Actor y director, David Selvas es una de las figuras más reconocidas de nuestro entorno interpretativo. Una figura siempre interesante que hoy martes suma un nuevo capítulo a su notable trayectoria con una revisión de El Misántropo de Molière. El espectáculo se estrena en el Teatre Grec y hará temporada la lliure. No es la primera vez que Selvas dirige una obra del legendario dramaturgo francés. Tiempo atrás ya había dirigido un Don Juan protagonizado por Julio Manrique. Como ya hicieron en aquella puesta en escena, Selvas -que también firma la traducción junto con Norbert Martínez (la versificación la ha hecho Pablo Macho)- ha querido buscar la actualización del clásico. Con Pol López y Mireia Aixalà como protagonistas (con un reparto que también incluye nombres como el mismo Norbert Martínez, Alex Pereira, David Menéndez, Júlia Genís, Laia Alsina y Albert Prat), la relectura de Selvas abandona el ambiente cortesano francés para trasladar la trama a las sinergias de la industria discográfica actual.
Vuelves a Molière, pero esta vez adaptando El Misántropo. ¿Habías visto la versión mítica del Flotats?
Sí. Y me gustó mucho.
¿Y volver a llevar el espectáculo a escena ha sido una propuesta tuya? ¿Haréis lo mismo que hicisteis con Don Joan?
Ha cambiado totalmente el planteamiento. Con Don Joan hicimos una dramaturgia muy respetuosa afinando algunas cosas. Pero ahora no haría el Don Joan de Molière. Actualmente, no me interesa nada hacerlo. Creo que una de las cosas buenas que han pasado, es que la revolución feminista nos ha hecho cambiar la perspectiva de muchas cosas. Eso hace siete años no estaba tan presente. Justo empezaba. Ahora ya nos estamos replanteando muchas cosas. Ya no estamos dispuestos a ver encima del escenario actitudes machistas que no responden a nada del personaje; sino a la voluntad de un señor, el autor, que ha querido hablar de unas cosas y no de otras. Eso pasa con los personajes femeninos que van a remolque, muchas veces, de los masculinos. Por todo eso, creo que tenemos que escoger muy bien los textos que escenificamos.
La revolución feminista nos ha hecho cambiar la perspectiva de muchas cosas
¿Y por qué sí El misántropo?
Porque tiene lo que necesitábamos para explicar esta historia de amor que para nosotros es el centro de esta obra: dos personas que se quieren mucho pueden tener proyectos vitales diferentes. Quizás llevas veinte años con un proyecto vital, el otro también, pero la sociedad cambia, tú cambias... Qué hace que la relación pueda aguantar. Lo pienso en estos términos. El distanciamiento es muy duro, y admitirlo todavía más. No queríamos reducirlo a un juego vacío: pensar que la Cèliméne es falsa y ya está no nos sirve de nada. También hemos incluido el mundo de las redes, tan presente hoy en el contexto de una empresa discográfica, que además necesita salvarse. Y hemos pensado que ella para salvarla necesita complicarlo todo, le tenemos que encontrar un buen motivo.
¿Qué te has sorprendido del texto de Molière?
Molière había dejado su mujer por otra y escribió la obra para cargársela. Queríamos desvincular cualquier lectura simplista y argumentar muy bien de dónde viene todo lo que orquesta Cèliméne, que en la obra la interpreta a Mireia Aixalà.
¿Te fue fácil escoger a los protagonistas?
Mucho. Los vi enseguida. Pol como personaje tiene un punto de ir a la suya y de no responder a una oralidad estándar. Es un tipo muy especial y singular, iba fantástico. Además, Mireia es un poco más mayor que Pol y este desequilibrio de edades me interesaba. Ella seguramente ha tenido que aguantar la opinión de la gente y las preguntas de todo el mundo sobre por qué no han tenido hijos.
Como yo podré llegar a ti y como tú podrás llegar a mí es el gran tema de la obra
Ahora has visto claro que había que hacer la obra en verso, pero en Romeu i Julieta defendiste que no.
No es que defendiera no hacer Shakespeare en verso. Es que el original no tiene mucho verso. No es como Molière, que todo está en verso. Pero en este caso, además, hay un buen motivo para mantener el verso. Hay un momento en el que Alceste (el personaje interpretado por Pol López) dice que la palabra ha perdido el significado que creíamos que tenía y la forma que tiene nos debe permitir encontrar la verdad. De hecho, se pregunta por el valor de las palabras y no solo por el significado. Como yo podré llegar a ti y como tú podrás llegar a mí es el gran tema de la obra. Esta necesidad de la palabra con el verso llega mucho más lejos. Si la hacíamos sin verso, nos quedaba cursi. Con imágenes bien trabadas, el verso lo amplifica todo. Cómo hace la música. La prosa está más en el suelo. Alceste nos pide encontrar aquello que está más elevado.
El también dramaturgo Pablo Macho os ha ayudado a adaptar la traducción al verso.
Sí, porque con Norbert no éramos capaces de hacer alejandrinos profundos y bien construidos. No somos poetas. Vimos el espectáculo de Pablo Macho, A fuego, nos enamoró y le pedimos que cogiera nuestra versión y que hiciera a partir de ella el verso. Pablo ha encontrado soluciones magníficas, como cuándo se dice: "El problema és que no ens odiem, i no ens ho diem". La obra está llena de juegos de palabras de este tipo.
Estrenasteis Romeu i Julieta un julio sin estar en el Grec. Después dijisteis que no había ido bien.
Después vino L'illa deserta de Marc Artigau y nos recuperamos, pudimos salvar los muebles. No voy demasiado a los motivos de por qué no fue bien. Hemos aprendido que en La Brutal (su compañía de producción de espectáculos) no nos podemos arriesgar a hacer producciones par gente joven sin mucho más apoyo público. Porque la entrada de la gente joven es mucho menos dinero, y viene mucha menos gente al teatro. Una producción de 9 actores más 3 técnicos fue nuestra ruina. Ahora vamos obra a obra. Hacemos como todas las compañías de teatro, tenemos la ayuda de las trienales, que nos ha ayudado a tener una continuidad. Experiencias como la de Romeu i Julieta nos han hecho más conservadores. En el caso de El Misantrop es una coproducción con el Grec y el Teatre Lliure.
Hasta ahora no habías dirigido nunca en el escenario del Grec.
No, nunca. Actué hace muchos años en un espectáculo de Joan Ollé, Así que pasen cinco años, de Lorca. Para mí la elección era muy importante. Había que hacer alguna cosa épica, como el Julio (Manrique), que hizo un texto contemporáneo, pero muy épico, como fue Jerusalén. Toda la fiesta te pide una cosa grande y la teatralidad del verso ya te lo da. También tiene sentido el musical. Todo signo de grandeza lo permite. El Grec no tolera una teatralidad como la que estamos teniendo tú y yo ahora mismo hablando.