Frank Prats era virgen y estaba erotizado y esto no es una apreciación, ya que es una frase textual del libro. Más que erotizado, como diría mi compañera del departamento de catalán Anna Castelló: “Va més sortit que un rabosot”. Dick o la tristeza del sexo, la nueva novela de Kiko Amat, publicada por Anagrama, explora la sexualidad en la pubertad de la mano de un adolescente que la tiene, sin ninguna duda, llena de callos de pelársela. Franky Prats ve sexo en todas partes y para sobrellevar el calentamiento global insuflado por ese cocktail explosivo de hormonas se inventa un alter ego superdotado llamado Dick Loveman. El libro explora esta etapa en la que la soledad es un sentimiento difuso que lo impregna todo, también la confusión y a su vez la curiosidad por querer abrirse al mundo.
Explora la sexualidad en la pubertad de la mano de un adolescente que la tiene, sin ninguna duda, llena de callos de pelársela
Una novela hilarante
Los pasajes sexuales son grotescos, al lector le pueden generar cierto repelús, Amat busca la incomodidad y lo consigue muy hábilmente. El lenguaje de Amat es recargado, excesivo, cercano a la irreverencia propia de estos años que todos hemos vivido y que la mayoría queremos olvidar. Hay un uso de los adjetivos y de las alegorías muy recurrente donde encontramos imágenes que nos recuerdan que estamos leyendo una novela que va de sexo, de pollas y de pajas: “En una furgoneta color semen”. En cuanto a la trama de la historia, a medida que avanza, vamos conociendo a Franky, un chaval inteligente, sensible, que se quiere comer el mundo, muy propio de esta etapa, y que en realidad lo que se va a comer es una soberana leche. Amat ha sabido captar la esencia de la juventud y eso me conmueve como profesora de secundaria porque, en realidad, muchas personas desconocen la dificultad de muchos chavales y chavalas a la hora de relacionarse con su cuerpo y con el de los demás.
El lenguaje de Amat es recargado, excesivo, cercano a la irreverencia propia de estos años que todos hemos vivido y que la mayoría queremos olvidar. Hay un uso de los adjetivos y de las alegorías muy recurrente donde encontramos imágenes que nos recuerdan que estamos leyendo una novela que va de sexo, de pollas y de pajas
A mí las aventuras de Franky me parecen muy divertidas y creo que, que sus abuelos tuvieran una mercería, son metáforas biográficas que me han arrancado sonrisas y me han hecho pensar que no podía ser de otra manera. Es una novela hilarante y de raíz patética, triste, como ha comentado el autor en ocasiones de sus relatos. La incomprensión en la adolescencia, la ansiedad y la pulsión sexual caóticas están muy bien reflejadas. Bruno Berniola, “el sexperto”, amigo íntimo de Frank Prats, es uno de los personajes más entrañables. Podemos catalogar esta novela como un Bildungsroman, pero obviamente con muchos matices, porque la evolución de los personajes o la transición a la vida adulta no se hace patente a través de la trama en todo momento, son pasajes sexuales oníricos, anécdotas.
A veces me saturaba un poco, pero es que eso también es la adolescencia: saturación, perturbación y embolias sexuales
Anteriormente, Amat nos ha sorprendido con libros como Revancha (2021) o Antes del huracán (2018), novelas donde el antihéroe de extrarradio toma protagonismo y donde se tratan temas con un estilo que ya es reconocible en cuanto leemos las primeras páginas de cualquiera de sus libros. A mí me parece más interesante el Amat novelista que el ensayista, en Los enemigos no conecté con el tema ni con su lenguaje, tampoco con las apreciaciones y ejemplos. Aquí, quizás por mi otra profesión, he conectado y he pasado un buen rato. A veces me saturaba un poco, pero es que eso también es la adolescencia: saturación, perturbación y embolias sexuales.