Una de las series del momento en las plataformas en streaming es Detrás de sus ojos. Esta obra de seis capítulos se ha colocado en poco tiempo en las posiciones más altas de los rankings de Netflix, y es que su trama engancha desde el primer momento. El desenlace de la historia, sin embargo, no responde a las expectativas generadas durante las primeras entregas, un hecho que explicamos en el artículo del martes pasado.
La cuestión es que el thriller de Steve Lightfoot está basado en la novela homónima de Sarah Pinboroug, un thriller que cautivó a miles de lectores por todo el mundo cuando se publicó en el año 2017. Como pasa a menudo, sin embargo, la serie no ha adaptado a rajatabla todas las características del libro. Y, en este caso, hay un detalle que los fanáticos de Pinboroug han detectado enseguida y que a continuación te explicamos. Pero atención, el texto contiene spoilers.
Situémonos. Louise viaja a Brighton para conocer a Marianne, la propietaria de un café quien. Esta, en formato flashback, explica a la protagonista el hecho por el cual Adele y David se tuvieron que marchar de la ciudad. Sin que nadie lo supiera, Adele –que en realidad no era ella como tal, sino que tenía a Rob dentro de su cuerpo– estaba espiando a David y Marianne gracias a su capacidad de hacer viajes astrales.
Por este motivo, en el sexto episodio la malvada Adele –que insistimos, no es Adele– amenaza a Marianne de una manera especialmente perturbadora: entra dentro de su casa sin su consentimiento y escribe 'puta' en la pared con letras rojas. Cuándo Marianne llega a su domicilio, lo primero que percibe es que su gato no se acerca a recibirla, un hecho que genera mucha tensión y que invita a pensar que el animal está muerto. Poco después, por suerte, el felino aparece en pantalla plácidamente.
En el libro, sin embargo, las cosas son bastante distintas. Y el gato es quien sale maltrecho. La obra de Pinboroug describe cómo Adele envenena la comida de la mascota para dormirla y después, delante de Marianne, lo mata aplastándole la cabeza con sus tacones. Un detalle inhumano, sanguinario y muy violento que Netflix no se atrevió a llevar a la pequeña pantalla por motivos obvios. Los más sensibles lo agradecerán profundamente.
Viajes astrales, drogas, alcohol, incendios e incluso un asesinato muy triste. El espectador puede soportar muchas cosas, pero que muera una mascota adorable... eso sí que no.