Ellos no sabían lo que estaba pasando. Y cuando lo supieron, no tenían recursos para frenarlo: hacía tres años que les habían cortado el agua y no disponían de extintores. Por eso, cuando las llamas se propagaron rápidamente por todo el recinto debido a la acumulación de materiales altamente inflamables, los pasillos quedaron apretados por el griterío de más de 200 almas desesperadas. No tenían escapatoria. Para que pudieran ser evacuadas sólo había una puerta de emergencia, situada en la tercera planta, y el pánico debió ser tal que muchas intentaron sobrevivir lanzándose por la ventana. Aquella noche fría del 9 de diciembre de 2020 murieron al menos 5 personas en el incendio de una nave ocupada en el barrio badalonés de Gorg y más de una veintena resultaron heridas. O quizás fueron más. ¿Cómo pueden recontarse con certeza las vidas que no cuentan?

"La historia nos ha afectado y suerte que lo ha hecho porque, si no lo hiciera, creo que tendríamos un problema grave". Quien habla es Adri Salido, codirector junto con Gian Marco Benedetto de Bourned Souls, un cortometraje disponible en Filmin que habla de la pobreza energética, de la falta continúa de oportunidades y de la discriminación que sufre la comunidad afrodescendiente en nuestro país. Pero, sobre todo, de las personas que lo sufrieron. "Mientras las agencias y los medios generalistas se encargaban de grabar el minuto a minuto de la tragedia, nosotros nos limitábamos a hablar con las personas involucradas y siempre tuvimos muy claro que nuestro trabajo sería diferente, una aproximación más realista y humana de los hechos".

Mamadow Gieye sobrevivió al incendio de la nave, que ocurrió la noche del 9 de diciembre del 2020. / Gian Marco Benedetto

Más allá de los días inmediatamente posteriores al incendio, a las víctimas no se les ha dado demasiado espacio mediático, a pesar de ser protagonistas de la peor consecuencia que tiene la miseria energética; a pesar de ser un colectivo sumamente vulnerable, despreciado por las administraciones, que no tiene oportunidades de conseguir un futuro mejor y que, cuando lo intenta, a menudo pierde la vida. Para los dos fotoperiodistas era imprescindible ir mucho más allá y explicar qué pasa en las periferias de las ciudades con los centenares de personas migradas que intentan sobrevivir día a día. Con esta idea, sacaron adelante el proyecto con la ayuda de José Bautista, guionista experto en montaje audiovisual y sonoro. "Nuestra misión no era ganar un Oscar o un Emmy; sólo queríamos hacer un homenaje a las víctimas y ponerles nombre y apellido", comenta Salido. Por eso mismo, el documental no pone el foco en la versión oficial o política del suceso. De hecho, todas las becas, ayudas o las peticiones de apoyo para la investigación que han pedido han estado sistemáticamente denegadas.

Condenados al olvido

"Mi primer día, cuando llegué del avión, dormí en Arco de Triunfo y un amigo que me encontré allí, paisano mío, me dijo que fuéramos a Gorg, que allí había una casa y que había gente que dormía allí, una casa para nosotros, para los negros". Mamadow Gieye vivía ilegalmente en el almacén para no dormir en la calle y es uno de los supervivientes que sí ha querido hablar en Burned Souls. "Había personas que lo perdieron todo en la nave y que por rabia y frustración querían que su mensaje llegara; otros tenían miedo de salir perjudicados si hablaban delante de una cámara o, incluso, que llegara a sus familias", explican los directores del documental. Muchos migrantes intentan, a través de las redes sociales, dar una imagen de su vida que no se corresponde con la realidad.

Eran las 21h cuando Mamadow escuchó un ruido abajo. Poco después, alguien gritando que todos morirían. En el pasillo, allí donde había un montón de cajas preparadas para enviar a África, el humo llenaba el ambiente mientras cada uno intentaba salvar la piel. La chatarra apilada quemaba deprisa. Mamadow se emociona mientras lo cuenta porque aquella noche perdió a una amiga y ya no la ha vuelto a ver nunca más. "Cuando la subí hacia arriba, por la cabeza, me dijo que le estaba haciendo daño, y cuando la bajaba ella misma sabía que iba a morir. Me dijo que, por favor, no la dejara allí sola y yo le dije que no la dejaría sola, que iríamos hasta el final y que saldríamos vivos los dos. Se lo prometí".

La mayoría de personas instaladas en la nave incendiada en Badalona eran africanas, sobre todo de países como Senegal o Gambia. Muchas llevaban más de 10 años compartiendo espacio con otros migrantes, la mayoría en situación irregular y en unas condiciones sumamente precarias, sin ningún suministro dado de alta. Dos semanas después de la tragedia, el Síndic de Greuges presentó un informe donde demostraba que no se había seguido ningún protocolo. También, que lo que pasó allí no era un caso aislado: según los datos, en aquel momento en Catalunya podía haber unos 77 asentamiento donde malvivían en torno a unas 400 personas - siempre cifras aproximadas, porque no hay ningún censo fiable que tenga en cuenta las tantas personas migradas que intentan ganarse la vida en el país. Pero después de que la tragedia de Gorg llenara diarios y telediarios, llegó el silencio. "Es lo que suele pasar con la mayoría de problemáticas sociales; cuando el tema está en la agenda todo el mundo está implicado, pero en la mayoría de casos sólo se ofrecen soluciones provisionales que se acaban desvaneciendo", lamentan Salido y Benedetto.

Salido i Benedetto: "Cuando el tema está en la agenda todo el mundo está implicado, pero en la mayoría de casos sólo se ofrecen soluciones que se desvanecen"

Unas soluciones que tampoco pusieron en el centro las repatriaciones de los cuerpos ni como afectan estas situaciones a la salud mental. Si bien se tiene constancia que algunas de las víctimas recibieron apoyo psicológico de manera puntual, la respuesta mayoritaria de las instituciones fue darles la espalda y muchos de ellos, sin ningún hilo de luz, explican en el corto documental que no saben como gestionar la vergüenza del fracaso. Como Youssef. "Me despierto por la mañana, tomo mis pastillas, a veces salgo, a veces no salgo porque tengo algunos problemas mentales y porque ahora sólo estoy pensando en el suicidio porque no tengo nada: no tengo dinero, ni amigos, ni familia, ni trabajo, ni papeles... no tengo nada". No hay florituras en su voz narrativa porque no hace falta. Los testimonios, con una sinceridad cruda y angustiante, pesan demasiado.


El cartel del corto documental Burned Souls, disponible a Filmen. / Foto: Gian Marco Benedetto | Grafismo: MarAlaVirulé

Las trabas del buen periodismo

La principal intención de Adri Salido y Gian Marco Benedetto es abrir los ojos a la gente para que casos como el de Badalona dejen de ser invisibles y ya están trabajando en otros formatos que permitan explicar la situación de estas personas. Pero su gran satisfacción es haber contribuido a que este colectivo confíe un poco más en el periodismo. Las personas afectadas han recibido este trabajo con los brazos abiertos, tanto que ambos pudieron acudir al entierro de tres de las víctimas mortales del incendio en el Tanatorio de Badalona. Fue en Nochebuena. "Ver y poder grabar la ceremonia de despedida, mediante el ritual musulmán y con todos ellos, fue uno de los momentos más bestiales y es algo difícil de olvidar".

A parte de ser una denuncia flagrante contra un sistema que desprecia y denigra a las personas que huyen de sus países buscando una vida mejor, Burned Souls es una crítica implícita contra un periodismo que premia el click por encima del valor y donde los conflictos sociales no tienen cabida, excepto cuando son temas noticiables que se tiene que publicar por pura competición empresarial. También, contra unos medios que sólo se centran en las breaking news y que pagan cantidades ridículas por un contenido de calidad. Los dos fotoperiodistas y directores del documental lo han vivido de cerca durante sus carreras, más como norma que como excepción, y también cuando empezaron a moverse para que el trabajo hecho tuviera repercusión.

Muchas víctimas acarrean traumas y graves problemas psicológicos. / Adri Salido

"La salud del periodismo a nivel nacional es endémica; por una pieza que te ha llevado meses te pueden pagar menos de 100 euros y nosotros no estamos dispuestos a regalar nuestro trabajo", dicen. Mientras Filmin se interesó por su corto, se sienten decepcionados porque los medios nacionales no han apoyado una historia que, dicen, está bien hecha y explica la realidad de una situación que está pasando en nuestra casa. Pero ni eso ha servido para que el principal medio audiovisual de Catalunya se hiciera eco. "Nos preguntaron si podíamos pasarles el material de forma gratuita, aludiendo falta de recursos. Parece en broma, pero no lo es y esta es la situación real de los medios en nuestro país".