Hay quien tuvo el "hype" desde el primer día, pero la pregunta "¿hace falta?" se cernió sobre el anuncio de Amazon de hacer una nueva adaptación con la serie El señor de los anillos: Los anillos de poer. Las dudas eran legítimas: al fin y al cabo, la trilogía cinematográfica de Peter Jackson, guste más o menos, tiene un valor iconográfico indiscutible, y ha marcado el camino a seguir para numerosas sagas posteriores.
Lo primero que se tiene que decir de Los anillos de poder es que sobrevive con nota a las odiosas comparaciones con respecto al trabajo de Jackson
Qué esperar de la serie 'El señor de los anillos: Los anillos de poder'
Su mérito principal fue romper unos cuantos tabúes para el fantástico en un momento donde todavía parecía inmune al prestigio y a los reconocimientos, Oscars incluidos. El primero que se tiene que decir de la serie Los anillos de poder es que sobrevive con nota a las odiosas comparaciones con respecto al trabajo de Jackson. No pretende replicar nada, sino recoger su herencia para una historia adaptada a la narrativa serial (la paradoja es que aquella trilogía, sumados los minutos, duraba más que una temporada televisiva) y lanzarse en busca de una personalidad propia. Dicho de otra manera, piensas en las películas mientras la miras, pero en ningún momento te da la sensación de estar viendo una fotocopia o un acto de oportunismo.
Te abre las puertas a un mundo que transmite aires de novedad y sabe deslumbrarte con detalles que te resultan familiares pero nunca habías visto
De hecho, lo mejor que tienen sus dos primeros episodios, firmados con mucha solvencia por el director J.A. Bayona, es que a pesar de sus poderosos referentes te abre las puertas a un mundo que transmite aires de novedad y sabe deslumbrarte con detalles que te resultan familiares pero nunca habías visto de la misma manera. Por eso no es nada exagerado afirmar que pocas veces hemos visto un producto de "streaming" tan bien confeccionado como este.
Los anillos de poder juega a poner luz a la oscuridad de los acontecimientos pasados, aquellos que se apuntaban o resonaban en las tramas que se han acabado popularizando
'Los anillos de poder' y 'La casa del Dragón'
Otra comparación inevitable a hacer es con Juego de Tronos y La casa del Dragón. Como en esta última, Los anillos de poder juega a poner luz a la oscuridad de los acontecimientos pasados, aquellos que se apuntaban o resonaban en las tramas que se han acabado popularizando. Pero si bien La casa del Dragón es tan correcta como fría, porque se ancla en exceso en ideas, situaciones y personajes que el espectador evoca a cada secuencia, Los anillos de poder trasciende cronologías y analogías gracias a un estilo visual que apela a eso tan necesario -y a menudo añorado- que es el sentido de la maravilla.
Mirando los episodios de Bayona queda claro que esta nueva visita a los mundos de Tolkien tiene épica, rigor formal y, lo más importante, un alma propia
Mirando los episodios de Bayona queda claro que esta nueva visita a los mundos de Tolkien tiene épica, rigor formal y, lo más importante, un alma propia: en este sentido, uno de los grandes hallazgos de la serie es cómo sabe adaptar cada atmósfera en la idiosincrasia de los personajes (Jackson también lo hacía, pero a veces sucumbía a las tiranías del empacho digital) y que, aunque hay momentos donde sería preferible que el poder de la imagen sustituyera más el de la palabra, equilibra bien los numerosos frentes narrativos que va abriendo.
Es muy espectacular, sí, pero lo que acaba dándole valor es su atención al detalle y el gran trabajo de un reparto entregado a la causa
Falta ver cómo evoluciona para hacer los verdaderos diagnósticos de Los anillos de poder, pero de momento la presentación de personajes es notable y se nota una inusual dedicación a construir un relato visual que se hace incluso hipnótico. Es muy espectacular, sí, pero lo que acaba dándole valor es su atención al detalle y el gran trabajo de un reparto entregado a la causa. En un panorama superpoblado de series que no te dan lo que esperas, se agradece encontrar una tan obcecada con estar a la altura de las expectativas.