El mal llamado conflicto entre Israel y Palestina hace tantos años que dura que son muchos ya los gritos que se han levantado para frenar el horror. Los ataques de Hamás y la respuesta desproporcionada de Israel, el país más militarizado del mundo e incumplidor de más de 40 resoluciones de la ONU, han abierto una guerra entre desiguales y ha vuelto a colocar el problema en el centro del debate público global, con una limpieza étnica materializándose en Gaza. Un apocalipsis trágico que, por desgracia, no es nuevo. Entre todas las voces, hubo una que hace 17 años se hizo oír un poco más que las otras por su impacto mediático y supuestamente alejado del foco. Así fue como Madonna, siempre controvertida, provocadora de masas y polémica, puso sobre la mesa algo que todos se empeñaban en callar. 

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Fue en la época en la que la reina del pop publicó Confessions on a dancefloor, un trabajo que la hizo rodar por varios territorios con la gira Confessions Tour. Corría el año 2006, las redes sociales estaban aún lejos de consolidarse como una extensión propia del ser humano, pero Internet ya permitía mucha más velocidad de propagación informativa. Y resulta que una de las canciones del álbum hacía referencia explícita a este problema territorial en Oriente Medio, un lastre que estaba materializándose en nombre de la libertad de los judíos a tener su propio país, aunque esto supusiera desterrar a los palestinos de sus casas. Un tema que, además, se interpretaba con una coreografía que no dejaba lugar a la interpretación ni a la imaginación.

Una coreografía polémica que despertó conciencias

Todo sucedía con motivo de la canción Forbidden Love (Amor Prohibido, en su traducción al castellano), en el que dos de los bailarines del elenco que actuaba en dicha gira se presentaban en el escenario muy bien diferenciados: el primero lucía una estrella de David judía pintada en el abdomen, mientras que el otro llevaba una media luna islámica exactamente en el mismo lugar. Una coreografía que representaba la escenificación del conflicto entre judíos y palestinos, y que pedía a gritos que se sentaran a hablar en nombre de la paz. Un baile en el que Madonna también acababa participando, interpretando justamente el punto de unión entre dos hombres y dos naciones enfrentadas, con un mensaje claro y conciso: "Estamos todos aquí. Somos todos una persona. Es posible tener paz en este mundo. Tenéis que creer que cambiar el mundo es posible". Evidentemente, la escena dio mucho que hablar.

Pero no fue la única vez que el icono pop se posicionó en este tema. En 2019, Madonna actuó en la gala de Eurovisión que se celebraba en Tel Aviv, capital de Israel. Lejos de ser una de sus mejores actuaciones, la cantante americana firmó un espectáculo de muy baja calidad —que ella atribuyó al poco tiempo de ensayo—, pero lo que más recordarán los libros de historia musical fue que redundó una reivindicación política que ella ya había hecho más de una década atrás. Y es que durante su turno, la reina del pop volvió a invitar a dos bailarines que lucían una bandera palestina y otra israelí, un hecho que no gustó nada a las autoridades y que acabó con una demanda contra la artista: la televisión israelí, organizadora del Festival de Eurovisión de ese año, llegó a denunciar a Live Nation y Live Nation Israel —representantes legales de Madonna— por lo acontecido. 

Foto: EFE

Y por qué recordar estos momentos del pasado? Pues porque la reactivación de la violencia en la franja de Gaza coincide con el reinicio de la gira de la cantante, un paralelismo que Madonna no va a dejar de lado. Con el arranque de la gira europea en Londres ya inició un alegato que repetirá en su gira mundial; unas palabras para lanzar un mensaje de paz y denunciar lo que está pasando a pocos kilómetros de nuestra casa. “Todos estamos sufriendo al ver lo que está pasando en Israel y Palestina. Me rompe el corazón ver a niños sufriendo, a adolescentes sufriendo, a adultos sufriendo. Es descorazonador. Estoy segura de que estáis de acuerdo. Pero aunque nuestros corazones estén rotos, nuestros espíritus no pueden romperse”, espetó en su primer concierto en la capital británica. Este miércoles la estrella del pop llega a Barcelona con una cita doble en el Palau Sant Jordi y con las entradas agotadas. ¿Repetirá el mensaje?