Puede ser que hayas entrado en el artículo por puro morbo. También puede pasar que te estés riendo por debajo de la nariz, te creas instintivamente superior, tengas pánico a convertirte en la persona de la foto o que, directamente, sientas repugnancia, vergüenza y asco. Y me sabe mal decírtelo (o no) pero si estás notando alguno de estos síntomas, tienes un problema y se llama gordofobia.
Esta idea interiorizada desprecia, discrimina y criminaliza a las personas gordas por estar gordas y no estar delgadas. Gordas o barrigonas, obesas, gruesas, regordetas, botijas, cebadas, focas, morsas, rechonchas, robustas, anchas, hermosas y sebosas, da igual; todas tienen la misma connotación de rechazo. El poder, la sociedad y la cultura normativas han sabido regar la semilla de los muchos prejuicios estéticos que tenemos en la cabeza y, aunque a menudo no sabemos de dónde manan, la causa es muy simple: recibimos imputs constantes por todos lados sobre cómo tienen que ser los cuerpos que queremos y deseamos. Y si todas soñamos con tener (¡máximo!) la talla 38, ¿cómo podemos luchar contra la dictadura de un único cuerpo en un mundo con más de siete mil millones de cuerpos diferentes?
¿Dónde están las personas gordas?
Tess Hache se define como artista, activista y gorda. Hace tiempo que ya no siente que esta definición sea un insulto o una condena y tampoco cree que esté gorda, porque entiende el estar gorda como el transitar hacia el cuerpo deseado que nos dicen que se debería tener. No, ella no está gorda. Ella es gorda y habita el cuerpo que está aprendiendo a amar.
Todo empezó con un selfie en ropa interior que Tess publicó en Twitter para apoyar a una amiga. Sólo tenía 16 años. Este impulso adolescente ha hecho que cinco años después haya encontrado en el mundo de la fotografía no sólo un espacio de cuidado personal sino un espacio de lucha activa contra la lacra sistémica que la rechaza por no tener un cuerpo válido. "Te ves a ti como tu propio referente porque nunca ves cuerpos de personas gordas como el tuyo", lamenta. "Recuerdo momentos de encerrarme en la habitación y preguntarme por qué existía".
En este mundo lo que ni se nombra ni se muestra, no pasa. Fotografiar a veces es enseñar lo que nadie quiere que enseñes y eso, para los colectivos invisibilizados y oprimidos,significa existir. "La fotografía tiene un poder de comunicación brutal porque es verdad 100%", explica Tess. Para ella, desnudarse delante de cámara es una terapia de choque que reafirma su identidad pero su reto no es sólo consigo misma; quiere proyectar la necesidad del amor propio como la mejor herramienta de transformación para borrar los estigmas de cualquier realidad corporal disidente.
Fotografía como necesidad de reconocer el propio cuerpo
Los cuerpos no normativos nos crean tanto rechazo que no los miramos, ni siquiera cuando son los nuestros. Se dio cuenta de ello Ariadna Carrascull - feminista, artista, emprendedora y fotógrafa especializada en la autoestima corporal femenina – cuando fue consciente de que no conocía su cuerpo. "Me miraba cada día en el espejo pero nunca desde la aceptación, sino para analizar todas las partes que cambiaría porque supuestamente estaban mal".
Igual que Tess, ella también empezó publicando un autorretrato en redes sociales y así, como quién no quiere la cosa, hace tres años nació Reconócete, el proyecto fotográfico que acompaña a aquellas mujeres que se quieren empoderar a través de reconocer su propio cuerpo. Hacer fotos es sólo la excusa. "No es un shooting con cincuenta posturas; charlamos, hablamos de autoestima, de cuerpos, bailamos, hacemos fotos de cada momento y de allí sale la sesión", explica Ariadna. "Cada vez hay más diversidad y gente segura que está dispuesta a mostrarse tal como es".
Pero transmitir autoestima a chorro en las fotos no es incompatible con sufrir días de mierda; hay momentos que odias como te quedan los pantalones que te querías poner, otros en los que no puedes soportar la idea de salir de la norma y aquellos donde algún imbécil publica una foto tuya en Foro Coches y da pie a una espiral de acoso, insultos y sufrimiento que acaba con tu cuarta cuenta de Instagram bloqueada. A Tess le pasó.
¿Dicotomía? ¿Contradicción? Para las dos artistas y para cualquiera que tenga dos dedos de frente, no. Luchar por la naturalización de todos los cuerpos no exime a nadie de seguir sufriendo las consecuencias de la violencia estética; y comunicar sólo la parte positiva de los que sufren discriminación por razones de peso sería una mentira más que esta sociedad enferma no se puede permitir.
Los peligros de caricaturizar la lucha
Están en las salas de arte, en exposiciones o navegando por Internet, pero todavía hay personas gordas que sufren comiendo en público porque la gente las mira con burla. Si es cierto que la fotografía artística rompe muchas visiones respecto las corporalidades disidentes también lo es que en la calle el tabú sobre ellas no decrece, o eso critica Tess Hache. "Parece que la peña gorda sólo nos hacemos visibles a través del arte o la fotografía, dentro de un estudio o en la montaña, y eso nos reduce a un contexto muy pequeño que no es el cotidiano".
Ahora Tess se ha comprado su primera cámara y tiene en mente un proyecto fotográfico costumbrista que enseñe la realidad de la diversidad corporal en la vía pública y que no se limite sólo a un mundo de fantasía idealizado. ¿Su definición? "Gente gorda haciendo cosas". Y tampoco hace falta que siempre sean desnudos o semi nudos, por supuesto. Ariadna reivindica también que la aceptación corporal también debe trasladarse al escenario mediático y que, como artistas, "tenemos la responsabilidad de seguir mostrando cuerpos no normativos que quizás no venden tanto en los medios, pero que tienen una repercusión social necesaria".
¡IMPORTANTE! Para las personas más escépticas: no, los cuerpos no están retocados. "Photoshop es una de las grandes herramientas de cualquier tipo de exclusión corporal", dice esta artista, quien muy honestamente también confiesa que durante una temporada utilizó la aplicación para taparse las marcas de acné. "Tampoco demonicemos a la gente que lo hace si es desde el punto del: ei, aún no estoy preparada para mostrarme".
La salud no es sólo cosa de tallas
Ni el movimiento bodypositive ni ninguna de las otras voces que se han alzado a favor de la naturalización de los cuerpos no normativos hacen apología de la obesidad. Decir eso es tan absurdo como decir que el Black Lives Matter hace enaltecimiento del asesinato masivo de personas blancas. Tristemente, en general, está la idea extendida que las personas delgadas están sanas y las personas gordas no: otra trampa del patriarcado y la gordofobia.
El paradigma HAES (Salud en Todas las Tallas, por sus siglas en inglés) surge precisamente para romper con la idea de que la salud va asociada sólo a una determinada forma corporal, porque es de ahí de donde surge la estandarización de modelos y dietas, todas ellas enfocadas a adelgazar o modificar el cuerpo para tener aceptación social - porque la gente delgada no sólo es más guapa y está más sana, también es más inteligente, más constante y más exitosa.
Se lo encuentra muchísimo Mireia Hurtado en su consulta cuando ayuda a muchas mujeres a superar el pánico que tienen a ir a la playa con bikini por miedo a qué pensarán los demás. Ella es psicóloga especializada en psicología de la alimentación y disocia la forma corporal de tener buena salud, porque no hay una única manera de estar sanos. Su rama trabaja con las conductas: qué hace la persona y en qué medida lo que hace apoya o no su salud y autocuidado, siempre dentro de las posibilidades de cada una. De hecho, gran parte de los problemas de salud que se vinculan a las personas de cuerpos grandes tienen más relación con el estigma que sufren por tener un cuerpo grande que por el exceso de peso. Y no sólo hablamos de insultos y exclusión del entorno: también de la aparición de trastornos alimentarios que beben de la cultura de la dieta (¿sabíais que ayer fue el Día Mundial Sin Dietas?).
"Lo que se deriva de la mirada gordofoba es que los cuerpos voluptuosos no merecen ser cuidados desde un lugar de respeto porque las dietas no son conductas de respeto, son conductas de castigo". Para Mireia, tenemos que poder cambiar la manera en la que miramos el mundo para conseguir poder mirar un cuerpo no normativo como un cuerpo naturalizado y ve muy positivo que el arte haya puesto ahí su punto de mira; eso quiere decir que hay cosas que están cambiando. Y personas, como Tess y Ariadna, que no dejan de superarse.