Dicen que "una ciudad como Barcelona no te la acabas nunca". Y la demostración palpable de eso es el libro de Xavier Theros Diumenges a Barcelona (editorial Comanegra), donde se recogen unas cien crónicas suyas sobre la ciudad de Barcelona, un paseo muy completo por la Barcelona más desconocida.

Xavier Theros. Foto: Sergi Alcàzar.

El universo de Theros

La Barcelona de Xavier Theros es la suma de todas las Barcelones que han existido, porque este antropólogo es un gran aficionado a la historia. Su Barcelona es la de los campesinos neolíticos enterrados en Sant Pau del Camp, la de los artesanos de la Edad Media, la de los asedios y ataques a la ciudad en los siglos XVII, XVIII y XIX, la de los anarquistas de la Rosa de Fuego (por los que el autor parece tener una cierta debilidad), la de la miseria alimenticia y sexual del franquismo, la de los punks de la transición... Theros recurre a menudo a la documentación de internet y de archivo, y hace exhibición de una erudición acaparadora (y en algún punto excesiva). Pero no es un cronista de libro. Diumenges a Barcelona ha sido escrito, sobre todo, con los pies, a base de paseos y más paseos por la ciudad, cruzando plazas, explorando pasajes, revisando fachadas, mirando escaparates... Y también con muchas conversaciones con una retahíla de personajes curiosos que pasan por las páginas del libro y en el que se convierten en coprotagonistas de esta historia.

Plaza Sant Felip Neri.

La Barcelona más popular

A veces, las crónicas históricas de una ciudad se basan en el paso de grandes personajes por sus palacios o por sus instituciones. En estos casos, parece que el principal valor de una ciudad no radique en sus habitantes, sino en la excelencia de sus visitantes. En cambio, las crónicas de Theros reflejan, sobre todo, la vida de los barceloneses. Y no sólo de los barceloneses ilustres, sino de la gente de la calle que ha vivido en Barcelona a lo largo de su historia. Theros nos transporta a un mundo de alfileteros, arrieros, peleteros, estibadores, camareras, taberneros, niños discapacitados, músicos underground... Pero no son simples individuos marginales explotados, sino gente que ama, que siente, que lucha, que se rebela, que inventa, que se divierte... Gente, en definitiva, con la que resulta muy fácil de identificarse.

Barcelona durante la Semana Trágica.

Barcelona es grande

Las crónicas de Xavier Theros están pegadas al territorio. Lo más frecuente es que sus textos no tomen Barcelona como objeto, sino que se centren en un pequeño rincón de la ciudad: una calle, una plaza, o incluso un establecimiento, una planta o un elemento arquitectónico. Son crónicas que a menudo se escapan de Ciutat Vella y del centro de la ciudad y llegan a Sant Andreu, a Nou Barris, a Horta, a Can Tunis... Exploran barrios que, normalmente, no reciben visitantes y que la mayoría de barceloneses, si no viven allí, no conocen. Esta exploración de los rincones más recónditos de la ciudad permite una visión muy completa de la Barcelona popular, y también de la Barcelona más moderna, la de los siglos XX y XXI. Al cronista ni siquiera se le escapan los cementerios. Parece haber estado en todas partes.

Vista de Barcelona en 1850. Grabado de Alfred Guesdon (1808-1876).

Llamada a abrir los ojos

El mejor de Diumenges a Barcelona no es que nos enseñe rincones desconocidos (un elemento muy positivo), sino que nos muestra las limitaciones de nuestros paseos por la ciudad, la incapacidad de ver ciertas cosas que se encuentran delante de nuestras narices. Theros nos habla de carteles, de señales, de tiendas y de personajes con los que nos habremos cruzado miles de veces, pero que nos habrán pasado desapercibidos. En algunos casos son detalles que hay que verificar en archivos o en documentos de difícil acceso. Pero en otras ocasiones son cosas que requieren una mirada atenta y, también, muchas charlas con barceloneses. Como los quitabarros: las piezas de hierro clavadas en el suelo que se usaban para sacar el barro de los zapatos cuando la ciudad no estaba asfaltada. Hay algunos, todavía, en ciertos edificios de Barcelona. Seguro que algún día hemos pasado por delante de alguno de estos quitabarros, que nos remiten a aquellos tiempos, no tan lejano, en el que Barcelona no era la capital del turismo, sino "la capital del barro". Y, probablemente, hemos pasado por delante de él sin verlo.

Canto de amor a los barceloneses

Las fotografías, obra del taxista Jordi Nebot i Alsina, ayudan a visualizar la Barcelona popular de hoy, que se sobrepone a la Barcelona popular de otras épocas. Las crónicas, de una en una, suponen pequeñas radiografías de rincones, anécdotas o periodos de la ciudad. Algunas historias son graciosas, otras dolorosas, algunas irónicas... Pero leídas de forma conjunta, toman otra dimensión. Constituyen todo un homenaje a la ciudad y, sobre todo, a sus habitantes... Este es un libro que nos inducirá a salir de casa los domingos y a visitar de nuevo la ciudad, con una nueva mirada, y a reconciliarnos con los barceloneses.