Buenos Aires (colonia de Río de la Plata); 1750. El granjero catalán Joan Pere Serra iniciaba la construcción de un pequeño templo religioso que sería dedicado a la advocación de la Mare de Déu de Montserrat, patrona de Catalunya. Aquel templo —concluido en 1770 y reformado y ampliado en 1869— se convertiría en el núcleo de un barrio denominado Montserrat (situado en el suroeste de la trama histórica de la ciudad) que, entre 1750 y 1820, concentraría la inmigración catalana en Buenos Aires. Durante casi un siglo, miles de catalanes se establecerían en Montserrat que, en su plenitud, concentraría a unos 10.000 residentes (un 15% de la población de la ciudad). Y durante casi un siglo también, Montserrat sería la comunidad cataloparlante más numerosa del continente sudamericano.

¿Cómo se creó el barrio de Montserrat?

Hacia 1730, veinte años antes del inicio de la construcción de Montserrat, las fuentes ya documentan la existencia de una pequeña comunidad catalana en Buenos Aires, formada por una docena de familias dedicadas a actividades agropecuarias. Pero este no sería el futuro de aquella comunidad. A partir de 1770 —veinte años más tarde de la colocación de la primera piedra del templo y cuarenta después del primer testimonio de presencia catalana en el territorio— Montserrat experimentaría un alud de inmigración catalana que lo convertiría en un barrio con personalidad y administración propias y modificaría radicalmente su fisonomía inicial. A partir de 1770, Montserrat sería un barrio de comerciantes exportadores e importadores y de tenderos al por menor, exclusivamente catalán.

Plano de Buenos Aires (1750). Rodeado el espacio donde nacería y crecería el barrio de Montserrat / Fuente: Universidad Nacional de Rosario

¿De dónde procedían los catalanes de Montserrat?

Las fuentes revelan que los catalanes de Montserrat procedían, principalmente, del litoral central catalán (la fachada costera entre el Maresme —en el norte—, y el Baix Camp —en el sur—). Las estirpes Nadal, Reynals, Cornet, Fontrodona, Ballester, Busquets, Casanovas, Duran, Larreu, Matheu, Llavallol, Botet, Alsina, Rosiano, Roca, Vidal, Parareda, Fluix, Ponce, Sabatés o Miró; que formaban las élites de la comunidad catalana —y que aparecen documentados como los oficiales de la milicia civil "Miquelets de Catalunya", decisiva en la guerra de la independencia (1810-1814)— clavaban sus raíces en Barcelona, en Reus, en Mataró, en Vilanova, en Sitges, y en Tarragona. Sin obviar la presencia —en menor medida— de familias originarias de Lleida, de Tortosa, y de Girona.

¿A qué se dedicaban los catalanes de Montserrat?

Los catalanes de Montserrat tenían, en su inmensa mayoría, una historia personal y familiar en común. Originalmente (la primera generación) eran hijos o sobrinos de comerciantes que, con un pequeño capital prestado, iniciaban aquella aventura tan genuinamente catalana de cruzar el Atlántico y "plantar la tienda". El éxito de aquella empresa dependía, en buena parte, de los contactos que eran capaces de conservar con la patria de origen, y que eran capaces de tejer en la patria de acogida. Las élites de Montserrat (los que tuvieron más éxito) desarrollaron un comercio bidireccional que consistía en comprar y exportar materia prima a las fábricas catalanas (algodón, lana, piel); y a importar y vender las manufacturas catalanas (sobre todo indianas y destilados de alcohol).

Vista de Buenos Aires desde la plaza de toros (1817), obra de Eimeric Essex Vidal / Fuente: Library of University of Miami

Los Bofarull

Los Bofarull, originarios de Tarragona son —probablemente— el caso más paradigmático de la historia de la comunidad catalana de Buenos Aires. El Archivo General de Indias —expediente 2134/117 del 7 de marzo de 1804— revela que Rafael Bofarull, nacido en 1770 en la villa de Els Pallaresos (Tarragonès), y tendero de vinos en la plaza de los Carros de Tarragona, obtenía autorización para "pasar" a Buenos Aires. Otras fuentes revelan que el éxito le sonrió enseguida, porque tan sólo dos años después —el 8 de junio de 1806— su nombre aparece en el acta de una selecta y elitista reunión convocada para decidir el papel que tenía que jugar la burguesía local ante la amenaza de una invasión británica que se acabaría consumando unas semanas más tarde.

Las élites comerciales y políticas

En aquella selecta y elitista reunión a la que fue invitado, Rafel Bofarull —que tan solo dos años antes era el modesto propietario de una bodega en el puerto de Tarragona— se relacionaría con personalidades que poco después jugarían un papel fundamental en el proceso de independencia de las Provincias Unidas de Río de la Plata (el nombre primigenio de Argentina) y que basaban su fuerza política y su prestigio social en la inmensa fortuna que habían acumulado: el vasco Àlzaga (primer alcalde independiente de Buenos Aires), o los catalanes Larreu (ministro de defensa del primer gobierno argentino independiente) y Matheu (segundo presidente de la historia argentina). Àlzaga, Larreu, y Matheu eran socios comerciales. Y Bofarull, muy probablemente, formaba parte de aquella terna.

Lavanderas en las afueras de Buenos Aires (1817), obra de Eimeric Essex Vidal / Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Montserrat, barrio catalanoparlante

La causa del porqué Montserrat fue un barrio catalanoparlante durante casi un siglo la encontramos en la cultura matrimonial de aquella comunidad. Un hecho que no debe extrañar. Los catalanes de 1800 venían de una cultura de alianzas matrimoniales —a todos los niveles de la sociedad— que remontaba al día siguiente de la Revolución de los Remensas (siglo XV) cuando el país había transitado de una sociedad de semiesclavos a una de pequeños propietarios. Durante décadas, Montserrat fue una comunidad endogámica: matrimonios entre vecinos (para crear alianzas familiares con un propósito comercial); o matrimonios con jóvenes del Principado (previamente concertados) donde se pactaba que la dote que aportaba la novia se invertiría en la capitalización del negocio americano del novio.

La Junta de Comercio de Catalunya

En la formación de la colonia comercial catalana de Buenos Aires jugaría un papel fundamental la Junta de Comercio de Catalunya, heredera del Consulado de Mar (convertido en zombi por el régimen borbónico). La primera ola migratoria catalana en Argentina (1770-1820) tendría un carácter netamente comercial, y aquel fenómeno se explica por la fuerte demanda de materia prima y por la estrategia de apertura de mercados que tenía el incipiente aparato de fabricación catalán a caballo entre los siglos XVIII y XIX. La Junta de Comercio, desde la Casa de la Lonja de Barcelona, promovería aquella emigración. Figuras como los mencionados Joan Larreu (formado en la Escuela de Pilotos de Navegación de la Lonja) o Domènec Matheu (formado en la Escuela de Comercio de la Lonja) lo testimonian.

Buenos Aires (1810) / Fuente: Gobierno Provincia Buenos Aires

¿Cuándo desaparece el catalán de Buenos Aires?

La independencia de las Provincias Unidas de Río de la Plata (1814), consolidó el protagonismo de unas élites surgidas durante el proceso. Se produjo un mestizaje entre las oligarquías agroganaderas criollas (de origen castellano y vasco) y las élites mercantiles (de origen catalán); que puso punto y final a la cultura matrimonial endogámica de Montserrat. El catalán —que no había sido nunca lengua oficial pero que era "la lengua" en las casas, en las tiendas, y en las calles de Montserrat—, ni siquiera peleó la batalla de la transmisión generacional. Las grandes estirpes porteñas de origen catalán, que ejercerían un destacado protagonismo en el mundo político y empresarial del siglo XIX argentino, conservarían una conciencia de origen, pero su lengua ya no sería el catalán.

¿Qué ha quedado de todo aquello?

Entre 1880 y 1930 se produjo un segundo alud migratorio catalán en Argentina. Pero aquella segunda inmigración ya no tenía el referente Montserrat: los catalanes, tal como llegaban se dispersaban y el catalán no pasó nunca de la categoría de lengua familiar (en casa y en el Casal). Con la desaparición de Montserrat se perdía un catalán criollo de una extraordinaria riqueza léxica y fonética. Pero el empuje de la marca "Montserrat" quedaría alojado para siempre en la historia argentina: el singular modelo "tienda catalana" (surgido durante el siglo XVIII catalán), se convertiría en el paradigma del comercio al detalle de la ciudad y del país. Los escaparates, los mostradores y las repisas de las tiendas históricas de Buenos Aires —particularmente de las confiterías— todavía "hablan" en catalán.

 

Imagen principal: Representación del mercado de la Recova. Buenos Aires (1820), obra de Emeric Essex Vidal / Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes