Fernando Giménez Barriocanal regresa este mes al consejo de administración de 13TV, propiedad de la Cadena Cope y sus planes incluyen aplicar una estrategia “menos politizada y más social” a la televisión católica. Es la misma que recetó a la Cope en 2009 y concluyó con la salida de Federico Jiménez Losantos y César Vidal, entonces principales conductores de esa radio y tótems de la llamada Brunete mediática. “Ese mismo camino se tiene que hacer en 13TV”, ha dicho.
La probable primera víctima de esa estrategia será La Marimorena, el magazine nocturno de Carlos Cuesta, que trata de la actualidad viernes y domingos por la noche, entre agresivo e insultante —su promoción prefiere describirlo como “un formato que levanta ampollas”. El programa ya ha sido trasladado del sábado al viernes por la noche, un horario peor.
Giménez no está por levantar ampollas sino por “tender puentes” y “regresar a las raíces de la Cope”, como ha reiterado en su intervención de este martes en el Fòrum de la Comunicació del Consell de l'Audiovisual de Catalunya (CAC). No ha hecho ningún anuncio en concreto, aunque ha hablado de “mejorar el tono” de 13TV a propósito de una pregunta sobre La Marimorena. Él es quien puede hacerlo: desde 2010 es presidente y consejero delegado de la Cadena Cope (y desde 2005 vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española).
Cambio de tono
Para dejar claro que no le temblará la mano, ha recordado que en su anterior etapa en el consejo de 13TV (2011-2013) “exigí que un determinado comunicador lo dejara” por un tuit ofensivo con Catalunya. Es una historia con reverso. El Govern había decidido querellarse contra ese periodista y avisó a Giménez de sus intenciones. El consejero delegado apenas se sorprendió: “No pongas la querella que ese señor no sigue”, replicó al cargo catalán que le telefoneaba.
Este martes ha reivindicado el “cambio de tono” de la emisora con Catalunya en los últimos tiempos tras unos años en que “se había extremado”. “Se hicieron las cosas mal. Causamos desazón, inquietud y desunión por la manera de cubrir Catalunya. Pedimos perdón. Hubo un cambio en el estilo y cambiamos la dirección, a los comunicadores”.
A la Cope (y de rebote, a 13TV, canal con el que se dopan no pocos indepes hiperventilados) “nos falta incorporar voces catalanas. Hemos probado, estamos buscando. Pero no es fácil. La voz de Catalunya y de los catalanes tiene que estar presente [en la Cope]. Sería un gran servicio a la sociedad española”. El director de la Cope en Catalunya, Jordi Casoliva, ha bromeado al final de la sesión: “Salgo con más deberes”.
La diferencia
Fuera de micro, Giménez ha manifestado su fastidio por tener que disculparse cada vez que viene a Catalunya por hechos que ocurrieron al calor del anticatalanismo de la campaña contra el Estatut de 2006. Siente que no se reconoce la labor de moderación de la Cope estos últimos años y que no se tiene la suficiente paciencia: “Estos cambios no se dan de la noche a la mañana. Hay personas que no los ven tan claros”. Razón tiene. Al final de la sesión, algunos políticos, digamos españolistas, se han marchado con cara de inquietud. Además, algunos de esos programas (como El Cascabel) no tienen mal rating.
La audiencia, en cambio, sí lo reconoce. En Catalunya, las emisoras de la Cope (Cope, Cadena100, RockFM) suman una audiencia de 562.000 oyentes, de los que 175.000 son de la Cope generalista, que ha batido a su rival más inmediato, Onda Cero, ahora con 109.000 oyentes. Además, la diferencia con la SER no es tan grande en Catalunya como en España. También lo agradece la publicidad. “La diferencia es abismal. Ahora sí llega la publicidad”, comenta una ejecutiva comercial de la radio católica.
La Cope está de buena onda también en España. Es la segunda emisora por audiencia, detrás de la Cadena SER. Suma unos seis millones de oyentes entre Cope (tres millones), Cadena100 (dos millones) y RockFM (un millón).
4 millones de beneficios
Mejor aún, en un mercado que ha perdido el 40% de su facturación entre 2009-2013 y que crece una media del 1%, la emisora lo ha hecho un 16%. “Cerraremos 2016 con beneficios superiores a cuatro millones de euros [en 2015 se anotaron dos millones en pérdidas] y los primeros beneficiarios serán los trabajadores”, a los que se devolverá parte de los recortes salariales aplicados hace dos años, anuncia orgulloso el presidente.
Giménez no parece un señor que se arruga fácilmente, aunque llame “comunicadores” a los periodistas, en línea con el magisterio católico sobre “comunicación social” (argot eclesiástico para “periodismo”). Engaña su aspecto frágil, la mirada huidiza y su voz aguda, pero habla con una decisión y asertividad poco comunes entre gestores audiovisuales, especialistas en ponerse de perfil para sobrevivir a la fauna feroz de la selva mediática: gobernantes que otorgan licencias, contratos y subvenciones; anunciantes que contratan publicidad, y estrellas que atraen a las audiencias.
La sesión de Fòrum del CAC le ha servido para denostar dos ideas que en Catalunya tienen arraigo y son palo para arrear a esa radio. Una: “La Cope no es la portavoz de la Conferencia Episcopal (CEE). Es una empresa privada que tiene un ideario. A mí no me llaman los obispos. Además, si lo hicieran no les haría mucho caso. Sé que es difícil aceptarlo porque soy vicesecretario económico de la CEE, pero es así”.
Discriminación
La otra idea tiene cara y cruz. La cara: “Es mentira que la Cope se financie con el dinero de la casilla de la Iglesia en el impuesto de la renta. No recibimos ni un duro de la Iglesia católica”.
La cruz: “A la Cope no se la trata como a otras empresas”. Expresamente no ha querido poner de ejemplo a Catalunya. “Vamos a Andalucía. En los últimos años, la Junta ha adjudicado 120 emisoras. ¿Saben cuántas a la Cope? Exacto: cero, ninguna. Los medios de la Iglesia lo tienen más difícil. Se tienen que ganar el pan solo con su trabajo”. Recadito a las administraciones públicas y también a la competencia.
Giménez es admirado en la cosa mediática porque en 2015 robó a Carlos Herrera de Onda Cero sin pagarle más sino ofreciéndole un proyecto. Herrera conducía el matinal del primer competidor de la emisora católica. La facturación de ese matinal es ahora clave en la buena marcha económica de la Cope, ha dado un tono diferente a la radio, etcétera.
Todo bien. En realidad, Giménez debería ser un ídolo por la operación con que se llevó al equipo de deportes de la SER, incluido el grupo de Barcelona, hace ya seis años. Herrera llega a una radio casi saneada, pero en 2010 la Cope estaba al borde de la venta y la apuesta deportiva contra un competidor el doble de grande la salvó. Giménez, que tenía una sola bala, acertó en el centro de la diana.