Luz tenue, el plató sobre el que parece se han barajado las pruebas y la documentación. Sólo falta el corcho y los hilos sobre las chinchetas con las fotos de los protagonistas. Voz grave: “Pondremos luz a la oscuridad”. Esta entradilla se ha convertido en un fenómeno. Carles Porta ha conseguido transportar sus investigaciones de sucesos a un estadio pop. Días atrás, 3Cat presentaba la quinta temporada del programa de Crims en el cine Phenomena con más de 400 fieles del formato.

🔪Carles Porta: "Expliquem crims, no els jutgem"
 

Podría ser tu vecino

“Es un fenómeno que se ha generado solo y a mí se me escapa. Soy una persona muy normal y estas cosas, cuando pasan, trato de entenderlas y gestionarlas lo mejor posible. Si te fijas, tengo tendencia a salir poco en los medios, a hablar poco”, nos explicaba ayer el mismo Porta. Es una de las bazas del productor catalán y del mismo programa: la normalidad. La barba desaliñada, la sesentena ya cumplida, camisa e imperio. ¿Cómo he llegado yo hasta aquí? En la presentación se sacudía las acusaciones de morboso y destacaba el acercamiento riguroso y en pro de las víctimas. Una cosa está clara –entiéndase la ironía–, gracias al formato de Porta, a todos los integrantes del club del Crimen de la Guardia Urbana (2017) les resultará sencillísimo volver a hacer vida normal. Habría que saber qué pensarían al respecto Carme Gallart y su entorno, protagonistas del primer episodio de la quinta temporada.

Crims hace tres cosas con mucho criterio: encontrar y trabajar las historias, vestirlas de aparente objetividad amparándose en pruebas y testigos, y arrancarles toda conexión con lo estructural

El nuevo volumen de la serie es lo que se espera: desaparición, círculo cercano, una llamada y finalmente, jugada maestra de la policía que, por lo general, siempre sale reforzada en el formato. Crims hace tres cosas con mucho criterio: encontrar y trabajar las historias (la jefa de contenidos de True Crime Factory es la reputada periodista Anna Punsí), vestirlas de aparente objetividad amparándose en pruebas y testigos, y arrancarles toda conexión con lo estructural. Si Truman Capote se tragara uno de los programas, vería que perdió el tiempo, y el dinero, construyendo tan minuciosamente A sangre fría (1965).

Presentació Crims Phenomena Carles Porta / Foto: Carlos Baglietto
Carles Porta durante la presentación de la nueva temporada de Crims en el cine Phenomena / Foto: Carlos Baglietto

Crims vuelve para seguir triunfando. El audiovisual es como un capítulo de Dexter: autoconclusivo, previsible y picadito. Su mérito narrativo tiene. También hay que alabar al que inventara la hamburguesa de consumo rápido. Pero nadie le llamaría chef. Las obstinadas músicas, el fondo industrial para los testigos, los horrendos planos panorámicos para dramatizar escenas. Porta, que ha logrado llevar el formato a plataformas internacionales, seguirá engordando su vaca; sin aportar más que haber industrializado algo vacío y maniqueo. Así son los true crime: exportables. Cada país tiene los suyos, y como el lenguaje es el mismo, los de cada país son de todos.

Crims es como un capítulo de Dexter: autoconclusivo, previsible y picadito. Su mérito narrativo tiene

La semilla de todo este fenómeno es antigua. Crims y todos los docucrimes de su pelaje son herencia de un periodismo que no ha sabido –o no ha querido– ubicar los sucesos en otro lugar: fuera de lo escabroso, de lo simplista (malos y buenos)… Está por ver que haya secciones de sucesos que incorporen con normalidad variables de género o pobreza. Que vean en un asesinato poder, lo simbólico, lo institucional y, sobre todo, la desigualdad. Que se centren en el porqué y no en el cómo. La maquinaria que enarbola historias de pesquisas, patologías, que crea el imaginario de podría ser tu vecino, no está haciendo más que la de alimentar a perpetuidad la sospecha sobre el otro. Una temporada más.