Joël Dicker, el suizo que ha conmovido la novela negra con best-sellers como El libro de los Baltimore o La verdad sobre el caso Harry Quebert, ofrece una nueva obra, La desaparición de Stephanie Mailer (en castellano en Alfaguara, en catalán en Edicions La Campana). En la pequeña localidad de Orpheo, en el estado de Nueva York, la desaparición de una periodista, en 2014, abre un caso que se creía cerrado desde 1994. La obra irá enlazando dos tramas paralelas, la de 1994 y la de 2014, y la acción se irá acelerando a medida que pasa el tiempo.
Lo que esconden las apariencias
"Pueblo pequeño, infierno grande", dice un viejo refrán castellano. Este es uno de los ejes de la novela de Dicker. Orpheo parece una ciudad extremadamente plácida, sin conflictos, sin crímenes, sin odios, sin tensiones... La desaparición de la periodista Stephanie Mailer y la consecuente investigación policial abrirá la caja de Pandora y pondrá de relieve que nada es tan sencillo como parece y que la plácida vida de una ciudad de provincias esconde muchos secretos. Además, los secretos de esta pequeña villa enlazan con la trepitante dinámica de la vecina Nueva York, y eso todavía complica más la historia.
Todos contra la verdad
Reabrir un caso cerrado no es cómodo. Y menos cuando lo haces en una pequeña ciudad que está muy feliz de su estabilidad y que vive del turismo. La investigación chocará con mil problemas: el alcalde no quiere que se sepa que un asesino puede estar todavía libre, porque asustaría a los turistas. La policía local no quiere colaborar con la estatal por las eternas disputas entre cuerpos. La policía estatal no quiere reconocer que en 1994 se equivocó. La prensa local está más interesada al obtener exclussives que le hagan subir audiencia que en colaborar en la investigación. Todo el mundo bloquea a los policías encargados de buscar al asesino, y al fin estos ya no saben si lo hacen por intereses corporativos o porque alguna de las personalidades locales es el criminal que buscan.
El problema de la coherencia
El protagonista de la historia, Jesse Rosenberg ,es un policía modélico, que ha investigado un gran número de asesinatos y que ha conseguido siempre capturar a los culpables. Pero, ¿y si su expediente tuviera una mancha? ¿Y si hubiera cometido un error imperdonable en su primer caso, elque le dio fama? ¿Valdría la pena revelarlo? Quizás para otro lo más sencillo hubiera sido disimular, pero para Rosenberg no hay otra solución que reabrir el caso y volver a investigar, aunque sabe que eso resultará terriblemente doloroso para él. Y pese a meterse en una historia muy complicada, Jesse acabará encontrando el apoyo de unos fieles compañeros que le ayudarán a llevar adelante una investigación que no se revelará sencilla.
El precio del pasado
20 años es mucho tiempo. Es bastante tiempo como para reconstruir una vida, para olvidar un pasado, para cambiar de trabajo, de pareja, de planteamientos... Abrir un caso de 20 años atrás supone destapar un pasado que mucha gente prefiere enterrar. En este caso, incluso los investigadores querrían enterrar sus recuerdos, pero se ven obligados a levantar mucha polvareda, porque los pecados del pasado pueden causar muchos problemas a los habitantes del presente. En realidad, cuando Stephanie Mailer empieza a remover los turbios hechos de 1994, puede estar creándose muchos problemas. Y cuando Rosenberg decide investigar la desaparición de Mailer, la cosa se complicará todavía más...
Trama tejida esmeradamente
Joël Dicker no escribe una novela negra de acción trepitante (de hecho, le resultaría difícil, pues La desaparición de Stephanie Mailer supera el medio millar de páginas). Con el estilo clásico de best-seller, la clave de Dicker es ir explicando la historia a partir de la voz de varios personajes. Cruza escenarios muy diversos y va alternando historias de 1994 y 2014. De esta forma, a partir de trabajar con la voz de varios narradores, consigue una trama que engancha y que se hace difícil de dejar. En cada página se descubre algún detalle que conduce hacia el desenlace, pero cada capítulo añade una nueva incógnita. Este vaivén continuo impide crear personajes de gran profundidad o conversaciones con contenido filosófico, pero permite enganchar el lector en una trama que no puede dejar de leer. La gran virtud de un Dicker que se ha ganado una multitud de lectores. Una lectura, pues, para llevarse de vacaciones y desconectar.