Cruel Summer es como aquellas patatas chip que una vez empiezas a comerlas ya no puedes parar. Un thriller, con sello de facturación Amazon, que sabe mantenernos pendientes de un misterio que deja un regusto amargo... ¡Como tiene que ser!

Una intriga turbulenta y adictiva

Cruel Summer se apunta a una modalidad de thriller que se ha vuelto recurrente en las plataformas: el que se sirve de las convenciones del melodrama juvenil para elaborar un misterio que, recogiendo la mejor tradición del género, depende del punto de vista para resolverlo.

Eso no quiere decir que sea especialmente original ni que no abuse de determinadas trampas narrativas, pero, con todas sus irregularidades, se convierte en una intriga turbulenta y adictiva que, si bien no acaba de entrar a fondo en ninguno de los debates que plantea, como mínimo sabe mantener la tensión a lo largo de sus diez episodios. La historia es aparentemente sencilla, pero a medida que avanza va convirtiéndose en un tratado sobre el poder de las apariencias.

La acción se sitúa entre los veranos de 1993 y 1995, y empieza cuando Kate Wallis, hija de una familia acomodada y una de las chicas más populares de una comunidad de Texas, desaparece sin dejar rastro. Jeanette, que la admiraba en secreto y parece ser invisible para la mayoría de gente, acaba sustituyéndola en el imaginario colectivo. Se hace muy popular e incluso enamora a la antigua pareja de la víctima. Pero cuando se descubre que Kate había sido secuestrada y es liberada por la policía, esta asegura que Jeanette sabía que la habían raptado y la acusa públicamente de no haberla querido ayudar para poder quedarse con su vida.

A partir de aquí se inicia un duelo, emocional y también judicial, para saber quién dice la verdad. Y cuanto más se profundiza en las motivaciones de una y otra, más cuesta determinar el grado de responsabilidad de todos los implicados en el caso.

13 razones más

Apunta no pocas denuncias sobre la toxicidad, la fiscalización, el menosprecio a la mujer y el papel de los medios en su cronificación, pero Cruel Summer prefiere dejarlas en enunciados y centrarse en la construcción y resolución de sus enigmas.

En algunos aspectos se parece a la primera temporada de Por trece razones, pero sin sermonear más de la cuenta y aportando ideas bastante interesantes sobre la perspectiva con la que tendemos a tomarnos las crónicas de sucesos: viene a decir que las cosas no son nunca blancas o negras, que los matices pueden ser la clave para entender realidades muy complejas, y que la diferencia entre hacer una cosa y que de verdad quieras hacerla puede ser más frágil de lo que nos imaginamos.

También explora con habilidad las ambivalencias de conceptos tradicionalmente expuestos de manera demasiado categórica, como la maldad, el amor o la amistad. En un momento de la película Scream, un personaje exclamaba que "todo el mundo es sospechoso" y, mirando esta serie, efectivamente hay momentos que te parece que no hay nada claro, ni personas libres de culpa. Es lo que la convierte en una serie tan eficaz, porque el entramado narrativo y las atmósferas que lo envuelven consiguen que no puedas parar de mirarla.

Sabes que hay más de lo que ves y de lo que te dicen, que las protagonistas no son simples clichés al servicio del misterio; por eso avanzas, para acercarte a una verdad que nunca parece absoluta. Toma decisiones discutibles con algunos personajes, pero no hay duda de que como thriller es solvente y además acierta de lleno con una escena final que reajusta con mala sombra la percepción del todo lo que has visto. Imprescindible, en este sentido, destacar el buen trabajo de su reparto, y muy en particular de Olivia Holt y Chiara Aurelia.