París (reino de Francia), 28 de marzo del 845. Hace 1.179 años. El ejército del rey Carlos II, nieto de Carlomagno y primer rey de Francia, se enfrentaba y derrotaba a las tropas vikingas comandadas por el mítico Ragnar Lodbrock, que habían surcado las aguas del río Sena con el objetivo de llegar y saquear París. Según una vieja tradición catalana, Wifredo el Velloso —conde de Barcelona y de Urgell, y pariente y vasallo del rey de Francia— fue herido de muerte en aquella batalla. Evacuado a la tienda del rey Carlos— el monarca le concedió un escudo de armas que dibujó con los dedos empapados de la sangre del conde catalán. De esta forma, se explicaba el origen remoto de la bandera cuatribarrada. ¿Pero aquella romántica tradición es hija de la realidad o, simplemente, es una bonita leyenda? ¿Cuál es el auténtico origen de la bandera cuatribarrada?

Representación bajo medieval de Carlomagno con la enseña pontifical (siglo XIV). Fuente Biblioteca de la Universidad de Salamanca
Representación bajo medieval de Carlomagno con la enseña pontifical (siglo XIV). Fuente Biblioteca de la Universidad de Salamanca.

¿Cómo se construye la historia de las cuatro barras de sangre?

Es muy probable que la historia de las cuatro barras de sangre empezara a circular como una tradición oral a caballo del año 1000, poco después de la primera independencia (conde Borrell II, 985). No obstante, no aparece documentada hasta cinco siglos después. El año 1551 el escritor valenciano Pere Antoni Beuter publicaba un texto en el que se explicaba que el conde barcelonés Wifredo el Velloso habría acudido al llamamiento del rey Carlos II, hijo de Luis I y nieto de Carlomagno, para combatir la amenaza vikinga. Beuter explica que Wifredo habría sido herido de muerte, y el rey Carlos, agradecido por su fidelidad, le habría ofrecido un escudo liso para dibujar la señal heráldica que luciría su estirpe (sus descendientes). Aquel escudo estaría formado por cuatro barras sobre fondo dorado, trazadas con los dedos del rey y con la sangre de Widredo.

¿Por qué el conde Wifredo es el protagonista de la historia de las cuatro barras de sangre?

Con independencia de la veracidad o no de aquella tradición, el protagonismo de Widredo en la construcción y el desarrollo de aquella historia merece uno aparte. ¿Por qué Widredo , y no Suniario, Miró o Borrell —para citar a tres condes coetáneos del Velloso—, es el protagonista de aquella historia? ¿Qué papel jugaba Wifredo en el imaginario de aquella sociedad catalana primigenia del año 1000? ¿Por qué la figura de Wifredo está atada a la creación de la enseña nacional de los catalanes? Pues, principalmente, por qué aquellos catalanes primigenios tenían plena conciencia de que Wifredo había sido el fundador de una estirpe indígena de gobernantes. Wifredo no sería el primer conde independiente de Barcelona y de Urgell, pero sí que sería el primer conde de la Marca carolingia de Gotia que, a su muerte (897) transmitiría su cargo por herencia.

Representación contemporánea de Guifré y las cuatro barras de sangre, obra de Pau Bejarano (1892). Fuente Castillo de Santa Florentina. Canet de Mar
Representación contemporánea de Wifredo y las cuatro barras de sangre, obra de Pau Bejarano (1892). Fuente Castillo de Santa Florentina, Canet de Mar.

Wifredo no estuvo nunca en aquella batalla

La historia de las cuatro barras de sangre es una bonita tradición construida con elementos de la épica caballeresca propios de la cultura medieval europea. Como lo es, por ejemplo, la tradición artúrica (el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda) que quiere explicar la génesis de la nación bretona. Pero la historia de Wifredo y las barras de sangre, como la de Arturo, solo es una romántica tradición. El Velloso no pudo estar a la batalla de París, porque en el año 845 solo era un niño de cinco años. En aquel momento, el conde carolingio que gobernaba Barcelona y Urgell era Sunifredo, el padre de Wifredo. Y las fuentes documentales no sitúan ni a Sunifredo ni sus sucesores Guillermo de Septimania, Alerán de Troyes, Odalrico, Humfrido y Bernat de Gotia (que, todavía, ejercerían el cargo por nombramiento real), ni, todavía menos, a Wifredo, en aquel campo de batalla.

¿Entonces, de donde viene la bandera cuatribarrada?

El origen de la bandera cuatribarrada ha sido objeto de un intenso debate historiográfico. Todavía, en la actualidad, no hay un consenso absoluto, pero hay una corriente académica mayoritaria que defiende el origen pontifical de la bandera cuatribarrada y su asociación con la casa condal de Barcelona a partir de Borrell II, el primer conde independiente (987). Según esta corriente mayoritaria, la negativa de Borrell a renovar el juramento de vasallaje al primer monarca francés de la casa Capeto fabricaría un escenario incierto. Borrell dejaba en suspenso la relación de subordinación con respecto a la corona y, mientras tanto, asumía el papel del rey en sus dominios condales. Pero no tenía ni la fuerza propia ni el reconocimiento externo para sostener esta posición. Por lo tanto, tenía que negociar una fórmula de protección con algún poderoso aliado.

Representación bajo medieval del pontifex Inocencio IV bajo el umbaculum encarnado y dorado (1246). Fuente Basílica dei Santi Quattro Coronati. Roma
Representación bajo medieval del pontífice Inocencio IV bajo el umbaculum encarnado y dorado (1246). Fuente Basílica dei Santi Quattro Coronati, Roma.

Borrell y el papa Juan XV

El pontífice Juan XV, que, curiosamente, había alcanzado la Cátedra de San Pedro mientras el general andalusí devastaba los condados del sur de la Gotia y se ponía la primera piedra de la crisis Barcelona-París (985), mantenía un importante conflicto diplomático con Hugo Capeto, nuevo rey de Francia (987). El papa y el rey se disputaban la facultad para nombrar obispos y abades (lo que significaba nombrar a sus respectivos partidarios). Y Borrell y su cancillería, que quería decir su círculo familiar inmediato (esposa, hijos, hijas, yernos, nueras), vieron una oportunidad y dirigieron la mirada hacia Roma. Los diversos viajes de Borrell a la Santa Sede (987-992) culminarían con el acuerdo según el cual los dominios condales de Borrell (Barcelona y Urgell) quedaban bajo la protección del pontificado.

Fragmento del Atlas Catalán de Abrahán Crezcas (1375). Fuente Bibliothèque Nationale de France
Fragmento del Atlas Catalán de Abrahán Crezcas (1375). Fuente Bibliothèque Nationale de France.

La enseña pontifical

Barcelona y Urgell se convirtió en uno más de los pequeños dominios del Mediterráneo occidental bajo el paraguas pontifical. En aquella época y posteriormente, lo eran también, por ejemplo, Niza, Pisa y Calabria, que, con Barcelona-Urgell, forjarían alianzas militares para la expansión de sus respectivos comercios marítimos. El ingreso en aquella alianza implicaría, también, que la familia de Borrell, es decir, el Casal de Barcelona-Urgell, asumía la enseña que el pontificado entregaba a sus aliados (una bandera de fondo amarillo y barras rojas). El testimonio más antiguo lo tenemos en la policromía del sepulcro de la condesa Ermesenda, muerta en 1058, medio siglo después de la alianza forjada por Borrell y un cuarto de siglo antes que los aragoneses buscaran y obtuvieran, también, la protección del paraguas pontifical (1083).

Sepulcro de la condesa Ermessenda. Fuente Catedral de Girona
Sepulcro de la condesa Ermesenda. Fuente catedral de Girona.