La desembocadura del Llobregat, apretujada entre el río, el aeropuerto y el mar, había sido un espacio lleno de contaminación y basura. Actualmente, después de años de actuaciones severas, se ha ido convirtiendo en un espacio húmedo protegido de una gran riqueza. Es una área donde podemos ver muchas aves, y por eso merece una visita. Pero su ecosistema es frágil, y por eso se pide a los visitantes el máximo con respecto al entorno: no salir de los recorridos establecidos, no llevarse ningún animal ni planta del parque, no ir en bicicletas, evitar el paso con perros por algunos itinerarios... La supervivencia del Delta depende de todos. Para visitar estos espacios naturales es recomendable consultar antes la página de información del Ajuntament del Prat, o detenerse en el centro de información del espacio.
Los pájaros que vuelven
Lo más especial del Delta es la presencia de pájaros. Encontramos tanto aves migratorias que descansan en el Delta del Llobregat de sus largos viajes, como aves que nidifican en el mismo delta. A pesar de todo, algunos pájaros que se habían avistado hace décadas no han vuelto a tener presencia en la zona (como los pelícanos). Las políticas de protección funcionan, pero a las aves no les faltan los enemigos: desde siempre, los gatos han supuesto una amenaza para los nidos. A partir del 2000, el zorro, desaparecido durante décadas ha vuelto a hacerse presente en la zona. Y, últimamente, los jabalíes amenazan el Delta y se han tenido que instalar hilos eléctricos para evitar su entrada en la zona. Las áreas secas de este territorio, como la playa de Ca l'Arana, tienen menor diversidad ornitológica (aunque hay que destacar las gaviotas de Audouin, los autillos y los agateadores); en cambio, en las partes húmedas del Delta, como en la laguna de Cal Tet, se encuentran muchas aves: fochas, patos de muchos tipos, zampullines... En invierno incluso podemos encontrar garzas reales o garcetas comunes.
El ecosistema más especial del área metropolitana
Pero en el Delta del Llobregat no sólo hay aves. Entre los reptiles, hay que destacar la tortuga de arroyo, un animal autóctono que se reproduce aquí, pero que es amenazado por especies exóticas como la tortuga de Florida, llegada como animal doméstico y ahora en plena proliferación. Merecen una atención especial también los murciélagos, que ayudan a controlar la población de mosquitos (por eso en este espacio se han colgado cajas refugio para ellos). Y hay que mencionar dos mamíferos propios de este ecosistema, que las autoridades intentan proteger: la comadreja y la rata de agua. Se están haciendo esfuerzos por potenciar las poblaciones de anfibios, como los sapos parteros. Entre la vegetación propia de la zona, hay que destacar las orquídeas.
Tres itinerarios
El Ajuntament del Prat ha dedicado muchos esfuerzos a preparar rutas para los visitantes del Delta: los caminos están adecuados para sillas de rueda y señalizados, se han preparado casetas de avistamiento de pájaros, se han restaurado algunos edificios... Para acceder a los itinerarios señalizados de los Espacios Naturales del Delta del Llobregat, podemos ir en coche hasta el Cementerio del Prat y desde allí seguir las indicaciones hasta el Centro de Información. En transporte público, podemos tomar el autobús PR 3 desde la estación de tren del Prat de Llobregat, y bajar en la parada Cementerio Sur - Tanatorio, desde allí sólo hay que seguir las señales: a un kilómetro encontramos el Centro. Hay tres itinerarios que salen de ahí: el 1 y el 2 sólo se pueden hacer a pie, y el 3 se puede hacer también en bicicleta. El 2, en realidad, es una prolongación del 1: el itinerario 1 tiene tres kilómetros y el 2 más de cinco. Pasan entre las zonas húmedas y disponen de varios miradores para observar los pájaros: hay que destacar el acecho de Cal Tet y el del Sabogal. El itinerario 3 sale del mismo punto que el 1 y el 2, pero avanza entre campos de cultivo y se dirige hacia la playa de Ca l'Arana, siguiendo el canal de la Bunyola. Se puede recorrer, ida y vuelta, en tres horas. Pasa por los miradores de Cal Tet y de la Torre de la Bunyola, donde podemos contemplar los pájaros. Continúa por el antiguo cuartel de los carabineros y acaba en el edificio abandonado del Semàfor, desde donde se disfruta de unas grandes vistas sobre la playa.
El encanto de los aviones
Otro de los atractivos de esta zona es la contemplación de los aviones que aterrizan y despegan del vecino aeropuerto. Es un sitio perfecto para los aficionados a la aviación, porque en el Prat, especialmente en verano, los aterrizajes son constantes. Se ha construido, en la carretera que sale del tanatorio, al pie de la pista de aterrizaje, un punto de observación para los spotters, aquellos que quieren filmar y fotografiar los aviones. Muy cerca hay un parking donde se puede dejar el coche. Incluso hay unas sillas de cemento para que los visitantes se instalen cómodamente. Los aviones pasan a escasa distancia de las cabezas de los espectadores. En este mirador, los aficionados a la aviación se encuentran y comparten sus impresionantes conocimientos sobre estos pájaros de hierro. Los fines de semana acostumbran a ser un gran grupo. Hay, también, quienes prefieren ver de lado como aterrizan los aviones; estos se concentran en la playa del Prat.
El huerto de Barcelona
El Prat, además de tener un espacio natural de gran valor, es el huerto de Barcelona, de donde salen algunos de los productos de mayor valor de los mercados de la capital. Esta localidad tiene merecida fama por sus alcachofas. Pero si visitáis la zona en agosto llegaréis fuera de temporada, porque son una flor de invierno. En cambio, podréis probar el otro producto estrella de la zona, el pollo de pata azul (también llamado de la Raza Catalana del Prat). En realidad, sólo se cría en El Prat, porque tiene una Indicación Geográfica Protegida, que establece que sólo se puede engordar allí. Es famoso por su sabor y por su textura. Podéis probar el pollo pata azul en el restaurante Onanuit, en el centro del Prat. Os lo pueden servir en confit, pero también en forma de croquetas o como relleno de canelones.