El último día del Cruïlla 2022 después de un viernes apoteósico, este sábado se volvía a demostrar que, tras el Primavera Sound, el Sónar o el Festival Vida, la música ha ganado definitivamente el pulso a la pandemia y que, pese a las nuevas variantes de covid y enésima ola, mover el culo en el Parc del Fòrum es casi un derecho fundamental. Con un cartel encabezado por los icónicos Juan Luis Guerra y Rubén Blades, este sábado el Festival Cruïlla ha llenado de salsa, bachata y merengue la ciudad de Barcelona, que se despierta con la última resaca de festivales antes de que los más fiesteros hagan su propia "ruta del bacalao" y migren a nuevos eventos como el FIB o el Arenal Sound.

Empezar la tarde con los ritmos suaves y originales de Habla de mí en presenteDePedro es como los cócteles antes del banquete de una boda, el momento ideal para relajarse después de la ceremonia y abrir boca antes de los platos fuertes con las estrellas de la noche: Juan Luis Guerra y Rubén Blades, que no defraudaron con su "remember" de canciones universales como "La Bilirrubina" o "Pedro Navajas", respectivamente.

No a la guerra, sí a Juan Luis y también a Rubén Blades

Ambos referentes internacionales llenaron el escenario Estrella Damm, el más grande del Cruïlla, de personas de todas las edades, incluidos los carritos de bebé, aunque predominaban los boomers que parecían estar viviendo una segunda juventud a medio camino de superar el síndrome del nido vacío a golpe de salsa, bachata y merengue.

Hasta los más arrítmicos tuvieron la oportunidad de bailar al ritmo de las maracas del panameño Rubén Blades, acompañado de la Roberto Delgado Orquesta, que hizo un repaso de más de dos horas de toda su carrera en el único concierto que dará en Europa este verano y compartiendo escenario con el también icónico Juan Luis Guerra, cuyo nombre dio pie a una de las ocurrentes frases estampadas en las camisetas de merchandising: "No a la guerra, sí a Juan Luis". Blades, con su habitual elegancia y coronado por su icónico sombrero, paseaba por el escenario con la mano en el bolsillo, a sabiendas de que también tenía al público en el mismo bolsillo, hablando de Joan Manuel Serrat y explicando canción a canción su trayectoria, desde la muerte de su madre hasta la explotación con "El Indio", así como otras penas que luego se diluían entre trompetas y percusión.

Ruben Blades / Foto: Eric Altimis

Queralt Lahoz y el reflote de cultura charnega

Y entre los dos veteranos llegaba Queralt Lahoz, una de las voces emergentes más poderosas, que reconcilia la cultura más castiza y charnega con el catalanismo de pura cepa. Con su voz profunda, su fusión de música actual con géneros como el bolero y rodeada de un aura de salvaje orgullo, la de Santa Coloma de Gramenet hizo bailar a boomers millennials con temas como "Me gusta" y llenó el escenario de esa chulería tan humilde que la caracteriza con su "De la cueva a los olivos", dos símbolos que reivindica sobre sus orígenes familiares en Granada y la conciencia de clase obrera. Sudando en la carpa del escenario Four Roses, que contaba con aforo limitado para descontento general del público, no paró quieta ni un segundo, sin perder el aliento entre pasos de salsa, saltos y agradecimientos a su gente y al público.

Queralt Lahoz / Foto: Eric Altimis

Este sábado de Cruïlla 2022 cerraba la edición con un día marcado por la presencia de grupos catalanes que se abren paso en los escenarios, como Joan Dausà, que recientemente conseguía la producción de Alizzz, el dúo de hermanos Júlia i Pau Serrasolsas conocidos como Ginestà, y ya los típicos grupos como Buhos, The Tyets o Els Catarres, y entre los que brillaron las grandes Tanxugueiras, las gallegas ganadoras reclamadas por el público como candidatas a Eurovisión 2022, que llenaron de folklore el escenario Vueling tras la polémica por la estelada en un concierto en Valencia.

Colectivo Da Silva ponían el broche final a la música más indie del Cruïlla para dejar paso a los alemanes Seeed y a Sofi Tukker Dj Set, que acabaron revolucionando la noche con sus melodías electrónicas y cerrando una edición del festival de Barcelona que ha contado con la friolera de 72.000 espectadores, mientras la organización ya prepara el Cruïlla de Tardor y el Cruïlla 2023.