Se ha conseguido reconstruir el aspecto físico de los denisovanos, una población humana que es antepasada de los actuales asiáticos. Lo ha hecho un equipo de investigación internacional con participación del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), un centro mixto de la UPF y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con la participación del grupo de Tomàs Marquès-Bonet de l'IBE. Lo más curioso es que todos estos datos se han obtenido a partir de datos moleculares del ADN de un individuo extraídos de la punta de un hueso meñique. El estudio se publica hoy en la prestigiosa revista Cell.
Los denisovanos
Aunque todos hemos nacido en un mundo poblado por una única especie humana, hace sólo 50000 años el humano moderno convivía con otras poblaciones de homínidos. Un ejemplo son los neandertales, de los cuales sabemos bastante gracias a sus numerosos restos fósiles encontrados en Europa y Asia. Mucho más misterioso resulta el homínido de Denísova, descubierto sólo hace una década. Sobre esta población sabemos que vivió en Siberia y en el Asia Oriental, y que se extinguió hace menos de 50,000 años.
A partir del ADN
Mientras que las otras poblaciones humanas han sido identificadas sobre la base de los restos fósiles, los denisovanos se han descubierto sobre la base del análisis genético del ADN. El motivo principal es que los restos fósiles de los denisovanos encontrados son demasiado escasos como para proporcionar información sobre su apariencia (comprenden sólo una falange de dicho meñique, tres dientes y una mandíbula inferior), y por este motivo todavía son un misterio. No obstante, ahora un equipo de investigación ha conseguido reconstruir qué aspecto tenían los homínidos de Denísova solamente a partir de su ADN.
El equipo de investigación aplicó una nueva técnica de análisis genómico para revelar por primera vez hasta 56 rasgos que caracterizan al homínido de Denísova. El nuevo método permite asociar cambios en la actividad de regulación genética en fósiles con cambios anatómicos entre grupos humanos para predecir su apariencia física. Para eso, los investigadores han utilizado información sobre el efecto de las enfermedades monogénicas - que afectan sólo a un gen - en la anatomía de las poblaciones homínidas conocidas.
El método ha permitido al equipo predecir cuál era el aspecto del homínido de Denísova sólo analizando el ADN de un hueso meñique. "Por primera vez podemos hacernos una idea de cómo eran los denisovanos, sólo a partir de datos moleculares," comenta Tomàs Marquès-Bonet, profesor de investigación ICREA y director del IBE, y uno de los autores del estudio. "Además, este trabajo es un ejemplo de cómo el conocimiento biomédico puede aplicarse a la evolución para ayudarnos a descifrar como eran nuestros ancestros".
Con respecto al aspecto de la misteriosa población, el primer autor y corresponsable del estudio David Gokhman de la Hebrew University of Jerusalén (HUJI) comenta que "en muchos rasgos se parecen a los neandertales, por ejemplo, en su frente inclinado, cara alargada y pelvis grande". "No obstante, otros rasgos resultan particularmente fascinantes, como su gran arco dental y su cráneo muy ancho, únicos entre los homínidos", añade.
Método verificado
Para comprobar la eficacia del método, los investigadores primero demostraron que la técnica reconstruye con precisión la anatomía de los neandertales y los chimpancés, ampliamente descritos. No obstante, la mayor confirmación llegó con el descubrimiento de la primera mandíbula de denisovano en una reciente expedición.
"Uno de los momentos más emocionantes sucedió unas semanas después de que este artículo fuera enviado a revisión: otro equipo identificó la primera mandíbula de denisovano, así que comparamos el hueso con nuestras predicciones para descubrir que coincidían perfectamente. Por lo tanto, sin planearlo, recibimos una confirmación independiente de nuestra capacidad para reconstruir con precisión los perfiles anatómicos basados en un poco de ADN de la punta de un dedo meñique", comenta el profesor Liran Carmel de la HUJI, responsable del estudio.
Las claves de la adaptación, más cerca
Hasta ahora, el análisis del ADN había revelado que los denisovanos se aparearon con los antepasados de los humanos modernos que viven hoy en Australia, las islas del Pacífico, el este de Asia y el sureste asiático. El ADN denisovano probablemente habría contribuido a la capacidad de los tibetanos para vivir en grandes altitudes, y a la capacidad de los inuits para vivir en regiones polares, al cruzarse con las poblaciones de estas regiones hace decenas de miles de años.
Ahora, este estudio abre una ventana para comprender cómo estos homínidos se adaptaron a su entorno, y lanza luz sobre los rasgos que son exclusivos de los humanos modernos y que nos separan de esta otra población extinta.
"¿Podrían estos rasgos|tiros lanzar luz sobre su estilo de vida? ¿Podrían explicar cómo sobrevivieron los denisovanos en el frío extremo de Siberia? Todavía hay un largo camino por recorrer para responder estas preguntas, pero nuestro estudio abre una ventana para comprender cómo estos humanos se adaptaron y qué nos diferencia de ellos. En todo caso, este artículo demuestra el poder de combinar datos biomédicos con estudios evolutivos", concluye Marqués-Bonet.
La investigación ha sido impulsada por "la Caixa", el Howard Hughes International Career, la National Geographic Society y la Clore Israel Foundation, entre otros.