Al bosc s’hi arriba quan encara és fosc es una compilación de cuentos publicada en marzo del 2024 por l’Altra Editorial y Premi Documenta 2023. Maria Arimany, desconocida para mí, es una de las autoras que tendré en el radar a partir de ahora. Leer sus cuentos ha sido un gusto exquisito, propio de un banquete literario rico y diverso. Con este debut, la educadora social se posiciona en las letras catalanas.
Leer sus cuentos ha sido un gusto exquisito, propio de un banquete literario rico y diverso
El telón de fondo siempre es la montaña, la naturaleza, el bosque. Para Maria Arimany aunar la cotidianidad de las historias con el mundo natural forma parte de su estilo literario. El lenguaje es sencillo y delicado, pero hay partes de los cuentos con una fuerte carga de deseo, donde la protagonista explora su sexualidad y se redescubre. Muchos de los personajes son transversales a todos los cuentos, armando extractos independientes de una misma historia. La caracterización es natural, son personas con problemas, con vida propia, a las que les atraviesan sentimientos de celos, asco o ternura. Muchos son los temas tratados, como las rupturas o el paso del tiempo.
La caracterización es natural, son personas con problemas, con vida propia, a las que les atraviesan sentimientos de celos, asco o ternura
Escenas cotidianas cargadas de tensión
El Montseny es uno de los parajes escogidos y comunes a la mayoría de los lectores. La de Llerona ha escogido una montaña que muchas personas visitan. Un paraje donde muchos jóvenes han hablado en bajito, de setas o de desamores, de lo que fuera pertinente al lado de un fuego. El cuento más destacado según la contraportada es La farinera borda, donde las reflexiones sobre el duelo o la añoranza nutren el relato Arimany se mueve entre las dicotomías de la vida, entre las cotidianidades no escogidas: una muerte, un abandono o una ruptura.
Arimany se mueve entre las dicotomías de la vida, entre las cotidianidades no escogidas: una muerte, un abandono o una ruptura
En medio de los relatos, surgen listas de cosas a hacer, esas listas que plagan nuestros escritorios y que a cada tachón, suben nuestra serotonina. A mí el que más me ha emocionado ha sido No fer passar bou per bèstia grossa, en el que la autora describe con maestría la mañana de después del 50 cumpleaños de Eva. La imagen de la protagonista desplumando un pollo es tan gráfica que puedo percibir el olor cuando lo sumerge para escaldarlo. La destreza con la que describe el espacio, cómo Ramon la observa, cómo matan la mosca con ese trapo... Acciones que marcan un ritmo contundente, cargado de tensión y para finalizar:
-Què hi ha per dinar
-Rostit de pollastre.
Es ese tipo de efectos los que sorprenden en los relatos. La manera en la que la autora maneja el tiempo y las acciones es muy original. Por el momento, nos conformamos con esta novedad, pero ya estamos impacientes por ver con qué nos sorprenderá Maria Arimany, una nueva voz de la literatura catalana que ha irrumpido con uno de los géneros más difíciles, en mi opinión: el cuento.