Vivimos rodeados de palabras. Algunas destacan por su precisión, otras nos hacen de puente entre ideas, y unas cuantas solo sirven para disfrazar el discurso. Entre estas últimas hay un verbo que resuena en todas partes y que cada vez se usa más: gestionar. Este verbo, que inicialmente tenía un significado muy concreto —hacerse cargo de un asunto, administrarlo— ha sufrido una inflación tan grande que hoy día parece que sirva para todo. Y cuando una palabra sirve para todo, deja de tener utilidad. Gestionamos conflictos, proyectos, emociones, equipos, reuniones, frustraciones, objetivos... ¡E, incluso, crisis existenciales! Tanto en el ámbito político, empresarial, como en el ámbito más íntimo y personal, gestionar ha invadido nuestro lenguaje. El profe dice que el conflicto "se ha gestionado de la mejor manera posible"; el psicólogo nos invita a "gestionar las emociones"; y en la oficina todo el mundo "gestiona alguna cosa" (gestiona la reunión, gestiona el pedido, gestiona el pago, etc.).

Cuándo una palabra sirve para todo, deja de tener utilidad

Un compromiso con la claridad

Este abuso del verbo gestionar no enriquece el discurso, lo debilita. Se podría decir que gestionar es una palabra escudo, ya que en muchas ocasiones sirve para evitar decir cosas incómodas o bien disfrazar incertidumbres. Un verbo eufemístico. Cuando un proyecto fracasa, se dice que "no se ha gestionado correctamente", en lugar de reconocer el error y explicar el error del fracaso. Cuando una decisión se retrasa, se habla de "gestionar los tempos". Es un lenguaje que suena eficiente, pero que en realidad no explica nada. Una sociedad que valora más sonar bien que pensar bien corre el riesgo de perder su propia credibilidad. ¡Y gestionar no está sola! Empoderar, visibilizar, poner en valor, dinamizar, implementar, redefinir, transformar... Hacemos un uso abusivo y a veces incluso erróneo. Empoderar, por ejemplo, nació como concepto profundo y político con respecto al empoderamiento de la mujer. Era una cuestión relacionada con el feminismo y con la lucha de género. Hoy día, todo empodera: una app, una dieta, un curso. El verbo ha perdido fuerza y se ha convertido en un eslogan. Otros casos como poner en valor, también son un buen ejemplo, ya que a menudo sustituyen verbos más claros y precisos como promover o reivindicar.

Hoy día, todo empodera: una app, una dieta, un curso. El verbo ha perdido fuerza y se ha convertido en un eslogan

Este uso inflado del lenguaje tiene un efecto perverso: evita el compromiso y la responsabilidad. ¡El discurso que evita responsabilidades siempre empieza con aquello de "lo gestionaremos de manera transversal y coordinada", y, ¡venga!, ya nos la han colado. Es un discurso suave, difuso e indeterminado... Que no aporta nada, pero que nos deja muy tranquilos. Sin embargo, este discurso triunfa. Es el lenguaje valorado en informes, planes estratégicos y debates. ¡Sonar sofisticado se ha convertido en sinónimo de prestigio! Este fenómeno no es exclusivo del catalán. Pero aquí, a menudo, se ve amplificado por la fascinación que tenemos por los anglicismos y por el lenguaje empresarial. Nos gusta decir que definimos targets, que desplegamos una content strategy y otras cosas así porque definimos objetivos y que tenemos una estrategia de contenidos nos suena poco moderno y poco efectivo. ¡Y es una lástima! El catalán tiene un léxico riquísimo. Podemos organizar un encuentro, no hay que gestionarlo. Podemos hacer una llamada, no hace falta que la gestionemos. Y podemos ayudar a alguien, no hay que empoderarlo. ¡Podemos hacer visible una realidad sin visibilizarla! Desde mi punto de vista, recuperar estas formas no es una cuestión de purismo lingüístico: es un compromiso con la claridad. Porque no solo nos jugamos el lenguaje, sino también el pensamiento. Un lenguaje que se refugia en palabras vacías renuncia a pensar con rigor. No se trata de eliminar palabras, sino de recuperar el gusto por llamar a las cosas por su nombre. ¡De hablar como quién quiere ser entendido, no como quien quiere impresionar (o confundir, ¡vete tú a saber!).