"Ver cómo se levantan y siguen luchando día a día de forma digna me sirve para seguir creyendo en el ser humano y, por extensión, en el periodismo". Quien habla es Gervasio Sánchez, fotoperiodista y autor de Vides minadas/25 años, una exposición que muestra las secuelas de las minas antipersonas por todo el mundo. Se trata de un proyecto que agrupa decenas de fotografías con historias reales de personas que han sufrido los daños de esta situación, quedando heridas por artefactos que no fueron retirados en sus respectivos países después de un conflicto bélico, y que pretende subrayar la importancia de documentar una lacra que afecta a víctimas civiles de todo el mundo. Después de pasar por Zaragoza y Madrid, la exposición ha desembarcado esta semana en el Palau Robert, donde estará en la sala número tres hasta el 25 de agosto.
Se trata de una propuesta firmada por Sánchez, especializado en conflictos armados y premiado en múltiples ocasiones con galardones nacionales e internacionales por sus coberturas en diferentes países. El fotoperiodista lleva trabajando con víctimas de minas antipersonas desde septiembre de 1995, cuando a raíz de un viaje financiado por una revista del corazón hizo una primera expedición en Angola, donde se encontró una realidad extremadamente dura. "Me quedé muy impactado por una situación que conocía, pero de la que no sabía el impacto que podía tener en los civiles" sostiene, y eso lo llevó a documentar la situación no solo en este lugar, sino también en Mozambique, Camboya, Afganistán, Nicaragua o Colombia. El objetivo era transmitir las consecuencias de estas situaciones, que pueden derivar en una amputación o en la pérdida de la vista, por ejemplo, y que cambian la vida de los afectados de forma radical. "Limitan su vida, los obligan a cambiar de profesión... las secuelas de la guerra son para siempre", insiste. De hecho, el fotoperiodista recuerda que, en buena parte de los casos, las víctimas no saben ni porque sus países están en guerra, y que todo se traduce solo en mucho "dolor y una gran injusticia".
Más de cuatro décadas trabajando en zonas de conflicto
Después de cuarenta años trabajando en zonas de conflicto, Sánchez admite que su trabajo le ha pasado factura, con muchos momentos duros que lo han llevado a "desconfiar" del ser humano. "He visto a gente matar, porque hay muy poca que prefiera morir antes que hacerlo", señala, "por eso ver cómo las víctimas civiles se levantan es una proeza de vida". De hecho, el autor de la muestra va más allá y asegura que se han convertido en su familia universal y que le han dado muchas alegrías. Por el contrario, es crítico con los medios de comunicación, los cuales afirma que muchas veces no hacen el trabajo que tendrían que hacer porque están "orquestados por agendas que no son periodísticas, sino políticas y económicas, con intereses por el medio, y que poco tienen que ver con el periodismo". Un ejemplo, cree, es el mismo tratamiento de las guerras, donde hay algunas "mediáticas" que pasan por delante de muchas otras. "Ni antes ni ahora se ha apostado por historias a largo plazo, y este es uno de los dramas de nuestro oficio", lamenta. "Aquellos que tendrían que estar al frente de grandes investigaciones periodísticas están demasiado pendientes de las entrevistas pactadas y de las declaraciones de los políticos, y no centrados en otros grandes temas que están pasando".