La miniserie de HBO Max The Staircase recrea el caso real de Michael y Kathleen Peterson que ya dio pie a un documental del mismo título, pero consigue ir todavía más lejos.
La escalera
El 9 de diciembre del año 2001, Kathleen Peterson apareció muerta a los pies de la escalera de su casa. La llamada a la policía de su marido, el novelista Michael Peterson, apuntaba a un desafortunado accidente doméstico, pero enseguida se tipificó como crimen y el hombre se convirtió en su principal sospechoso. Hubo juicio y veredicto, pero el caso distó mucho de cerrarse: durante casi dos décadas, no paró de generar giros inesperados y revelaciones desarmantes. Dio pie a un espléndido documental de producción francesa y dirigido por Jean-Xavier de Lestrade (se puede ver en Netflix, por cierto), que se fue actualizando con el paso del tiempo para hacer justicia a las numerosas novedades del caso. Pero aun así, la última entrega, que fecha del 2018, no explica todos los acontecimientos. Por lo tanto, uno de los principales alicientes de The Staircase, miniserie de HBO Max que recrea la historia en un relato de ficción, es poder dar un nuevo final a la muerte de Kathleen Peterson y sus consecuencias, aparte de poner el foco en aspectos de la investigación que hasta ahora no se habían tratado con tanta atención al detalle. Se haya visto o no el documental, la miniserie es igualmente imprescindible. Consigue ser una aproximación nada convencional al lenguaje del True Crime, construye a los personajes con rigor y sobre todo saca mucho provecho en los laberintos del caso hasta convertirlo en un desgarrador|punzante y, a ratos, perturbador viaje a los secretos y mentiras de una familia acomodada.
The Staircase no deja de ser una radiografía de la imposibilidad de saber una verdad absoluta en un mundo donde se ha hecho casi impensable conocer de verdad a las personas
Lo que proyectamos y lo que somos
The Staircase tiene el acierto de hacernos conscientes, desde el principio, de la dimensión del caso. Su creador, Antonio Campos, integra la existencia del documental en el desarrollo de la historia y lo convierte en el contrapunto permanente de las ambivalencias de su personaje principal: eso hace que si has visto el documental el punto de vista de la reconstrucción se vuelva tan atípico como elocuente, y si no sabes nada de los hechos los dota de un registro entre irónico e inquietante. La miniserie hace un gran trabajo en diferentes frentes, tanto en la reconstrucción de la fatídica noche y sus múltiples incógnitas (no se sacan conclusiones, sino que es el espectador quien tiene que navegar entre evidencias, pistas y versiones confrontadas) como en la radiografía de unos personajes que encarnan, como manda el buen manual del género, la tiranía de las apariencias. The Staircase no deja de ser una radiografía de la imposibilidad de saber una verdad absoluta en un mundo donde se ha hecho casi impensable conocer de verdad a las personas. La convivencia con el monstruo, sus motivaciones, el individuo que proyectamos y lo que realmente somos, todos estos temas se va desgranando con una atmósfera profundamente adictiva y la certeza constante que cada casa tiene puertas que mejor no abrir nunca. Tiene mucho mérito hacerlo con este material y sin sucumbir a la tentación del True Crime al uso. Y si se sale tan bien es, en gran medida, por la interpretación de Colin Firth, tan metido en la piel de Peterson que hay momentos que no sabes dónde acaba el actor y dónde empieza el personaje.