Es el año 1975 y Canet acoge la primera edición de un festival que acabaría convirtiéndose en un acontecimiento histórico. Àngel Casas va acompañando al cineasta Francesc Bellmunt. Junts rodarán un documental que, como el Woodstock de Michael Wadleigh, será el testimonio definitivo de aquellos dos días, el 26 y 27 de julio, de paz, amor, ácido lisérgico y rock y canción en el Pla d'en Sala. Una de las escenas más entrañables de la cinta es cuando Casas se encuentra con Pau Riba en la estación de tren de la población maresmense. Son dos minutos memorables. Una entrevista improvisada en que el periodista le pregunta en Riba si cree que está ayudando la cultura catalana. Pau Riba, burlón, con aquel acento medio chava que nunca lo abandonó, le dice que sí. ¿Cómo?, replica el Casas. "Destruyéndola", finaliza el cantautor. Provocador y transgresor, esta misma idea fue el motor creativo e inspiracional de Dioptría, el disco más importante de la historia del rock catalán, álbum que esconde clásicos absolutos de nuestro cancionero como 'Noia de porcellana', 'Ars erotica', 'Ja s'ha mort la besàvia', 'Helena, desenganya't' o 'Mareta bufona'. Pau Riba se propuso romper con las dioptrías (así, sin el acento normativo para acentuar su deformación) con que la gente miraba la realidad cotidiana. El artista sideral quería aportar una mirada sin filtros.
Solo pero en compañía
Pau Riba había sido uno desterrado de aquellos Setze Jutges que dictaminaban la Nova Cançó. No lo quisieron. Lo rechazaron. Él, nieto de los poetas Clementina Arderiu y Carles Riba, optó por unirse al Grup de Folk, colectivo en que también militaban almas gemelas como Jaume Sisa, Jaume Arnella, Xesco Boix, Falsterbo 3 (Eduard Estivill, Joan Boix, Amadeu Bernadet), Albert y Jordi Batiste, Oriol Tranvía... Si los Jutges miraban a Jacques Brel y la tradición francesa; los del Grup buscaban inspiración al folk norteamericano con Bob Dylan al frente. Colectivo poliamoroso sin ninguna norma de entrada o salida, Riba alternaría su libre militancia en el Grup de Folk con sus primeras referencias en solitario. Así, el año 1967 ya publicó Taxista, EP ahora icónico que tendría continuidad con otras referencias fundamentales en el devenir de nuestra historia musical como Miniatures EP grabado en colaboración con Jaume Sisa, Cachas y Albert Batiste, es decir, los experimentales Música Dispersa. De hecho, huyendo del yo en singular, quizás porque se sabía creador magnífico pero músico regular; Riba siempre buscó la alianza con algunos de los nombres más destacados de la escena del momento. Fue así como se topó con Om, la banda de jazz-rock al estilo del Miles Davis de aquellos momentos, finales de la década de los años 60, en que militaban el guitarrista Toti Soler, el pianista Jordi Sabatés y el flautista Romà Escalas. Tres nombres sin los cuales es imposible cartografiar el universo polifónico nuestro de las últimas cinco décadas.
Mujer y hombre
Om en realidad fue un producto de laboratorio. Una banda creada por las discográficas Concéntrico y Edigsa para dar apoyo en el estudio a sus intérpretes solistas. Su trayectoria, sin embargo, fue efímera, grabando tan sólo tres discos. Uno de ellos, sin embargo, antológicos. El primer trabajo de Todo Soler, Jordi Sabatés i Romà Escalas, estuvo en la grabación de 'Jo em donaria a qui em volgués', sencillo de Maria del Mar Bonet. Fascinado por aquella grabación, Pau Riba contactó con los miembros de Om para que lo acompañaran en la grabación de su siguiente trabajo, un álbum doble, un trabajo conceptual de título Dioptría, con un primer disco girando en torno a la mujer y un segundo centrado en el hombre. Explica el periodista musical Àlex Milian en las páginas de El Temps que los primeros encuentros entre Pau Riba i Om fueron en casa del Toti y a los bares Esta se su vida, en la calle Marià Cubí (cerca de casa de Toti) y Cristal (en la calle Balmes junto a la plaza Molina). "Hablábamos mucho y mucho sobre los arreglos de cada canción y, cuando finalmente íbamos a tocar, nos podíamos estar hasta las seis de la madrugada", le confiesa en este mismo artículo Escalas a Milian. Fue, orden y aventura, la conjunción perfecta: Pau Riba era un talento desbordante pero sin conocimientos para propulsar sus composiciones. Om aportarían la técnica necesaria para sublimar aquella magnífica colección de canciones.
Olas que son cangrejos
Dioptría se grabó en los Gema. Situados a la confluencia de la calle Sardenya con Gran Vía, propiedad de Josep Casas Augè y José Ortiz Almansa 'El Chinche', un antiguo torero con el cuerpo lleno de cicatrices por cornadas, eran en aquellos momentos los mejores estudios de la ciudad. Fueron unos días de excitación creativa en el que los músicos dejaron fluir todo su talento. También fueron jornadas extremadamente extenuantes, con Riba y Om dedicados a un cancionero que intuían especial durante horas y horas. Un repertorio modelado a partir de la confluencia del jazz, el folk y la música tradicional catalana que acabaría convirtiéndose en el primer disco del rock en catalán. Una pieza incunable en que brillan piezas como 'Ars erotica', 'Ja s'ha mort la besàvia' o, muy especialmente 'Noia de porcellana'. Aquel verano, el del año 1969, Pau Riba y su mujer, Mercè Pastor, viajaron a Formentera. El cantautor sideral quedó con los miembros de Om que grabarían el segundo disco de su álbum doble al volver de las vacaciones. Siempre abiertos a descubrir nuevas sensaciones, Riba y Pastor habían oído decir que en aquella pequeña isla mágica había un hippy americano que vendía LSD. La pareja se tomó una dosis de ácido lisérgico y se sentaron en el límite de un acantilado desde donde las olas se convertían en cangrejos gigantes. Ya nada volvería a ser lo mismo. Riba regresó con la idea de dar a las composiciones que le faltaban para grabar un tratamiento mucho más telúrico, intimista y crudo. Ya no necesitaría la complicidad de los Om. Sólo sería él, su guitarra y los arreglos, tímidos y sencillos de Albert Batista. Dioptría I, el disco que Riba había gravado con Om, vio la luz la Navidad de 1969. Meses después, ya en 1971, apareció su segunda parte, Dioptría II. Dos discos gemelos que no tienen nada que ver el uno con el otro, pero que sumados configuran la gran obra maestra del rock catalán.