De aquí a un tiempo, si la cosa se complica en España, iremos a buscar la campaña que Ciudadanos ha preparado para estas elecciones. Es ilustrativo del terror que provoca el nacionalismo castellano que, mientras todo el mundo trata de sacar tajada de la CUP, nadie hable del problema que están a punto de montar Albert Rivera y sus chicos.
Supongo que lo han visto: Rivera se presenta como un político catalán para cambiar España. Hace poco, Girauta declaraba que Ciudadanos “es el único heredero del catalanismo histórico”. Los últimos meses hemos visto dirigentes de Ciudadanos participando en caracoladas, como si fueran Jordi Pujol, o Duran y Lleida, y ha sido un espectáculo seguir la mutación que ha vivido Inés Arrimadas, de poligonera a pubilla catalana.
Los intentos de separar el independentismo de la tradición histórica del país vienen de lejos. Empezaron con las campañas a favor de la senyera y con los libros de Jordi Amat, que tanto promocionan algunos entornos convergentes y de Podemos. Después de ver que Madrid convertia la política en un concurso de operación triunfo, en Pedralbes se han atrevido a entrenar Rivera para hacer de general Prim o de Cambó.
Ciudadanos se constituyó recogiendo los restos de la España franquista y de la Cataluña autonómica. Como odian a Jordi Pujol y creen que los orígenes determinan la nación, sus asesores han pensado que presentar a Rivera como catalán les permitiría limpiar la historia del partido y asociarlo al catalanismo. Los chicos de Ciudadanos son hijos del colonialismo castellano y tienen que suplantar su falta de ideales con disfraces y palabras.
En otra época donde la violencia física estuviera más de moda, Madrid quizás podría apropiarse del catalanismo, igual que se apropió de parte de nuestra literatura y parte de nuestro pasado. No hay que ser un genio para ver que el independentismo es el catalanismo del siglo XXI. El marco geopolítico ha cambiado y el futuro de Cataluña ya no se juega en Madrid sino en Bruselas.
Los catalanes siempre hemos querido trabajar en proyectos que nos permitieran sacar el máximo provecho del localismo y del cosmopolitismo. Hasta la caída del Muro de Berlin la unidad confederable más lógica era la Península, en cambio, ahora es Europa. Al final, más allá del discurso de “corta y pega” , la situación es muy sencilla. El otro día mi madre leía los discursos de las bases de Manresa –en casa somos así- y me soltó:
- Es bestia que después de 125 años todavía estemos pidiendo las mismas cosas.
- Tranquila mamá, que Ciudadanos se ha hecho catalanista.
- ¡Boh! El PP y muchos falangistas también decían que eran catalanistas para hacerse perdonar.
Sobre el papel, la estrategia de Ciudadanos parece inteligente. Los caciques de Pedralbes quieren cortar la retirada a CDC y aprovechar su miedo y desconcierto para suplantarla. Mas ha demostrado que nunca puedes comprar del todo a un catalán porque en cualquier momento puede despertarse su amor a la patria. Los convergentes ya no serán nunca de fiar para el Estado y los caciques de la colonia necesitan un nuevo brazo político que especule con la fuerza del país y haga de lobbista.
El problema es que Cataluña existe y ahora su conciencia nacional es fuerte. Si los intentos de Aznar de hacer un PP catalanista ayudaron a impulsar el independentismo, tener un partido en España que vaya de catalanista acabará siendo un puñetazo en la cara del Estado. Aunque los dirigentes de Ciudadanos digan que son catalanistas, no sólo no tendrán la hegemonía en Cataluña; además, provocarán que Castilla se sienta amenazada y será como si los independentistas tuvieran una parte de su ejército divirtiéndose en España.
Pronto Madrid ya no tendrá sólo un problema con Cataluña, sino que tendrá dos. No sé si eso les suena. Roca, Cambó y el General Prim ya intentaron esta jugada por motivos más razonables. Jordi Cañas hace años que va diciendo que Ciudadanos hará lo mismo que intentó Pasqual Maragall però desde la lealtad al Estado. En Ciudadanos creen que como tienen sangre castellana se podrán entender con Madrid y la avaricia de quedarse con el patrimonio convergente les nubla el cerebro.
Si el mundo convergente no se confunda con el de Ciutadanos, la unidad de España no sacará ningún beneficio con esta conversión, y esto solo se podría conseguir de forma eficaz con un conflico propio de otros siglos. En el fondo Ciudadanos se ha hecho catalanista por una mezcla de covardía e interés muy parecida a la que lleva CDC y ERC a querer parecer más sociales que patriotas. Rivera y sus chicos especulan con el Derecho a la Autodeterminación, igual que los líderes indepes. Pero no tiene un país detrás
El derecho a la Autodeterminación es un ideal demasiado puro para que los políticos puedan jugar con él y Ciudadanos acabará igual de deshonrada que la Unión Monárquica o que los pied noirs de Argelia, con la diferencia que aquí nadia va a echarlos. Yo mismo seré el primero que los perdonaré, però me hartaré de risa cuando su maldad de carterista aficionado les rebote en la cara. Porque entendámonos: intentar saquear el alma de un pueblo es como intentar violar a sus mujeres, en términos simbólicos.
Hay que ser muy animal y tener pocos escrúpulos.