De las tareas creativas, quizás escribir es la que más variedad de teorías, consejos, guías, modelos y lecciones recoge. Al final, a cada uno le funciona lo que le funciona, pero así no se venden manuales ni se llenan talleres. También es sobre la que más tonterías se dicen, y la que más tontería provoca.
Como de escribir -entendido en el nivel subcero; teclear en el ordenador y que salgan frases- casi todo el mundo sabe -al contrario que, pongamos por caso, tocar el violín o pintar al natural-, son muchos los que lo confunden con ESCRIBIR, y se consideran escritores y van pontificando sobre cómo hacerlo bien o mal. Ergo, venden manuales y llenan talleres. Con todo, el malentendido que parece que más se ha extendido en estos tiempos de narcisismo y postureo vía redes sociales es que publicar es lo que hace a uno ser escritor. De aquí que haya tantos que ven escribir como un peaje con el fin de publicar y que, felizmente, se saltarían el primer paso, o que dan por hecho que si han tenido éxito comercial es porque son un trozo de escritor.
Como de escribir -entendido en el nivel subcero: teclear en el ordenador y que salgan frases- casi todo el mundo sabe -al contrario que, ponemos, tocar el violín o pintar al natural-, son muchos los que lo confunden con ESCRIBIR
Este preámbulo viene para enmarcar el terreno en el cual se mueve O NO. Llegir, escriure, publicar, un artefacto -palabra manoseada, pero es que aquí hay ensayo, experiencia personal, horas de vuelo profesional, crítica literaria, manual y antimanual de escritura, fragmentos teatrales, gráficos y tablas...- que en el fondo es un libro intransferible de Adrià Pujol Cruells (Begur, 1971), un todoterreno -antropólogo, escritor de géneros diversos, traductor, docente, comisario artístico... - que podríamos calificar de francotirador hiperargumentativo. Es decir, uno que no se casa con nadie, pero justifica cada tiro.
Desde el mismo título, O NO pretende exponer sus filias y fobias lectoras, su forma de entender el oficio de escribir y como ve algunas dinámicas perversas del mundo editorial, desde la perspectiva de que todo es subjetivo y puede cambiar. Cuestiona de cabo a rabo lo que te digo, coge lo que quieras, descarta lo que te parezca, abandona cuando te parezca, incluso quema tu ejemplar.
Pujol es una delicia de profesor, gamberro y sabio, divertido y provocador, entre Diógenes y John Keating de El club de los poetas muertos -me había dejado una "o" a la palabra "poetas" y pienso que "profesor petas" también lo definiría bien: alguien que en su despacho te pasa un porro mientras te ilumina sobre Moby Dick o La naranja mecánica. Nota: si escribo de forma tan coloquial es en parte porque el libro fluye en un registro despreocupado, próximo y cómplice, nunca en detrimento del interés y profundidad de lo que se dice)-. Un profesor que asegura que, cuando da cursos de escritura, su discurso el primer día de clase fija su objetivo en hacer olvidar a los alumnos el propósito de escribir con el fin de publicar.
Desde el mismo título, O NO pretende exponer sus filias y fobias lectoras, su forma de entender el oficio de escribir y cómo ve algunas dinámicas perversas del mundo editorial, desde la perspectiva de que todo es subjetivo y puede cambiar
Con un catalán riquísimo y juguetón y utilizando el Robinson Crusoe de Daniel Defoe como palo de pajar argumentativo -no creo que nadie lo haya exprimido, descifrado y explicado tan bien como el autor, que llega a encontrar un vínculo brillante con los políticos catalanes en la prisión o el exilio, al tiempo que reproduce pasajes de una obra dramática propia e inédita que revisa el clásico desde dinámicas alternativas en la relación entre el náufrago y Viernes-, O NO se las hace venir para huir de toda solemnidad al mismo tiempo que hace circular sin descanso ideas estimulantes -con gracia, ingenio y socarronería - que le dan la vuelta a tanto cliché y de nuevo tontería sobre el ámbito literario. Reproducimos una muestra (10 puntos para incurrir en una de las convenciones que tanto de los nervios ponen a Adrià Pujol, para disimular un poco el entusiasmo):
10 puntos para incurrir en las convenciones:
1A. A la hora de presentarte a premios literarios, primero todo "decide cuál es tu código ético".
1B. Recuerda que "los premios no han estado detrás de ninguna obra maestra, o muy poco a menudo".
2. "Lo importante es escribir y ya (...) Escribir sin retrovisores ni sensores de aparcamiento".
3. "La literatura siempre tiene que superar la realidad, en el sentido que la tiene que hacer más real, más gorda, con más sabor de limón, una versión teatral enloquecida, en cualquier dirección. Si no lo puede hacer, más vale abstenerse de empeorarla, y peor todavía, más vale no mediocearla".
4. Tener hijos "ayuda a atar en corto muchas de las cosas que pueden convertir a un escritor en un perfecto idiota, las ínfulas, el genialismo desbocado, el trascendentalismo inverosímil, la tontería, resumiendo".
5A. "Al escritor falto de fantasía afilada no le servirán de nada (las tonterías vivenciales)".
5B. "Si no nos movemos de la autoficción, pienso que las vivencias volcánicas no son ni más ni menos literarias que las vivencias ordinarias".
6. Las ficciones solo intervienen en el seno de ellas mismas. Como mucho, se deben a su época (...) la literatura es un universo autónomo, amoral, me atrevería a decir que es ahistórico (...) La literatura proporciona espejos, no soluciones, una vez más, deformadores".
7. Hay que preguntarse si los escritores pendientes del glamour, los "amplificadores de la lengua del amo" pueden escribir "libremente o si, por el contrario, lo harán bajo la premisa de la entrega -como una especie de repartidores de Glovo que te lleva a casa lo que quieres cuando lo quieres.
8. "Falsedades, ectoplasmas, copias, la facultad principal de un escritor es la libertad creativa al servicio de nada que no sea la calidad de la obra".
9. "La ficción no quiere decir mentira, quiere decir modelado".
10. "Mi primer lector de lo mío soy yo". (Implícito: harías bien al hacer lo mismo con lo tuyo).
O NO es, por descontado, mucho más que eso. Para empezar, ofrece unas notas a pie de página tanto o mejores que el texto principal, en especial cuando glosa lecturas que recomienda, y todo un conjunto de digresiones -si es que el conjunto del libro no es todo él una gran digresión- tanto o más atractivas que las líneas maestras (yo le pediría que se animara a escribir Historia de una pizarra y firmaría una petición popular para que las residencias de escritores apoyaran a autores responsables con niños para que trabajaran desde casa). El comentario sobre Noticias de libros, recopilación de los informes de lectura de Gabriel Ferrater que Península publicó el año 2012, puede entenderse como un intracomentario involuntario sobre el mismo O NO, si bien la última línea me la reservo para mí: "Cada informe de lectura de Gabriel Ferrater es una demostración de tres cosas principales. La primera es que sabía leer con espíritu crítico, sistémico, político y cataclísmico. La segunda es que tenía talento para expresarse de muchísimas maneras diferentes. Y la tercera es que estaba encantado de haberse conocido. Te recomiendo el libro por estos y otros motivos".