Palermo, capital de Sicilia, 27 de marzo de 1702. Primeros compases de la Guerra de Sucesión hispánica. Juan Manuel Fernandez-Pacheco Cabrera de Bobadilla y de Zúñiga, duque de Escalona y virrey de Felipe V en Sicilia, ordenaba la ejecución de Gennaro Capellani, líder de un movimiento social y político que ambicionaba convertir la isla sícula en una república independiente. El proyecto de Capellani, que tenía el apoyo del Pontificado, estaba claramente inspirado en los fenómenos revolucionarios catalán —impulsado por Pau Claris— (1640-1652/59), inglés —liderado por Oliver Cromwell— (1642-1651) y neerlandés —promovido por los hermanos De Witt— (1653-1672). Capellani fue delatado por un terrateniente latifundista local, el príncipe de Cutó, un "capu" de la mafia nobiliaria que trabajaba a las órdenes del aparato de dominación hispánico.

Felipe V y su virrey en Sicilia. Fuente Museo Cerralbo Madrid y Real Academia de Historia
Felipe V y su virrey en Sicilia / Fuente: Museo Cerralbo y Real Academia de la Historia

¿Qué relación tiene la ejecución de Capellani y el origen de la mafia?

La ejecución de Capellani en manos del aparato de dominación hispánico marcaría el final de los procesos revolucionarios sicilianos, iniciados medio siglo atrás con Giuseppe d'Alessi (1647-1648) y Antonino Lo Giudice (1649). Y si bien es cierto que, poco después, hubo un último intento revolucionario (1708), la desaparición de Capellani impediría la culminación de un proyecto político de gran importancia, que habría transportado a la sociedad siciliana a la modernidad. Esta es la tesis que, mayoritariamente, defienden los historiadores contemporáneos sicilianos. El asesinato de Capellani y la eliminación de su proceso revolucionario no guarda ninguna relación con el origen del fenómeno mafioso, pero sí explica el fracaso de un proceso y las consecuencias que de él se derivaron: la perpetuación del régimen feudal y de los mecanismos subterráneos que lo combatían.

¿En qué paisaje surge la mafia siciliana?

Los primeros testimonios de la existencia del fenómeno mafioso datan de principios del siglo XV (tres centurias antes de los procesos revolucionarios de D'Alessi, Lo Giudice y Capellani). En aquella época, Sicilia era un territorio con un generoso régimen pluvial (sobre todo en la mitad occidental), era muy poblado (disponía de una abundante mano de obra) y era un gran productor de cereales (proveía de trigo candeal a los mercados catalanes, sobre todo en épocas de crisis de cosechas). Pero también era una sociedad sometida a las fortísimas tensiones que anunciaban el fin de la edad media y del régimen feudal. En aquel contexto histórico, el Estado —como nosotros lo conocemos— no existía, y la policía o la justicia —por citar dos de las estructuras del Estado moderno— o no existían o estaban en manos de los poderosos. Los crímenes que perpetraban los poderosos para reforzar un clima de terror, que era el pilar del sistema, generalmente quedaban impunes.

Baluarte de Puerta Nueva. Palermo (siglo XVIII). Fuente Museo San Martino
Baluarte de Porta Nuova. Palermo (siglo XVIII) / Fuente: Museo San Martino

La génesis

En aquel paisaje de violencia y de injusticia (siglos XV y XVI), surgirían una serie de grupos que operarían como sociedades secretas y que se articularían de forma jerarquizada a partir de la figura de un "capu", que, generalmente, era un personaje de cierta relevancia en la comunidad, pero de origen humilde (un mayoral, un rector parroquial, etc.). Inicialmente, estos grupos se identificaban con la advocación a un santo de género masculino (san Pablo, san Antonio, san José, etc.) y estaban integrados por hombres de una misma familia extensa (que reconocían a un antepasado común). Esta identidad grupal (familia extensa) era un fenómeno muy generalizado en la Europa medieval. Por lo tanto, aquellas sociedades mafiosas primigenias no inventaron nada, sino que se desarrollaron a partir de unos patrones sociales y culturales ya existentes.

Las redes

Estos grupos adquirieron fuerza a medida que integraban a gente en todos los estratos de su estructura: desde "suttacapu" (los que se situaban inmediatamente por debajo del "capu") hasta "surdati" (los "soldados"), y se abrían a personas, sin distinción de género, que ya no eran de la familia extensa originaria. Por ejemplo, si un poderoso —o alguien de su entorno— violaba a una niña o a una mujer de clase humilde, la familia de la víctima se ponía en contacto con alguien de confianza que los dirigía hasta una sociedad secreta, que decidía cómo y cuándo se impartiría justicia. A partir de ese momento, el cabeza de casa de la familia de la víctima quedaba para siempre vinculado, de uno u otro modo, a aquella sociedad, con expresiones de la naturaleza de: "... hoy repararemos el honor de tu familia y mañana te pediremos una cosa y tú no te podrás negar".

Palacio de los Normandos. Palermo (siglo XVIII). Sede del aparato represor hispánico. Fuente Colección Unesco
Palacio de los Normandos. Palermo (siglo XVIII). Sede del aparato represor hispánico / Fuente: Colección Unesco

La rápida evolución del fenómeno

Cuando se produjeron los primeros fenómenos revolucionarios sicilianos (1647-1649), el fenómeno mafioso ya se había extendido por todos los estratos de la sociedad. Desde finales del siglo anterior, muchas familias de la nobleza rural y latifundista siciliana habían creado estructuras mafiosas que operaban como ejércitos privados (una versión propia del fenómeno del bandolerismo) y que atacaban intereses rivales (otras familias nobiliarias, las clases mercantiles de Palermo y de Mesina o el aparato de dominación hispánico). Pero el sistema de reclutamiento era diferente. Los surdati de las mafias nobiliarias procedían, directamente, del mundo delincuencial: eran los "omini di mano" (los hombres de mano). Durante el siglo XVII, los omini di mano de las familias nobiliarias sicilianas alcanzarían el control absoluto del orden en las ciudades, principalmente en Palermo, la capital.

¿Dónde se reunían estas sociedades secretas?

Las sociedades mafiosas primigenias (siglos XV y XVI) surgieron y se desarrollaron en el ámbito rural. Y se reunían en lugares privados y discretos (granjas o ermitas aisladas). Pero cuando este fenómeno arraiga en el medio urbano (siglo XVII), el abanico de espacios se ampliaría notablemente. Los mafiosos que colgaban de una red sustentada por una familia nobiliaria rendían cuentas en la casa-palacio del patrón. En cambio, los que formaban parte de una organización de raíz tradicional lo hacían en espacios incógnitos de la trama urbana. En Palermo, el subsuelo del Vico del Capo es un hormiguero de enigmáticas galerías que datan de la época romana (Ossuna, Beati Paoli, etc.) y que eran los santuarios de los lazzari (una palabra siciliana que significaba "andrajosos" o "harapientos", y que se utilizaba para referirse a los soldados de las sociedades mafiosas tradicionales).

Palacio Senatorial, suyo del poder municipal y Fontana Pretoria. Palermo (siglo XVIII). Fuente Palazzo Senatorio
Palacio Senatorial, suyo del poder municipal y Fontana Pretoria. Palermo (siglo XVIII) / Fuente: Palazzo Senatorio

¿De dónde viene el nombre de "mafia"?

El origen de la mafia siciliana se explica, también, como resultado de la evolución del fenómeno bandolero de la época barroca (propio de las sociedades donde el feudalismo se resistía a desaparecer) y de la supervivencia de estas dinámicas (que se da en aquellos países donde el feudalismo no caería). La represión hispánica —con la inestimable colaboración de la nobleza latifundista local— contra los revolucionarios sicilianos, que se rebelaban al grito de "Fora lu spagnolu!" (¡Fuera los españoles!), impediría superar el régimen feudal y perpetuaría los mecanismos —inicialmente de defensa—, que se transformarían y sofisticarían como instrumentos de poder al margen del sistema. Aquellos surdati que desafiaban todos los patrones sociales y todos los códigos legales, serían denominados "mafiusu" (una palabra siciliana que equivaldría a "arrogante", "audaz").

El virrey hispánico de Napols i Masaniello, lider independentista napolitano, asesinado por Omini di Mano por orden del virrey. Fuente Ayuntamiento de Sevilla y Museo San Martino
El virrey hispánico de Nápoles y Masaniello, líder independentista napolitano, asesinado por omini di mano por orden del virrey / Fuente: Ayuntamiento de Sevilla y Museo San Martino