"Tuve que romperme el cuello para entender algunas cosas". La voz del añorado Christopher Reeve acaba de rematarnos en la recta final de un viaje en el que es inevitable soltar unas lagrimitas. Este jueves, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte de Reeve, llega a los cines un conmovedor documental que recuerda la figura del icónico Superman. Un retrato dual, porque la vida del actor desconocido convertido en estrella planetaria cruzando el cielo vestido de azul, con una S en el pecho y utilizando el puño para abrirse paso, es también la vida del hombre que ve como todo cambia en un segundo, después de una mala caída de un caballo que frena cuando no toca. El superhéroe de la ficción transmutado en referente social, en concienciador de la realidad de millones de discapacidades, y en motor de la mejora de la calidad de vida de personas con lesiones medulares.

La vida del actor desconocido convertido en estrella planetaria cruzando el cielo vestido de azul, con una S en el pecho y utilizando el puño para abrirse paso, es también la vida del hombre que ve como todo cambia en un segundo, después de una mala caída de un caballo que frena cuando no toca

Se estrena Super/Man: La historia de Christopher Reeve, y la generación de niños y niñas de los 80 (y no solo) recordará aquel doloroso impacto de saber que el padre de todos los héroes de cómic ya no volvería a volar. El 27 de mayo del año 1995, la pasión por la equitación del actor le jugó una terrible pasada. "Un centímetro más allá lo habría matado. Un centímetro menos le habría supuesto pasar solo un poco de vergüenza al levantarse del suelo", dice Will Reeve, al hijo pequeño del intérprete. El destino, caprichoso y cabrón, hizo que una caída a plomo sobre su cabeza, más de 90 kilos de un cuerpo de casi dos metros de altura, provocara una eterna condena a la inmovilidad absoluta.

La compuerta de los recuerdos y la nostalgia

Super/Man: La historia de Christopher Reeve abre la compuerta de los recuerdos y la nostalgia. Poco después del estreno de La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), un segundo largometraje se sumaría a la causa para convertirse en el ancla emocional de una manera de entender el cine-espectáculo: Superman (Richard Donner, 1978). En una era prefases de Marvel, la adaptación a la gran pantalla de los cómics paridos por Jerry Siegel y Joe Shuster no dejaba de ser un proyecto de riesgo. Pero la apuesta salió mejor de lo que nadie se podía imaginar, y la superproducción de Alexander Salkind, llena de nombres tan llamativos como Gene Hackman o Marlon Brando, y con un joven desconocido en la piel del protagonista, obtuvo recaudaciones multimillonarias. De la noche a la mañana, Christopher Reeve dejaba de ser una anónima promesa para llenar portadas de diarios y revistas, y ser el invitado principal de los mediáticos shows de Johnny Carson o David Letterman. Aquel repentino golpe de suerte sería el primer vuelco radical del camino de un Reeve que hasta entonces miraba de abrirse paso en el mundo de la actuación, después de una exigente formación en la prestigiosa Juilliard School, con el gran John Houseman como profesor y con un compañero de clase y de habitación, y hermano para siempre, llamado Robin Williams. De eso habla Super/Man: La historia de Christopher Reeve, descubriéndonos curiosidades como la reacción de un joven William Hurt: "¡No puedes presentarte a este casting! ¡Te estás vendiendo!", le lanzó durante los ensayos de una representación teatral, mientras otro joven Jeff Daniels se lo miraba con sorna.

El documental recorre la figura de alguien a quien la vida, caprichosa y cabrona, le da un giro de 180 grados en dos ocasiones

Por una parte, el documental recorre la figura de alguien a quien la vida, caprichosa y cabrona, le da un giro 180 grados en dos ocasiones. Primero, al ser escogido para protagonizar una superproducción destinada a cambiarlo todo. Un salto en el estrellado que, como los buenos regalos envenenados, despertó algunas carencias emocionales: hijo de un hogar roto y de una familia desestructurada, y con el agravio de una eterna búsqueda de la aprobación de un padre tan ausente como exigente hasta límites nada razonables, nuestro hombre desarrolló una fobia al compromiso. Una relación sentimental destinada al fracaso, con la agente de modelos Gae Exton, lo convirtió en padre de un niño y una niña. Sin embargo, en la cumbre de su popularidad, Reeve repitió algunos pecados heredados: "Al día siguiente de mi nacimiento se fue a esquiar con unos amigos", recuerda Matthew, su hijo mayor, en un filme que huye de la hagiografía. Super/Man: La historia de Christopher Reeve también pone el foco en las frustraciones de la estrella, viendo el muro contra el cual chocaba repetidamente, sin consiguir que productores y público lo vieran haciendo la diversidad de personajes que anhelaba. Y no sería por falta de talento: solo hay que ver algunos momentos del intérprete convertido en Clark Kent para captar una fabulosa vis cómica que más tarde explotaría en la muy reivindicable comedia coral ¡Qué ruina de función! (Peter Bogdanovich, 1992), sobre la popular obra teatral Por delante y por detrás, de Michael Frayn.

Robin Williams y Christopher Reeve, superhemanos

Un largo viaje

Después de dos entregas casi consecutivas de Superman, el actor protagonizaría títulos como En algún lugar del tiempo (1980), Monseñor (1982), Las bostonianas (1985) o El reportero de la calle 42 (1987). Ninguna de ellas funcionó, parecía que nadie lo quería ver sin el disfraz azul y la capa roja. Repitió en dos entregas más, pero tanto la tercera como la cuarta Superman quedaban cualitativamente muy lejos de las anteriores. El documental explica también los brotes verdes, por ejemplo, como dejó de ser un mujeriego cuando conoció y se enamoró perdidamente de Dana Charles, con quien se casaría y tendría su tercer hijo, Will. Y llegamos a aquel maldito 27 de mayo de 1995, a la caída, el cuello roto, a la supervivencia milagrosa, a la silla de ruedas y el respirador. "Me di cuenta de que había arruinado mi vida y la de mi familia", dice la temblorosa voz de Reeve después del accidente. Son su esposa Dana, siempre Dana, y el amor incondicional, los motores que empujan al actor a continuar, a perseverar, y a utilizar su voz y su posición en una industria tan relevante como la de Hollywood, para encabezar una fundación que investigue la cura de las lesiones medulares y, mientras tanto, mejore la calidad de vida de aquellos que las sufren. Es entonces cuando el héroe volador se convierte en el héroe real, a pesar de condenado a la silla y a una máquina. La vida después de la vida toma un sentido inesperado.

Es entonces cuando el héroe volador se convierte en el héroe real, a pesar de condenado a la silla y a una máquina. La vida después de la vida toma un sentido inesperado

Con abundante material del archivo personal de la familia Reeve, y con los testimonios de la familia, y de amigos del actor como Glenn Close, Susan Sarandon, Jeff Daniels o, quien sería candidato a la presidencia de los Estados Unidos, John Kerry; Super/Man: La historia de Christopher Reeve alcanza cumbres de emoción cuando recupera momentos preciosos entre los amigos, los hermanos, Reeve y Robin Williams. Conociendo como conocemos el destino de los dos, sus encuentros íntimos ponen un nudo en la garganta del espectador. Y unas cuantas lágrimas recorrerán sus mejillas. Lo mismo pasa cuando se nos recuerda la primera aparición pública del actor después del accidente, en aquella gala de los Oscar del 25 de marzo de 1996, donde recibió una de las ovaciones más cálidas que se recuerdan, y a la que llegó a través un viaje nada sencillo. "No sé si sabéis que salí de Nueva York en septiembre, y he llegado esta mañana", decía sobre el escenario con mucha gracia. Codirigido por Ian Bonhote y Peter Ettedgui, y con el diálogo propuesto entre el hombre de antes y el de después de la caída de un caballo que frenó cuando no tocaba, este magnífico y emotivo documental es también un llamamiento a la colaboración para seguir avanzando en la investigación científica a través de The Christopher & Dana Reeve Foundation. Allí donde esté, Superman sigue salvando el mundo.