rol similar al de padre de tus padres".
Ópera prima de la cineasta Alauda Ruíz de Azúa, esta mirada "a una maternidad de ida y vuelta" (en palabras de Laia Costa) pone el foco en cómo la llegada de un nuevo miembro puede desestabilizar los roles claramente marcados en un núcleo familiar, y cuestiona con valentía las dinámicas de pareja. Y no sólo eso: también denuncia las enormes dificultades para conciliar maternidad y trabajo y las cargas que las mujeres han asumido y siguen asumiendo, con los hijos o con los cuidados a las personas mayores, delante de la pasividad masculina, con los gigantescos costes emocionales que eso implica.
A otro nivel, Laia Costa también vivió un proceso similar al de Manuela Vellés. En su caso, sin embargo, el guion le llegó cuando estaba embarazada de tres meses, y el rodaje empezó cuando hacía un año que había parido. "Me aproveché de mi experiencia, que además viví en pleno confinamiento, así que había alguna energía similar a la que vive mi personaje en la peli, de alguna manera también cerrada en casa de los padres", apunta.
Maternidad no deseada, maternidad ninja
Tampoco es convencional, en absoluto, el irreverente acercamiento que propone la cineasta noruega Yngvild Sve Flikke en la divertidísima, y muy contundente en su mensaje, Ninjababy (se estrena en los cines el próximo 10 de junio y hace unos días ganó el premio del público en el barcelonés Festival D'A). Ganadora del galardón a Mejor Comedia a los Premios del Cine Europeo (EFA), esta es una peli que apuesta por el humor, inspirándose en una novela gráfica de la artista Inga Sætre. El punto de partida nos presenta a Rakel (interpretada por la fabulosa Kristine Kujath Thorp), una veinteañera que tiene plenamente asumida aquello que algunos llaman inmadurez, y que se puede traducir en un gusto extremo por el hedonismo, por la fiesta, por el sexo de una noche y por cierta dispersión. En un momento, explica cuál es el futuro que desearía: "Me gustaría ser astronauta, catadora de cerveza, trotamundos, guardabosques y dibujante de cómics".
Yngvild Sve Flikke: "La película huye de ser moralista y retrata —sin estigmatizarla— a una mujer que tiene claro que no quiere ser madre"
Un día, Rakel descubre las no deseadas consecuencias de un polvo, o de más de uno, en aquel espacio de tiempo que ella y su mejor amiga nombran como la Pasqua del Zorreo: "Me tiré a tres tíos, no fueron tantos", dice una. "¡Como en Mamma Mia!", le responde la otra. La protagonista de Ninjababy tiene que asumir, ya sabréis por qué cuando veáis la peli, una maternidad que ni deseaba ni desea. Y en su complicado camino, y con la influencia de los cómics que ella quiere dibujar, el feto que crece en la barriga se convierte en un dibujo animado que hace las funciones de Pep Conciencias y que se le aparece a Rakel en algunos momentos, dándole el coñazo y cuestionando sus elecciones y sus decisiones vitales. "Quería explicar toda la serie de cambios profundos e inseguridades que provoca un embarazo, el caos que comporta en la madre", afirma la directora, que pone el foco en la capacidad de superación del ser humano: "La película huye de ser moralista y retrata —sin estigmatizarla— a una mujer que tiene claro que no quiere ser madre". Culpa, Cinco lobitos y Ninjababy desmontan mitos de la maternidad, porque esta experiencia permite tantos puntos de vista como mujeres lo viven. Y lo hacen con compromiso e ingenio, con valentía y talento.