Hace muchos años, cuando aún era considerado una de las grandes estrellas del fútbol inglés, el irreverente Paul Gascoine afirmó que "lo peor de perder un partido en domingo no es la derrota, sino recordar que el día siguiente es lunes". Si un multimillonario que trabajaba haciendo lo que más le gustaba como él odiaba los lunes, es relativamente lógico y común que el resto de mortales también los odiemos, por eso la fabulosa canción de la Playlist La Tumbona de hoy tiene un doble mérito: no sólo poetizar los lunes, sino conseguir que los amemos un poco más, ni que sea durante cuatro minutos y treinta y ocho segundos.
Esta quimera es la que consigue "Doulton", la última canción del último álbum de Miqui Puig, 15 canciones de amor, barro y bicicletas (Universal, 2019), un disco en el cual el excantante de Los Sencillos volvió a estar acompañado de la Associazione Ciclista Popolare, el particular nombre de la banda con quien ya había gravado dos años antes Escuela de capataces. ¿Qué tiene "Doulton", sin embargo, para ser una de las mejores baladas del indie en castellano de los últimos años? Entre muchas otras cosas, sugerirnos una historia de amor de la cual no sabemos nada y que, por lo tanto, nos tenemos que inventar nosotros.
El deseo que sea siempre el lunes
Cuando por primera vez se oye el estribillo de la canción, aquello de "Si estuvieras aquí,/ si puedieras venir,/ ojalá fuese siempre lunes./ Lunes por la mañana", la presencia del lunes supone un giro de guion final inesperado, incluso si se está escuchando en lunes. Pongámonos en situación. Por ejemplo, estamos en casa, nos hemos levantado de mala gana, es lunes y nos ponemos un poco de música mientras estamos en la ducha, quizás para intentar encontrar energías de la nada y sentirnos como uno de aquellos protagonistas de alguna serie americana de los 90' que se duchan con alegría cada mañana, afrontan la vida con ilusión y cada día saludan efusivamente a un repartidor de diarios en bicicleta. Entonces, justo en este íntimo momento bajo la alcachofa en el cual añoramos profundamente el domingo, Miqui Puig se atreve a decir que "ojalá fuese siempre lunes", nos quedamos evidentemente desencajados y pensamos que una afirmación así de sesgada sólo la puede sopesar una gran historia detrás. ¿Quién narices puede desear, pues, que sea siempre lunes?
Si "Doulton" es un temazo no es sólo por aquello que dice, sino por aquello que nos hace pensar cuándo escuchamos lo que dice. Volvamos a la letra. Cuando el músico de l'Ametlla del Vallès canta que «Ella llevaba lo pelo recogido en un moño, y un vestido blanco/ Él estaba absorto cono un cigarro en la mando/ No se miraban, apenas hablaban/ Solo sus manos se tocaban/ Se cierto que miedo un instante tuve envidia», sin duda está retratando a las dos personas que estamos buscando, a nuestros dos protagonistas que muy pronto amarán los lunes, desgraciadamente por un motivo que nunca sabremos. Si Miqui Puig no nos da ninguna pista más y se limita a sugerir, pues, no tenemos otro remedio que hacer volar la imaginación y crear nosotros la historia de esta canción bautizada con el nombre de una empresa de filtros descalcificadores de agua: ¿de qué amor filtrado únicamente en lunes habla la balada? Quizás del de dos amantes que se han conocido por Tinder y que, por culpa de sus horarios laborales, sólo pueden verse los domingos por la noche en un hotel de carretera.
La Panadella mi amour
El es panadero y viudo, ella es enfermera y divorciada. Los dos trabajan de martes a domingo, pero él es de Altafulla y ella de La Seu d'Urgell, por eso sus citas son en La Panadella, un punto casi equidistante entre los dos municipios y convertido, para ellos, en un templo. No es fácil encontrar restaurantes románticos abiertos los domingos por la noche, y menos en los alrededores de Cervera, pero desde la segunda cita los dos amantes reservan cada semana una habitación en el Hostal Bayona y allí, en una cámara pared con pared con la de algún camionero estonio, hacen el amor hasta que sale el sol encima de la A-2, saludando juntos un nuevo lunes. Entonces, algunas horas más tarde y después de haber dormido abrazados, de haber almorzado butifarra con secas o de haber hecho medio día de turismo de interior juntos –una visita a Vallbona de les Monges o un paseo por Vallfogona de Riucorb-, les llega el momento de la despedida, lento y triste, indeseable. Sí, exacto, como los lunes para el 99% de los mortales. O sí, exactamente, como cuándo estás en la ducha y acaba una canción que querrías escuchar cien mil veces más.