Sufro uno severo, acentuado y grave síndrome de Diógenes cultural que me ha llevado a coleccionar todo tipo de cosas: vinilos, CDs, casetes, DVDs, VHS y libros... muchos libros. Y entre estos muchos libros hay una subcolección: ediciones diferentes de Alta fidelidad, la magistral novela del escritor inglés Nick Hornby.

Debo tener unas 14 o 15 diferentes. Ediciones en catalán, en castellano, en inglés, encuadernadas en tapa dura y encuadernadas en rústica. Una especie de obsesión enfermiza de la cual estaría plenamente orgulloso Rob Fleming, el entrañable chalado que protagoniza el relato de Hornby.

El último ejemplar a sumarse a mi particular catálogo ha sido una edición inglesa de 1996 (un año después de la publicación original) en tapa blanda que vio la luz bajo el sello de Indigo. La compré de segunda mano en una librería Re-Read. Sí, sé que estáis pensando que estoy tarado. Y tenéis razón.

Un libro epifánico

Recuerdo perfectamente cómo descubrí a Nick Hornby. Fue en las páginas de la añorada Rockdelux, una revista que desde la música era escaparate de lo más interesante que estaba pasando culturalmente.

Juan Cervera, su jefe de redacción, era quien firmaba la reseña de un libro que te vendían ganas de comprar ya desde su título: Alta fidelidad. La crítica de Cervera no hizo más que amplificar hasta la enésima potencia mi interés por aquel desconocido autor inglés.

Tenía 19 años y no tenía un duro. Caradura y mentiroso (piadoso), le pedí a mi madre que me lo comprara, que era una de las lecturas obligadas que nos pedían en la facultad. Volvió de la papelería diciendo que el librero se había alucinado con que en la Universidad nos pidieran leer cosas tan raras.


Nick Hornby, escritor por el que tengo una alta fidelidad. Foto: EFE

Lo devoré. Un día y una noche, cerrado en la habitación, consumiendo una página tras la otra con la pulsión enfermiza de un fumador de crack. He ido a reuniones de lectores anónimos y he seguido los 12 pasos, pero no me he podido desenganchar.

Desde entonces soy un adicto a la historia de Rob Fleming, un tipo en plena crisis existencialista que, en una revisión moderna del dilema shakesperiano, no sabe si está triste porque escucha música pop o escucha|scout música pop porque está triste.

Dicen que todos tenemos un libro epifánico, un título que nos introduce sin retorno en el maravilloso mundo de la literatura. En mi caso, hasta entonces un lector nefasto, este libro fue Alta fidelidad.

De la novela de Hornby ha salido una película (muy buena), dirigida por Stephen Frears con John Cusack de prota. Y una serie (correcta sin más) con Zöe Kravitz en el rol central. 

Leer y releer


Me gusta comprar libros de segunda mano, con sus páginas amarilleadas, las puntas dobladas, parágrafos subrayados y anotaciones en los márgenes. Mejor todavía si tienen dedicatorias: novelas breves dentro de la misma novela. Qué habrá llevado a aquella Laura a la cual Miquel le prometía que aquel estaría el primero de los muchos Sant Jordis que pasarían juntos a venderse el libro. ¿Lo habrían dejado y habría querido olvidarlo? ¿Miquel había muerto y Laura quería deshacerse de cualquier objeto que la llevara a recordarlo? ¿Habrían perdido los trabajos y necesitaban dinero como fuera para poder pagar la hipoteca?

De librerías viejo en Barcelona siempre ha habido y algunas realmente fascinantes. Una larga lista de locales dedicados a la venta de literatura usada a la que desde hace un tiempo se ha sumado Re-Read, marca que se ha acabado convirtiendo en alguna cosa así como el Zara de las librerías de segunda mano.

Sí, tengo sentimientos contradictorios con la cadena, por momentos me parece una fosa común de las letras; otros me hacen tocar el cielo con su propuesta low cost: 1 libro 3 euros, 2 libros 5 euros, 5 libros 10 euros.


Edición inglesa de la novela Alta fidelidad comprada por 3 euros en el Re-Read de la calle Muntaner. Foto: Oriol Rodríguez

Creo que la primera Re-Read que descubrí fue la que hay ubicada en el Paseo de Sant Joan esquina con Còrsega. Desde entonces he ido encontrando por toda la ciudad. Hay en la calle Muntaner, en Sarrià, en Sants, en el Eixample Izquierda y el Eixample Derecha, en la calle Rosselló y en la calle Londres. Hay en l'Hospitalet, en Girona, en Tarragona, en Sant Cugat, en Sabadell, en Terrassa. Hay en Mataró, en Granollers, en Sitges, en Tarragona, en Reus y en Lleida.

En una especie de gincana narrativa, creo que las he visitado todas. Es un ejercicio fascinante del cual se puede acabar realizando un estudio sociológico de las costumbres lectoras de los catalanes y las catalanas. Porque, aunque hay ciertos títulos que se repiten en las estanterías de todas las librerías, no tienen nada que ver los libros que se encuentran en la Re-Read de la calle Muntaner de los de la Re-Read de Tarragona; los libros en venta en la Re-Read de l'Hospitalet de los que puedes comprar en la Re-Read de Sant Cugat.

A mí, sin embargo, lo único que me importa cuando entro en una Re-Read, es encontrar una edición diferente de todas las que ya tengo de Alta fidelidad de Nick Hornby.