Tarragona, 17 de mayo de 1321. Hace 704 años. Las fuentes documentales relatan que con la llegada del Brazo Incorrupto de Santa Tecla, la reliquia icónica de la diócesis tarraconense, la ciudad se entregó a un clima apoteósico de celebraciones religiosas y civiles. La primera Procesión del Brazo (1321) es una de las primeras manifestaciones de esta naturaleza que tenemos documentadas en nuestro país. Las procesiones (de Semana Santa, de Corpus, de la Fiesta Patronal, para implorar el fin de una sequía o de una peste o para celebrar una victoria militar) forman parte de nuestro paisaje social desde los siglos centrales de la Edad Media. Sin embargo, ¿en qué momento y por qué motivo aparecen y de dónde procede la riqueza iconográfica que, con el transcurso del tiempo, se convierte en protagonista?

El año 1000
Superada la barrera psicológica y la cultura apocalíptica del año 1000, la mitad occidental del continente europeo conocería una explosión demográfica y un progresivo retorno a los modelos de vida urbana perdidos con el colapso del Estado romano (siglo V), y aprovechando esta inercia, el poder eclesiástico imprimiría una fuerza extraordinaria al proceso evangelizador de la sociedad de la época. Las primeras procesiones aparecen en este contexto social, político y cultural; de grandes roturaciones (conversión de masas forestales en tierras de labranza); creación de nuevos núcleos urbanos sobre las nuevas zonas de producción agraria (andamios, villas, arrabales) y encuadre de la sociedad (creación de infraestructuras del poder —torres fortificadas, sedes parroquiales— en todos los núcleos de población).
¿Cómo surgen las primeras procesiones?
En aquel mismo contexto social, político y cultural; las jerarquías eclesiásticas promovieron un tipo de manifestaciones que, si bien tenían raíces que se clavaban en la cultura romana y pagana; fueron concebidas con un propósito claramente evangelizador y adoctrinador. Estas manifestaciones, que fueron denominadas procesiones (del latín processonis, que significa "ir adelante") fueron concebidas como una representación en la cual participaba toda la comunidad. De forma activa, los que representaban los diversos papeles de aquellas tramas: los personajes históricos y los que incorporaba la tradición con el propósito de enriquecer aquella puesta en escena. Y de forma pasiva, todos los que asistían a aquella gigantesca escenificación y absorbían el mensaje que se proyectaba.

¿Qué tipo de procesiones se hacían?
Así pues, las procesiones surgen como un instrumento adoctrinador; pero se convierten en un elemento protagonista de la cultura cristiana y quedan asociadas a las manifestaciones festivas, especialmente en las sociedades que, después de la eclosión del protestantismo (siglo XVI), conservarían la tradición católica. A un nivel general, estas procesiones quedarían fijadas, especialmente, con las celebraciones religiosas de Semana Santa y de Corpus. También a un nivel general, se celebrarían —a título de agradecimiento a la divinidad— con motivo de una victoria militar trascendental. Y a un nivel más local, quedarían fijadas como el elemento protagonista en las celebraciones del santo patrón local, del santo patrón gremial o para implorar el fin de una sequía o de una peste.
La iconografía. El bestiario
El bestiario (el dragón, el águila, el buey o el león, entre otros) es una iconografía de tradición netamente catalana que está asociada a las fiestas de Corpus (veneración del sacramento de la Eucaristía) o las fiestas locales (onomástica del santo patrón). El origen de los elementos que forman el bestiario remontaría en la época noribérica (siglos V en II a.C.) y habrían trascendido a través de la tradición oral de las generaciones antiguas y medievales posteriores (siglos II a.C. en XIII d.C.). Pero a partir de la instauración de la fiesta de Corpus (1264), estos elementos serían oportunamente adaptados en el santoral cristiano. Por ejemplo, el león —por efecto de la tradición litúrgica cristiana— sería asociado a San Marco. Precisamente, Barcelona y Girona serían la segunda y tercera ciudad del mundo —después de Roma— en "procesionar" por Corpus. Con el bestiario catalán, por descontado.

La iconografía. Las hermandades
La socialización de la fiesta se traduciría en la progresiva incorporación de elementos de la sociedad civil a la representación de las procesiones. El caso más paradigmático sería el de las hermandades; formadas, básicamente, por agrupaciones gremiales urbanas. Estas agrupaciones se incorporaban a la parte activa o representativa de la procesión con un doble propósito. Primero, hacer ostentación pública de la piedad religiosa de sus integrantes. Y, en segundo lugar; mostrar, públicamente, su músculo social y económico. En cualquiera de los casos el objetivo final era prestigiar socialmente al colectivo. Y en este punto, es importante destacar que, en el umbral de la Revolución de las Germanías (1519-1522) los gremios revolucionarios de València ninguno-y-casal "procesionarian" armados hasta los dientes.
La iconografía. Los "pasos" de Semana Santa
Los pasos de Semana Santa y de los personajes que los rodean: los "Armados" o las "Matracas"; son los elementos más modernos de la procesión de Semana Santa. No obstante, su presencia ya se documenta en el siglo XVI. Una de las procesiones más antiguas de nuestro país, la del Santo Entierro, de Tarragona (creada en 1550); a mediados del siglo XVIII, documenta la existencia de representaciones estáticas del Vía Crucis (denominados "pasos") y la participación de los personajes que los rodean (la "Cohorte Romana" o la "Bandera Negra"). Un acta de 1758 de la Congregación de la Sangre, menciona una cohorte de armados formada por un "Capitán Manaies", cuatro portadores de hachas, un trompetero, un signífero (portaestandarte), seis tamborileros y treinta y dos soldados.

Sin embargo... ¿de dónde viene aquella iconografía?
Decíamos que el bestiario era una representación iconográfica netamente catalana que clava sus raíces en nuestra antigüedad más remota. Y que las representaciones vivas era un fenómeno más general, que remontaba en los siglos finales de la Edad Media y primeros de la Edad Moderna. Sin embargo... ¿y los "pasos"? ¿De dónde procedía esta tradición iconográfica? Pues, los precedentes más remotos de esta iconografía estarían muy extendidos. Serían representaciones individualizadas de elementos destacados del Vía Crucis como, por ejemplo, la Cruz de Jesucristo o la cuadriga romana. Sin embargo, ¿cuándo y cómo se reúnen estos elementos a modo de grupo escultórico sobre una plataforma transportable que explica, de forma gráfica, uno de los pasajes del Vía Crucis? ¿De dónde venden los "pasos"?
Los "pasos"
Pues el origen de aquellos "pasos" se sitúa en los históricos reinos de Nápoles y de Sicilia, que en el siglo XVIII formaban una sola unidad política; renombre reino de las Dos Sicilias y gobernado por el régimen absolutista de los Borbones napolitanos. El "paso" se "construyó" —simultáneamente— en la Campania, en la Calabria, en la Apulia, en la Basilicata y en Sicilia; y fue la culminación de una antiquísima tradición artística fuertemente mediatizada por el estilo barroco. Este estilo, el Barroco, en el reino de las Dos Sicilias (siglos XVI al XVIII), se convertiría en la señal de identidad de un poder pintiparado, todavía, en el régimen feudal de la Edad Media; y en la expresión más rampante de su ideología, radicalmente católica y antireformista y violentamente clasista y sectaria.

¿Cómo llegan los "pasos" a Catalunya?
Pero el Barroco napolitano y siciliano tenía, también, una maña nacida de las entrañas del pueblo, que sería la que "construiría" y pondría en escena los "pasos". Este barroco, que reunía el dramatismo propio de aquel estilo y el dinamismo que lo imprimía una larga tradición popular, se manifestaba en expresiones como la rica y colorida policromía de los carros, la creación de los pupis (los títeres) o de las figuras del belén (también originarias de Nápoles y Sicilia). El "paso" las Semanas Santas napolitana y siciliana trascendería su espacio geográfico. Y durante el siglo XVIII; mientras los Borbones gobernaban con mano de hierro y con pies de barro en Madrid y en Nápoles, aquellos "pasos" atravesarían el Mediterráneo y se esparcirían por los Países Catalanes y por el sur de la península Ibérica.