El cuento de Caperucita canaliza algunos de los más comunes tópicos machistas, que con esta historia acaban transmitiéndose a los más pequeños. Tres gerundenses, con la colaboración de 22 chicos y chicas, organizaron una representación de títeres, que se ha grabado, para combatir los estereotipos que transmite este cuento. Y el vídeo resultante se ha vuelto viral.
Sexo, violencia y canibalismo
La Capucita roja es un cuento tradicional sobradamente difundido por Europa. Ha llegado a muchas casas a través de las versiones de los hermanos Grimm o de Charles Perrault (o incluso a través de las películas de Walt Disney). En cualquier caso, la historia tiene algunas lecturas muy conservadoras: por una parte, parece indicar que las chicas no se tienen que vestir de forma que destaquen (sería "provocar"). Además, las critica por dirigirse a los desconocidos, porque se supone que una chica "digna" no tendría que hacerlo, porque hablar con "extraños" se supone una insinuación sexual (en realidad, muchos estudiosos consideran que la imagen del lobo comiéndose a la chica simboliza una violación). Además, en la parte final del cuento, el salvamento de la chica y de su abuela procede del cazador, y no de ellas mismas: se presupone que las mujeres por sí mismas no pueden liberarse, que necesitan a un hombre que las proteja.
Reinterpretaciones múltiples
En los últimos años ha habido muchas relecturas del cuento de Caperucita, en teatro, juegos de ordenador, libros, libros infantiles... Una de las más famosas es la de James Finn Garner, en sus Cuentos infantiles políticamente correctos (Circe). Ha sido, quizás, uno de los cuentos más cuestionados. Y es que Caperucita es una mina: tiene un montón de estereotipos y prejuicios para desmontar.