Conxita Àvila es bióloga marina, adscrita a la Facultad de Biología y al Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio). Una de sus especialidades es el estudio de los animales de los fondos marinos antárticos; para hacer sus investigaciones ha viajado nueve veces a la Antártida. Durante dos meses, de enero a marzo, aprovechando el verano austral, ha estado a la Antártida en una campaña con expertos de las facultades de Biología y de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universitat de Barcelona, y de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). Han estado trabajando en la base antártica Gabriel de Castilla, instalada en la isla Decepción, en el archipiélago de las Shetland del Sud. Ahora, de retorno, explica su experiencia a El Nacional.

 

No es muy habitual que un biólogo trabaje en la Antártida. ¿Llegó a la Antártida porque sus investigaciones la llevaron allí o escogió hacer investigaciones en la Antártida porque este territorio la atraía?

Hay de todo un poco. Para mí fue una gran oportunidad... Tuve una ocasión para ir allí, en 1998, a hacer una cosa que no había hecho nadie. Yo había trabajado el tema de los fondos marinos en el Mediterráneo y en los trópicos (en Guam y en otros lugares)... Pero para mí era muy interesante de trabajar en la Antártida, porque allí estaba todo por hacer. Y me fui allí. Y me quedé encantada.

¿Cómo es la Antártida?

La Antártida es espectacular. Siempre es más espectacular de lo que uno se puede imaginar antes de llegar. Cuándo llegas, te impresiona todo: el silencio, la luz, los colores... Y tiene el problema añadido que te engancha: siempre quieres volver... Es lo que llamamos el espíritu antártico. Y ahora todavía es peor, porque no llegas a desconectar nunca, porque con las redes siempre te llegan noticias. Nunca llegas a irte del todo, de la Antártida.

Mucha gente dice que quiere venir con nosotros a la Antártida, pero no sabe la dureza del trabajo que hacemos allí

¿Cómo es convivir con un equipo científico en un marco como este?

Es una experiencia muy especial, no siempre cómoda. Todo el mundo se levanta a la misma hora. Te levantas y empiezas a trabajar, hasta la noche. Paras sólo para comer, hasta que caes plegado, rendido, a la hora de ir a dormir. Porque el tiempo que tienes allí es muy corto y quieres hacer muchas cosas. Cada día que consigues tener allí para hacer investigación es muy difícil y tiene mucho valor, y por eso siempre queremos aprovecharlo al máximo. No tienes ni fiestas ni domingos, sólo trabajamos. Es un trabajo muy intenso. Nos gusta mucho el trabajo, pero es muy duro. Mucha gente dice que quiere venir con nosotros a la Antártida, pero no sabe la dureza del trabajo que hacemos allí.

¿Porque es tan difícil?

Cada día, cuando te levantas, tienes unos planes para hacer una serie de cosas, pero por la noche es posible que los hayas hecho o no. Quizás no has podido hacer nada de lo que preveías, porque hay muchos factores que te hacen cambiar de proyectos: el viento, el estado del mar... A veces tienes que ir cambiando de planes sobre la marcha.

En la Antártida tienes que ir con mucho cuidado

¿Es peligroso trabajar en la Antártida?

En cada campaña que hacemos nos encontramos con alguna tormenta con vientos muy fuertes. Siempre hay experimentos que fracasan, cosas que salen volando... Nosotros vigilamos mucho de no salir a hacer inmersión si la previsión meteorológica no es muy buena... El tiempo te puede cambiar en media hora: puedes salir con muy buen tiempo y al cabo de poco te encuentras con una ventisca fuertísima y olas de un metro y medio. Tienes que ir con mucha precaución. Aparte, cuando haces inmersiones, está el riesgo de las focas leopardo que son muy peligrosas. Cuando haces una inmersión tienes que ir con mucho cuidado.

Usted estudia los fondos marinos antárticos. Uno podría pensar que, con aquel frío no hay mucho para estudiar...

Hay muchísima más diversidad de lo que uno podría pensar. La gente se imagina que en el fondo marino no hay nada, porque hace frío, porque hay hielo, porque hay muy poca luz... Muchos piensan que el fondo marino es como un desierto. Pero no es así: el bentos, el conjunto de los animales que crecen en contacto con el fondo, está compuesto por muchos seres diferentes, de tipos y colores muy diversos. El fondo del mar tiene una gran diversidad, que algunos ecólogos alemanes comparan a la de la selva tropical. Sin embargo tenemos que tener en cuenta que hablamos de un continente enorme... No es todo uniforme. Hay zonas muy ricas, y otros que no lo son tanto. Depende de si los fondos son de roca o de arenas... Y también depende de si por la zona pasan icebergs. Cuando pasa un iceberg, se desliza sobre el fondo, labrándolo y destroza todas las comunidades que viven en el fondo: tardan mucho tiempo en recuperarse.

fondo marino Antártida Conxita Avila

¿Qué investigaciones hace su equipo en la Antártida?

Nosotros estudiamos algas e invertebrados, sobre todo. Desde caracoles hasta erizos, estrellas, gusanos... Es una zona con poco pescado, en relación a otros ecosistemas marinos, pero hay muchísimos invertebrados. En la última estancia hemos hecho muchas inmersiones y muchos experimentos. Ahora hemos acabado un proyecto y hemos desmontado todo el material que teníamos allí y lo hemos llevado a otra base, en la isla de Livingstone, donde realizaremos las próximas campañas. Hemos hecho muchas inmersiones y muchos experimentos.

Antes de que nos carguemos los fondos antárticos sería interesante conocerlos e intentar preservarlos

¿Porque estudiar estas especies de invertebrados antárticos?

En primer lugar diría que hay que estudiarlas porque no sabemos nada de ellas. Muchas no tienen ni nombre. De algunas especies no sabemos ni cómo viven ni cómo se reproducen. Además, hay el peligro de que con el cambio climático todo eso desaparezca. Antes de que nos lo carguemos sería interesante conocerlo e intentar preservarlo, si todavía estamos a tiempo.

¿Y estos estudios tienen una vertiente práctica?

Nosotros estudiamos cómo los organismos usan las moléculas que tienen, muy especiales, en sus interacciones. Unos tienen moléculas que son tóxicas, que usan para asustar a los depredadores, otros tienen compuestos antibacterianos, que utilizan para que no les crezcan bacterias encima... A nosotros lo que nos interesa es la función biológica, pero algunos de estos organismos pueden tener moléculas únicas que podrían ser beneficiosas para el ser humano. Podrían ser útiles para el hombre como antifúngicos, antibióticos...

Desde hace tiempo hay lobbies que presionan para utilizar los recursos naturales antárticos, una práctica hoy en día ilegal. ¿Qué piensa usted de ello?

Ahora viene el momento en que se tiene que renovar el tratado antártico, un acuerdo internacional que reserva el continente para usos científicos e impide su explotación. Es básico que se renueve, y que la Antártida se mantenga como un continente sólo dedicada a la investigación. Hay que evitar que sea explotado por las grandes compañías y que hagan destrozos que sean irreparables.

Es bastante lamentable que cada vez haya más turistas en la Antártida

¿Hay otras amenazas sobre este territorio?

No sólo hay que evitar la explotación de los recursos antárticos, sino que también hay que frenar el turismo. Cada vez es más importante: cada año llega más gente, en grandes yates o en barcos pequeños. Y el turismo también es muy agresivo: pone en peligro los ecosistemas, asusta a los animales... Es bastante lamentable. Hay gente que va allí y a veces les tienen que ir a rescatar, porque la climatología allí es muy adversa. No se un lugar donde se pueda ir alegremente.

Supongo que al estar en la Antártida, en un entorno completamente natural, la sensibilidad con respecto al medio ambiente debe cambiar...

Cuando ves aquel territorio, te quedas impresionado. Y cuando en medio de aquel paraje natural encuentras un trozo de plástico, eso te afecta mucho... Además, te das cuenta de la lástima que es que el cambio climático ponga todo eso en peligro.

Está comprobado que muchos glaciares están en peligro de fundirse, que hay más especies invasoras, que los pingüinos tienen más parásitos...

¿El cambio climático va en serio? ¿Se percibe?

No se ve físicamente, porque no llevo bastante tiempo sobre el terreno para percibirlo, pero está comprobado que muchos glaciares están en peligro de fundirse, que hay más especies invasoras, que los pingüinos tienen más parásitos... Eso se ve muy claro... Los números no engañan. Ahora bien: el planeta no se calienta homogéneamente. Hay zonas antárticas donde los glaciares se deshacen a gran velocidad, donde el calentamiento es muy evidente, pero en la Antártida también hay zonas donde hay enfriamiento, porque han cambiado las corrientes marítimas y ahora llegan corrientes frías.

¿Qué proyectos académicos tiene en perspectiva?

El proyecto que ahora empezaremos quiere analizar cómo el cambio climático afecta a las moléculas que establecen las relaciones entre invertebrados. Queremos ver si los ecosistemas del Antártico son más frágiles y más vulnerables que el resto. Para eso haremos experimentos en tres medios diferentes, al trópico, en el Mediterráneo y en la Antártida, para comprobar si lo son. Yo, a priori, creo que sí, pero tendríamos que poder verificarlo con datos.