Ya era hora, TV3. Ser catalán a menudo es aburrido. Un cñazo. Debe ser por este hecho de ser un país sin Estado. Somos y seremos, pero todavía nos gustaría ser más, mucho más. Pero como todavía no lo somos, nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos. Y siempre lo tenemos que hacer mucho mejor y más grande que el resto. Doble salto mortal adelante y triple hacia atrás. Todo tiene que ser multitudinario e histórico. Ya sea ir a comprar el pan o salir a la calle para pedir la independencia. Sin olvidarnos de que, tanto para un hecho como para el otro, evidentemente, nos tenemos que levantar muy temprano muy temprano para ser imparables. Y si no suena el despertador, es que Madrid nos roba.

Alegría

No podrán nada ante un pueblo combativo, sí, pero también alegre. Aquella alegría que cantaba Antònia Font en todo su ancho de banda. Porque, a quién queremos engañar, a nosotros, los catalanes y las catalanas, también nos gusta el salseo, leer cada mañana el EnBlau, para irritación y enfado de nuestra gente guapa, y ver realities y talent shows. Un formato que La Nostra había tenido olvidado hasta que semanas atrás estrenó Euforia -fieles a la realidad, alguno había producido, pero todos han sido tan quecos y empapados a nuestra tradición noucentista y más allá (¿verdad El llop? Gran programa, todo se tiene que decir)-, que, seamos sinceros, daba pereza.


TV3 vive su particular momento de Eufòria

Atrapado en el tiempo

Hubo un tiempo que TV3 (también) era irreverente, trangresora. Aquella época en qué Mikimoto, aka Miquel Calçada, conducía Personas Humanas, el primer late show de la televisión estatal; La Cubana realizaba los especiales de fin de Año y Jordi González nos explicaba Las 1000 y una las noches de verano. Todo acabó aquel día que Mikimoto, aka Miquel Calçada, hizo aquel chiste sobre la Infanta Elena (si no me equivoco, en realidad fue Quim Monzó, colaborador del programa, quien lo hizo) y lo fulminaron de la noche a la mañana (tiempo después volvería con aquella exquisitez que fue Afers exteriors). Desde entonces ver La Nostra ha sido como vivir un día tras otro atrapado en el tiempo. Encender el aparato y pulaar el tres del mando era encontrarte irremediablemente con Tomàs Molina, Helena García Melero, Toni Soler y Lluís Canut.

Loco por ti

El año 2001, TVE, otra televisión que huele a naftalina, estrenó Operación Triunfo, la madre de todos los talent shows. Un formato ideado por una productora, no olvidemos, catalana, que desde entonces ha sido imitado y copiado mil y una veces en todas las televisiones del mundo. En todas menos en La Nostra. Los catalanes hacemos cosas, pero no talent shows. Cuando menos hasta el estreno de Euforia. Tengo que confesar que de salida me dio mucha pereza: ¿un talent show de TV3 que toma el nombre (y el grafismo) de la serie de moda? Me imaginaba el típico espacio blanquecino, inofensivo y anodino con cuatro concursantes haciendo el enésima versión del 'Boig per tu' de Sau (oj, que seguro que algún día nos la vuelven a colar). Me equivocaba.

20 años tarde

Con Euforia TV3 entra en el siglo XXI 20 años tarde, pero por fin llega. No inventa nada, de hecho, todo es un calco del formato original, pero el plagio está perfectamente perpetrado. Realización notable, presentadores y miembros del jurado, con alguno  pero, bien seleccionados (un monumento a quien haya otorgado ladirección musical a Jordi Cubino: como productor de música disco los años ochenta y bajo el nombre de David Lyme, una de las figuras más importantes de la historia de la música en Catalunya), èn Euforia destacan especialmente dos aspectos: la elección musical, por fin hemos abandonado el cancionero de fuego de campo para, sin olvidarnos de Txarangos y Oques Grasses abrirnos a los éxitos internacionales del momento; y la selección de los concursantes, un casting perfectamente trabajado con un abanico de voces y personalidades que, pontenciado por un magnífico trabajo en las redes sociales, ha conectado al instante con la audiencia más joven. Hacía años, si no décadas que TV3 no conseguía infiltrarse entre este público.

Los catalanes hacemos cosas y ahora también talent shows. Sólo hace falta que TV3 se anime con un Gran Hermano y ya seremos un país plenamente normal. Y es que como canta Mazoni, no hay suficiente con la felicidad, exigimos Euforia.