No hay que caer en el dramatismo hiperbólico, pero cada vez que un grupo se separa, morimos un poco. Hoy, cuando Love of Lesbian tomen el escenario de la Sala Apolo, finaremos algo. Será el primer concierto en Barcelona de La Hermandad Tour, la gira de presentación de su último disco, Ejército de salvación. El viernes y el sábado repetiremos la experiencia en la Sala Razzmatazz. Después vendrá el silencio..., dicen que hasta el 2029.
Violines, virus y playa
La primera vez que vi en directo a Love of Lesbian estuvo a finales de la década de los noventa en un centro cívico del barrio de Vilapicina de Barcelona. Entonces todavía cantaban en inglés y tenían un violinista. Una curiosa excentricidad, quizás influencia de John Cale y la Velvet Underground, que, en aquellos años de estallido de la escena indie capitaneada por Los Planetas, Australian Blonde y El Inquilino Comunista, compartían con El Regalo de Silvia. Este caso era todavía más curioso, porque esta banda de Zaragoza practicaba un pop muy naif, pero el violinista, si la memoria no me falla, era un punk de manual, de los de cresta oxigenada y chupa llena de tachuelas.
La última vez que vi en directo Love of Lesbian ya hacía años que cantaban en castellano y no tenían violinista. Fue en el concierto del Palau Sant Jordi durante los meses de la COVID. Una prueba piloto organizada por los principales festivales del país para demostrar que, aunque en plena pandemia, la música en directo podía ser un espacio seguro. Después de meses cerrados, fue una noche, la del 27 de marzo de 2021, emotiva como el reencuentro con tu mejor amigo después de años sin verlo. Yo confieso, estuve llorando desde que, previa al concierto, por megafonía sonó el Here Comes the Sun de los Beatles hasta que Love of Lesbian finalizaron su repertorio con Planeador.
Entre medio, fui miembro de Love of Lesbian. Solo por un día. Fue una mañana del verano de 2009. Yo entonces era redactor externo del Plaers, el suplemento dominical del Avui, cuando este diario todavía no tenía un punto delante. La banda de Santi Balmes hacía pocos meses que habían publicado 1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la Luna) y, después de años picando mucha piedra, ya empezaban a destacar como una de las formaciones capitales de la escena musical del país. Serían portada.
¿Y ahora quién nos explicará los cuentos?
En una de aquellas ideas absurdas por típicas y tópicas, les propusimos hacer la sesión de fotos en la playa de la Barceloneta, por aquello de transmitir vacaciones, diversión, fiesta, sol... Peor todavía, llegué cargado con todo de flotadores y gafas de buceo. Atrezo robado a mi hija Aina. Otros me habrían enviado a la mierda. Ellos me siguieron el juego. Solo había un problema, su guitarrista Juli Saldarriaga estaba de vacaciones, no recuerdo si en Menorca o en Cerdeña. No era un drama, pero... Contraatacando mi armario de manguitos y toallas, los LOL se presentaron con una máscara de Juli. La idea era que uno de ellos la sostuviera en las fotografías. Carles, el cámara que entonces acostumbraba a acompañarme, sugirió que, siendo más o menos de la misma altura y la misma complexión, mejor si me escondía yo tras la máscara y hacíamos ver que estaban todos.
Así fui miembro de Love of Lesbian durante un día, aunque, aunque me gustan, nunca he sido uno súper, súper fan. De hecho, ellos, juntamente, con compañeros generacionales como Sidonie, Los Piratas (Iván Ferreiro) o Dorian, siempre han tenido que convivir con un constante menosprecio por parte de la prensa especializada. Desdén del todo injusto inversamente proporcional a una comunidad de seguidores que no ha parado de crecer entonando con devoción unas canciones moduladas con un pop épico más o menos sostenido deudor del legado de The Cure, David Bowie, Radiohead... y unas letras rebosantes de recursos semánticos con que Santi Balmes siempre se ha reivindicado como uno de los escritores más imaginativos de nuestro rock.
Así han trazado álbumes tan recomendables como La noche eterna. Los días no vividos (2012), El poeta Halley (2016), V.E.H.N. (Viaje épico hacia la nada) (2021) y este último Ejército de salvación (2024) que hoy, antes de morir un poco, cantaremos cuando aparezcan sobre el escenario del Apolo. Después lo dejarán correr, porque como con las parejas, los grupos, más si llevan 25 años juntos, también necesitan tomarse un tiempo, recuperar espacio y respirar. Dicen que volverán en el 2029. Quizás sí. O quizás no. Sea como quiera, pase lo que pase, hasta entonces echaremos de menos a alguien que nos explique "cuentos chinos para niños del Japón".