Mañana de un triste y soleado miércoles 12 de agosto. No hay que engañarse, todos querríamos estar en la playa, pero la vida no siempre te lleva por el rumbo que deseas. Los caminos del Señor son inescrutables y los de la precariedad que nos rodea, todavía más. El verano, ya se sabe, es una época confusa en clave ocupacional: para algunos es el periodo ideal para llenarse los bolsillos; para otros, la estación en la cual duele más estar ligado a unas condiciones laborales deplorables. No digo que sea mi caso, ojo. Yo, al fin y al cabo, sólo escribo artículos con más o menos rigor. Todo mi respeto para la gente de la hostelería, por ejemplo, que aguantan lo que no está escrito.

En cualquier caso, en La Gandula hemos elaborado esta breve lista de cosas que puedes hacer mientras todos tus amigos están en la playa. La primera que tienes que hacer es borrarte Instagram, pero eso ya lo sabías. A partir de aquí, hay varias actividades que puedes llevar a cabo entre cuatro paredes sin mucho esfuerzo. Nadie ha dicho que tengan que ser positivas, sin embargo. Eso te lo has imaginado tú cuando has leído el título. El problema es tuyo.

Llorar

A ver, vamos por partes. Lo cierto es que llorar sí que puede ser una actividad constructiva. Al menos eso es lo que apunta el portal de dudosa rigurosidad Positive Varilux. No he ido a buscar la bibliografía en las catacumbas de Harvard, no. Según esta web, llorar tiene cinco beneficios: te libera del estrés, también del mal genio, te ayuda a superar el dolor, permite que expreses tus sentimientos y, atención, te hidrata los ojos. Vete a un entierro y díle a la viuda que llore mucho, que se hidratará. Así, como si fueras uno comercial de Multiópticas. A ver qué dice.

Llorar a solas en casa puede parecer una actividad patética. Bien, si lo parece es porque lo es. La parte buena, sin embargo, es que mientras las lágrimas recorren tus mejillas, más allá de hidratarte, también tocarás fondo. Y esta, aunque suene duro, es la única manera que existe para empezar a salir del pozo. Lo que no te explican es que el diámetro del pozo en cuestión es más ancho que el del cráter del Teide, de manera que puedes volver a caer en cualquier momento. Pero eso es otro tema.

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Llora pero no lo hagas sobre una vía de tren, ten un poco de sentido común / Pixabay

Visitar al psicólogo telemáticamente

Aprovechar el tiempo que pasamos en casa es clave para optimizar nuestra productividad, no vaya a ser que a alguien se le ocurriera disfrutar -así, sin más pretensiones- de las pocas horas de libertad que nos ofrece el siempre admirado y aplaudido sistema hipercapitalista. ¿Quieres hacer una partida al Mario Kart después del trabajo y antes de las mil y una tareas domésticas que todos conocemos? Pues no tan rápido, crac, que tienes deberes pendientes. El primer ejercicio del workbook se llama cuidar tu salud mental.

Ser un hámster atrapado en esta gran lavadora que es la vida moderna tiene consecuencias en todos los ámbitos de nuestra existencia, desde los amorosos hasta los familiares, pasando por los laborales o materiales. Así, el único antídoto para evitar convertirte en un amargado, un desequilibrado o un imbécil (o los tres al mismo tiempo) es pararte uno minutos diariamente con el fin de preguntarte qué estás haciendo y por qué lo estás haciendo.

Que te lo diga un redactor precario de 24 años como yo no tiene ningún valor, de manera que te aconsejo que conciertes una cita con tu psicólogo de confianza. Sin compromiso, una revisión rapidita. Si todo el mundo lo hiciera, el mundo probablemente sería un lugar mejor.

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Representación gráfica de lo que pasará cuando acabe la sesión / Pixabay

Pensar en el día de tu muerte

Recrear la ceremonia de tu entierro de manera recurrente es un síntoma preocupante que a buen seguro tiene un sentido oculto. No seré yo, un hipocondríaco de manual, quien te haga el favor de buscarlo en Internet. Aun así, si el tópico del carpe diem ha sobrevivido durante lustros hasta convertirse en un tatuaje vulgar de nuestros días es porque su significado es totalmente cierto.

Sólo pensando que un día la cascarás serás capaz de disfrutar de instantes tan intranscendentes como los que vives en la cola del súper o sobre la taza del inodoro. No seré yo, tampoco, quien te diga que la muerte está al acecho, pero piensa en eso que te diré. El pasado catorce de enero, un señor del barrio de Torreforta, en Tarragona, estaba en su apartamento mirando Ahora Caigo tranquilamente cuando de golpe entró una plancha de hierro de la Petroquímica por la ventana. Una plancha de hierro de una tonelada, sí. Las cosas van así y hay que disfrutar del momento.

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¡"Noooo Stuart, te dije que no tocaras el matarratas!" / Pixabay

Descargarte una aplicación para flirtrear

Aunque parezca mentira, el volumen de uso de la aplicación de citas por excelencia, Tinder, aumentó un 30% en el Estado español durante el confinamiento. O dicho de otra manera, el hecho de estar cerrados entre cuatro paredes provocó que los habitantes de este país estuvieran más calientes que la estaca donde gira la carne de los kebabs. El problema, tal como explican los propios responsables del servicio, es que la cuarentena era una suerte y, a la vez, una condena. A nadie le gusta hablar para nada.

Así pues, ahora es la hora de aprovechar que se puede salir a la calle y que las discotecas están cerradas para empezar a filtrear. ¿Cómo? Pues aquí ya no te puedo ayudar, pero inciando una conversación con un 'ei, ke tal wapa :)' seguro que, no tonto, más que tonto.

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¿"Te comerás estas acelgas, guapa"? / Pixabay

Cuidar plantas

Dicen que las plantas son las mascotas de los millennials, y lo cierto es que la teoría tiene sentido. Cuidar un perro es sacrificado y hacer lo mismo con un gato lo es por partida doble: aparte de entregarle todo tu amor, tienes que aguantar que te ignore vilmente cuándo le sale de la bolsa escrotal. Si a este hecho le sumas que una persona joven estándar tiene la misma capacidad adquisitiva que un cepillo de dientes, ya tienes el cóctel perfecto para querer proteger tu ficus benjamina como si fueras un soldado de la ONU velando por la seguridad de Pilarín Bayés en la Guerra de los Balcanes.

Un geranio no se puede mear en la alfombra del lavabo y tampoco puede morder las cortinas del comedor, pero puede hacer una cosa todavía más dura de asimilar: MORIRSE SIN MOTIVO APARENTE. Cuidar una planta es la alegoría perfecta de la vida que te espera: por mucho esfuerzo que dediques a un objetivo -regando mucho o regando poco- el destino siempre encontrará una manera de decirte que todo aquello que sucederá, incluida la defunción por sorpresa de tu mascota vegetal, se escapa de tu control.

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Trasplántala después de hacer la foto o morirá en cuestión de minutos / Pixabay