Génova, 28 de noviembre de 1127. Hace 895 años. Representantes de las cancillerías del condado independiente de Barcelona y de la república de Génova firmaban un tratado internacional de comercio; que contemplaba, entre otras cosas, que en aquel puerto transalpino los comerciantes catalanes serían tratados como naturales de la ciudad; y a la inversa. Aquel tratado; que es el más antiguo que conocemos, pone de relieve que, al principio del siglo XII, el comercio marítimo (de exportación de producción propia o de intermediación de producción ajena) ya era la principal fuente de recursos del país. Aquel flujo sería el que, poco después, impulsaría la creación de unas instituciones destinadas a estimular y proteger, a la hora, los intercambios entre los catalanes y sus socios comerciales del Mediterráneo: el Consulado de Mar y los Consulados de Catalanes.

Las primeras rutas

Las fuentes documentales revelan que, en la época de los condados catalanes carolingios (siglos IX en XI); ya se practicaba una forma de comercio marítimo embrionaria; que unía —con navegación de cabotaje (recorriendo la costa)— los principales puertos de la Marca de Gótia: Barcelona, el centro comercial más meridional del Imperio de Carlomagno; Empúries, que sería destruida por los vikingos; Narbona i Magalona. Sin embargo, el año 1113, Ramon Berenguer III lideró una coalición marítima internacional formada por un grupo de pequeños dominios independientes del Mediterráneo occidental —Barcelona, Narbona, Niza, Génova, Pisa— que atacó y destruyó la isla de Mallorca, en aquel momento un cubil de piratería musulmana. Y eso nos indica, que los navegantes catalanes de principios del siglo XII ya tenían intereses por toda la mitad occidental del Mediterráneo.

Representación de una coca catalana (S. XV) / Fuente: Museo Maritimo de Barcelona

El comercio marítimo y el proceso de construcción de Catalunya

No deja de ser curioso que la primera vez que se documenta el nombre "Catalunya" y el gentilicio "catalanes" sea en la Crónica Pisana de aquella primera empresa mallorquina (1113-1114). Cuando menos, es la constancia documental más antigua que tenemos. Y eso nos indica, también, que el proceso de construcción de Catalunya —como comunidad nacional— está incontestablemente relacionada con la lucrativa actividad del comercio marítimo, que sería el que explicaría la tradicional alianza entre el poder político y militar (el Casal condal de Barcelona) y el estamento mercantil (los poderosos "copartícipes" o armadores catalanes). Esta tradicional alianza, consistía en que los condes catalanes tenían que proteger las rutas de comercio naval (como habían hecho en Mallorca en 1113); y en contrapartida los mercaderes financiaban las empresas militares condales.

El Consulado de Mar

El Consulado de Mar es la culminación de esta tradicional alianza. Y es la gran aportación catalana al mundo del comercio y del derecho internacionales. En 1173, el viajero judío Benjamín de Tudela menciona la presencia de comerciantes catalanes establecidos, permanentemente, en el puerto de Alejandría, en el delta de Nilo. Las empresas comerciales catalanas que, inicialmente, se habían expandido por el Mediterráneo occidental; a finales del siglo XII ya habían alcanzado todas las orillas del viejo Mare Nostrum. Y antes de acabar el siglo, los comerciantes catalanes ya eran habituales en los puertos de Ceuta, de Bujía, de Túnez, y de la mencionada Alejandría —en la costa sur; y de Tiro, de Sidón y de Acre en la costa oriental. Con este despliegue, era necesario crear un código que protegiera y regulara, al mismo tiempo, los intereses de los "copartícipes" catalanes. Nacía el Consulado de Mar.

Portada del libro del Consulado de Mar (S. XIV) / Fuente: Bibiloteca Nacional de Catalunya

¿Cómo surge el Consulado de Mar?

Para entender que era y como funcionaba el Consulado de Mar, nos tenemos que sumergir en aquel contexto histórico. Europa estaba dominada por el régimen feudal; que era un sistema político que consagraba la distribución equilibrada del poder entre tres brazos: el poder real (en Catalunya ostentado por los condes independientes de Barcelona); el poder nobiliario (los barones territoriales); y el poder eclesiástico (arzobispo, obispos y abades). Cada uno de estos poderes tenía sus propias jurisdicciones; es decir, eran estados dentro de un estado. Y de esta forma surgió el Consulado de Mar; como una jurisdicción territorial dentro de la jurisdicción real de Barcelona. Inicialmente abarcaba el barrio de la Ribera; y legislaba y administraba justicia para todas aquellas personas que formaban parte del estamento mercantil que se habían acogido a su jurisdicción.

¿Hace el Consulado de Mar?

El Consulado de Mar —creado en 1262— es un organismo que legisla en materia de comercio marítimo, y que, progresivamente, abarca todos los territorios costeros de la Corona (Catalunya, País Valencià, Mallorca) y los puertos mediterráneos donde hay presencia de copartícipes catalanes acogidos a su jurisdicción. Este organismo había compilado el histórico derecho marítimo barcelonés, que ya estaba documentado en la Carta Consular de Barcelona (la consuetud jurídica catalana originaria de la época carolingia, siglos IX en XI); y lo aplicaba a través del Tribunal Consular. Aquel corpus legal, denominado Ius Mercatorum (Derecho de los Mercaderes) acabaría abrazado por una parte muy importante —probablemente mayoritaria— del comercio naval del Mediterráneo (catalanes y no catalanes) que se habían puesto bajo la jurisdicción del Consulado de Mar de Barcelona.

Consulados Catalanes en la plenitud de la expansión / Fuente: Enciclopedia Catalana

Los Consulados de Catalanes

Los Consulados de Catalanes serían la culminación de aquel proceso. Los "Defensores" del Consulado (los dirigentes de aquel organismo); impulsaron el establecimiento de delegaciones de la institución en los principales puertos del Mediterráneo; con un doble propósito: administrar la justicia con el Ius Mercatorum (evitando que los copartícipes catalanes y sus socios comerciales se pudieran encontrar sujetos a jurisdicciones extranjeras y hostiles); y crear espacios físicos de encuentro que tenían que estimular los intercambios comerciales entre catalanes y el resto de mediterráneos. Y, de rebote, intercambios culturales. No olvidemos que estos consulados normalmente disponían de un templo cristiano. El proselitismo que se proyectaba desde aquellos templos, era la pata de la colonización cultural que complementaba la de la colonización económica.

¿Dónde se instalaron los Consulados de Catalanes?

La expansión de estos consulados dibujó una trayectoria de poniente a levante, que acabaría abarcando los principales puertos del Mediterráneo. Incluso, a partir del momento en que las Galeras de Catalunya abrieron el estrecho de Gibraltar a la navegación comercial (1337), también abarcaría los emergentes puertos del Atlántico norte... En más de la veintena de consulados creados en territorios, que, entre los siglos XIII y XV, fueron incorporados a la Corona (Sicilia, Nápoles y Cerdeña); se abrieron una cincuentena larga fuera de los dominios catalanes. Los más importantes, serían los de Marsella y Niza, en la Provenza; Génova, Venecia, Roma, Livorno, y Pisa, en la península italiana; Sicilia y Rijeka, en el Adriático; Constantinopla, Quíos, Rodas, Beirut, Damasco y Famagusta, en la orilla oriental; Bujía y Trípoli en la orilla sur; y Brujas y Londres, en el Atlántico.