Representar el acoso sexual de manera humorística o como un comportamiento normalizado no es ninguna novedad. Lo hemos visto millones de veces en películas, canciones, libros o en cualquier conversación de sobremesa. Se trata de la llamada cultura de la violación, las conductas que reinan en nuestra sociedad que aceptan y alimentan las violencias sexuales contra las mujeres a través de la idea de que el cuerpo femenino está en permanente disposición masculina. Un estereotipo de género que acaba provocando un doble efecto: la impunidad de los agresores y la culpabilización de las víctimas.
Esta creencia la mamamos casi desde que tenemos uso de razón. Si nos ponemos las gafas de la perspectiva de género y rebobinamos hasta nuestra niñez, veremos como muchos de los dibujos animados con los que hemos crecido fomentan los abusos sexuales. Al consentimiento, ni se le veía ni se le esperaba.
Uno de los casos más flagrantes es el de Dragon Ball, una de las series infantiles más vistas de la historia en todo el mundo y, posiblemente, en la que había más acosadores por metro cuadrado. Solo hay que recordar cómo le sangraba la nariz al depravado de en Duende Tortuga cuando veía a una chica, las transformaciones que Ulong utilizaba para acosar a mujeres, los comentarios de viejo verde del abuelo de Goku o las escenas de abusos protagonizadas por Piccolo. Pero es que incluso el mismo Goku ejerce violencia sexual sobre Bulma en varios episodios. Unas situaciones que se banalizan y normalizan especialmente en las primeras temporadas de la saga.
Siguiendo con el anime, también encontramos acoso en el maestro Happosai de Ranma. El profesor de la escuela de artes marciales se dedica de forma recurrente, entre otros, a robar ropa interior y espiar a las chicas en los vestuarios. Además, en la misma serie, también hay escenas en que multitud de chicos acosan a Akane en el instituto. En esta línea, también encontramos a Doctor Slump, que crea mil máquinas para ver mujeres desnudas, las sigue y las espera en las esquinas
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Otra serie merecedora de una red flag enorme es Chicho Terremoto, que relataba las travesuras de un niño de unos ocho años que jugaba a baloncesto. En todos los capítulos se mostraba como uno auténtico baboso con las chicas y mujeres más mayoresque él, y su pasatiempo era levantar faldas para ver las bragas de las compañeras. En Shin-shan también encontramos violencia sexual por parte del padre del protagonista, Hiroshi, que intentaba ligar constantemente con chicas más jóvenes desde una posición de poder y que, además, inculcaba este rol a su hijo. Y Doreamon también promovía la cultura de violación. ¿Quién no recuerda las escenas en que Nobita espiaba Shizuka en la ducha o utilizaba inventos del gato cósmico para "poseerla"?
La cosificación de las mujeres y normalización de las agresiones sexuales de estos (y muchos otros) personajes infantiles ha quedado marcado en el inconsciente de todas las generaciones que hemos crecido banalizando este tipo de contenido. ¿Qué dirías ahora si tus hijos vieran eso en pantalla? ¿Tus referentes no son tan bonitos como los recordabas? De toda esta toxicidad nace Retrovisor pop, la sección audiovisual fast-food de ElNacional.cat que revisa la cultura pop que hemos consumido los millennials en los 90' i 00's. Aquí encontraras todos los vídeos.