La prueba de la arbitrariedad de la justicia española con el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre viene impresa a doble página en El País de este domingo. Es el manifiesto "1-O Estafa Antidemocrática. ¡No participes! ¡No votes!", que firman cerca de un millar de personas y entidades.
La cosa es que mientras los partidarios de la abstención pueden hacer propaganda sin que ningún juez se lo impida a ellos ni a los medios que la publicitan, los diarios que hemos publicado la campaña de la Generalitat para promover el voto (sea sí o no) hemos recibido de manos de la Guardia Civil la notificación del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (del TC en el caso de los medios públicos) que nos ordena abstenernos de incluir "propaganda o publicidad relativa al referéndum del 1 de octubre en cualquier manera".
Es decir, que los manifiestos contra el referéndum y/o a favor de la abstención "no son propaganda o publicidad relativa al referéndum del 1 de octubre en cualquier manera".
Ahora se entiende por qué El País titula en portada "El separatismo une fuerzas ante la aplicación de la ley". Será porque el unionismo o los abstencionistas no lo necesitan, que ya van bien protegidos.
Los redactores del manifiesto y del anuncio han sido cuidadosos con las formas. Siempre hablan del referéndum como "1-O" o "convocatoria". La palabra "referéndum" solo aparece dos veces, dentro del concepto "ley de referéndum", siempre entrecomillado y atribuido a otros. Pueden alegar que no hablan de ningún referéndum y facilitan al juez un pretexto para ignorarlos.
Pero es obvio que no solo hablan del referèndum, sino que le dan carta de naturaleza, por mucho que no lo nombren. Solo hay que preguntar por la calle qué es "el 1-O". Las respuestas serán diversas, pero seguro que ninguna será "una convocatoria" y que muchos responderán "el referéndum". Solo hay que echar un vistazo a tantos carteles que no mencionan la palabra "referéndum", prohibidos por orden judicial y que retiran las policías. Solo hay que ver las colgaduras con el 'sí' de la ANC: todo el mundo (partidarios y contrarios) sabe de qué van. Etcétera.
De la misma manera, el manifiesto dice que la convocatoria "ha sido hecha por Puigdemont y su Govern". Ni "señor Puigdemont", llaman al president, como se trata a alguien a quien quieres negar la consideración y dignidad de su cargo, una rabieta retórica que sirve para esconder la fragilidad de un argumento que necesita, de entrada, degradar al adversario.
Si tratas así al president, es fácil ignorar que "su Govern", te guste o no, es el legítimo de todos los catalanes y no propiedad "de Puigdemont", como se dice. Con este menosprecio arranca la primera línea del manifiesto, que marca el tono de lo que viene después. No se escribe así involuntariamente o por despiste, como tampoco es inconsciente o distraída la omisión de la palabra "referéndum".
Los periodistas del mismo El País, que no son tan remilgados, no se privan de decir las cosas por su nombre a la hora de informar del manifiesto:
Al grano. ¿Promover el voto en el referéndum está prohibido, pero pedir la abstención "el 1-O" tiene luz verde? ¿Así se aplica la igualdad de todos ante la ley? Parece más bien que quienes piden la abstención en el referèndum son más iguales que otros. Parece más bien una manifestación de arbitrariedad de la justicia española, un acto ejercido "no atenent sinó a la pròpia voluntat o capritx", según el diccionario del IEC. "Sujeto a la libre voluntad o al capricho antes que a la ley o a la razón", según el de la RAE. O como dicen por la calle, de lo que a mí no me gusta que nadie coma.