Acaba de llegar de Toronto, del prestigioso festival Hot Docs, donde ha presentado su película, y nos advierte de un severo jet lag tras ocho horas metida en un avión. Nadie lo diría, viendo la energía que gasta la cineasta barcelonesa Patricia Franquesa. Su Diari de la meva sextorsió es uno de los títulos estrella del DocsBarcelona de este año. Se presentó mundialmente a otra de las citas imprescindibles del circuito del documental, el South By Southwest de Austin (Texas). “Estaba muy nerviosa, era la primera vez que le enseñaba, y estaba muy nerviosa. Era un cúmulo de cosas, de enseñar la obra terminada, después de tanto trabajo. Y también de soltar, que siempre es un punto muy frágil”, nos dice. "Es verdad que con una historia como esta, donde soy la protagonista, hay un punto de arraigo más fuerte, y de exposición, pero que sea un relato personal no me genera más nervios".
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Diari de la meva sextorsió viene a ser la crónica detallada de una pesadilla que empezó cuando, en el 2019 y durante un viaje de trabajo a Madrid, una cita con su ex en un bar acabó fatal. Quizás el bocadillo de calamares contribuyó a despistarse un minuto, la cosa es que unos ladrones le robaron el ordenador de la mochila. Poco después recibió un mensaje de alguien que decía haber hackeado su portátil, y que le exigía 2.400 dólares a cambio de no enviar a todos sus contactos, profesionales y personales, tres fotografías íntimas de la cineasta. Ella, como se cuenta en el film, no pagó, y pese a comprobar cómo el hacker cumplía sus amenazas, optó por otro camino.
No os explicaremos la cantidad de vivencias que el chantaje le ha regalado a Patricia Franquesa, tendréis que ver la película. Pero alguna es de lo más marciana. Por ejemplo, cuando en una de sus visitas a los Mossos, uno de los agentes aprovechó para hacerle una propuesta que, de entrada despierta risas, pero que es absolutamente intolerable: “De entrada, yo tenía en mente que me' estaba ayudando, dando algunos consejos, pero en realidad estaba haciendo su trabajo. Aunque la sensación era de que me estaba haciendo un favor. A mí me suele pasar que la gente viene y me cuenta sus problemas, donde quiera que esté. Y me encanta. Pero este agente, de repente, me dice: Si haces documentales supongo que también haces fotografía. Y me preguntó si podía hacer una sesión con él y su esposa para una página de intercambio de parejas. Incluso me enseñó la página web, para demostrar que sus retratos necesitaban renovarse. Lo heavy es que yo no vi el abuso hasta que salí de la comisaría. Fue muy incómodo... imagínate la sensación”, explica.
En realidad, su experiencia con las fuerzas del orden, tal y como demuestra Diari de la meva sextorsió, no fue muy positiva. “Cada vez que iba a la policía les decía que estaba rodando un documental, para que me tomaran en serio. En algunos momentos me preguntaba si lo estaban investigando o si se estaban cachondeando. Me decían: esto le pasa a las mujeres jóvenes como tú. Con un punto de paternalismo asqueroso”.
¡Ole mí coño!
Patricia Franquesa admite que vehicular el chantaje que sufría de forma creativa fue “una herramienta de protección... pasé miedo, mucho miedo, y hacer la película me generaba, en algún punto, cierta distancia, de alguna manera hacía que el proceso me afectara menos. A Pati le está pasando esto, con un punto como disociativo. Y fue también una herramienta de poder”. Tal y como está estructurada, Diari de la meva sextorsió bebe del lenguaje de las redes sociales, con pantallas partidas e imágenes grabadas con el móvil. “El concepto visual trataba de utilizar todos los elementos hackeables para hacer la película”, apunta. Y, respecto al tono, tiene una clarísima estructura de thriller, con tensión, con malvados, con elementos de denuncia hacia la pasividad policial, y con mimo a la hora de construir los personajes secundarios (representados por los nombres con los que intercambia whatsapps... desde aquí, adoramos a Moni, cómplice emocional de Franquesa durante en la trama del film).
Más allá, le preguntamos por los títulos alternativos del documental, porque, en algún punto de su búsqueda de financiación, Franquesa utilizó dos diferentes. “El primer título era Digital Vagina, pero cuando fui al Festival de Locarno surgió otro: ¡Ole mi coño! Nos fue muy bien para todo el tema de las ventas del proyecto, pero no reflejaba en absoluto el tono del film. En ¡Ole mi coño! no hay miedo, hay descaro y desparpajo, pero la película es un relato de terror, es algo serio”, razona. Como espectadores, podemos decir que el título descartado sí podría referirse al desenlace de la trama, a cómo Franquesa le da la vuelta a la tortilla. No revelaremos aquí cómo coge el toro por los cuernos, pero la cineasta sí nos dice que “lloré, no fue nada divertido. Hay gente que me ha dicho que no hay por tanto, y yo creo que suerte que me pasó con 29 años, con una profesión y una vida más o menos sólida y aterrizada. Pero es un proceso complicado, que provoca pasar mucha vergüenza, porque tienes la sensación de haberla cagado”.
Es un proceso complicado, que provoca pasar mucha vergüenza, porque tienes la sensación de haberla cagado
El paso del tiempo no ha hecho bajar a la guardia de Franquesa. “Que me robaran el ordenador va más allá de las fotos íntimas. ¡Es que estaba mi DNI, sabía dónde vivía, mi profesión, todo! Estaba en un estado de paranoia constante, pensando en qué cosas más podía tener en el portátil, en qué más podía utilizar en mi contra. Y ahora estoy más expuesta, porque el hacker puede ver la película y sigue teniendo mi ordenador...”
La Indiana Jones de la narrativa
Diari de la meva sextorsió es el segundo largometraje de la directora, tras su debut con Querida Sara (2021), también presentada en DocsBarcelona y que seguía la historia de la primera mujer taxista de Afganistán. El retrato de aquella señora fuerte y poderosa es, también, el de un entorno que ya no existe, después del regreso de los talibanes al país. De hecho, Franquesa fue una de las personas que contribuyó a sacar a una Sara con la vida amenazada de Afganistán. En la cadena de gente que participó a la hora de salvarla, estaba Ruben Wagensberg, el diputado de ERC que, desde hace unos meses, se ha instalado en Suiza, para luchar contra la imputación por terrorismo del juez García Castellón por la causa de Tsunami Democràtic. Hace unos días, tres premios Nobel de la Paz (Jody Williams, Alfonso Pérez Esquivel y Najet Zammouri) firmaban un manifiesto que rechazaba las acusaciones. Para Patricia Franquesa, la imputación “no tiene sentido. Es surrealista. Ruben es un tío brillante, muy claro, con gran cerebro, que siempre va hacia la luz. No sé muy bien cuáles son los motivos de la acusación, pero... ¿cómo pueden decir que Ruben es un terrorista? What the fuck!”
El documental es superfresco. Son películas que están vivas. La ficción está más controlada, pero con el documental sabes lo que buscas, pero no sabes hacia dónde te llevará
Acabamos preguntándole a la directora por la salud del documental y por las múltiples posibilidades creativas que el formato permite. “El documental es superfresco. Son películas que están vivas. La ficción está más controlada, pero con el documental sabes lo que buscas, pero no sabes hacia dónde te llevará. Hay un punto como de aventura, de Indiana Jones de la narrativa... Ahora estoy pensando en un nuevo proyecto y quiero jugar. Me gusta mucho experimentar, más que hacer cosas perfectas, me gusta inventar. Si hago algo que funciona, digo vale, next, ahora quiero probar otra cosa. No sé, a mí el docu me parece una herramienta muy viva, ágil, me siento como una niña pequeña jugando a escribir mi propio cuento”, remata.