Llega esta semana a las grandes pantallas, dentro de la conmemoración del quinto centenario de la primera vuelta al mundo, la película de dibujos animados Elcano & Magallanes. La primera vuelta al mundo. Esta película constituye una hagiografía de Juan Sebastián Elcano, que lleva inevitablemente asociado un enaltecimiento abierto del imperialismo. Un blanqueamiento en toda regla del colonialismo que sintoniza muy bien con los tiempos de imperiofilia que se viven en el Estado español. No es extraño que esta película haya sido financiada por el Ministerio de Cultura y Deporte y que tenga la participación de RTVE. Sorprende más que se haya rodado en euskera y que haya participado en ella EITB, pero es otvio que la creencia en la superioridad occidental está muy extendida.
El mundo, para los blancos
La película muestra la expedición Magallanes en términos, únicamente, del antagonismo entre los buenos españoles y los malvados portugueses. La maldad de los portugueses sirve, en la trama, para justificar a los españoles, como los buenos de la historia. La riña hispano-portuguesa por el control de la ruta de las especias es naturalizada y las ansias hegemónicas de las dos potencias no son en ningún momento cuestionadas. Y las sociedades que los expedicionarios se encuentran por el camino son sistemáticamente infantilizadas (se les presenta, paternalmente, como unos "salvajes" ingenuos) y consecuentemente, ninguneadas. En realidad, el guion se basa en los textos de Pigafetta, el cronista oficial de la expedición, y hace suyos los razonamientos de este. Lo único que hace Ángel Alonso, el director, es actualizar el discurso imperialista de Pigafetta, suavizarlo, adecuarlo a los nuevos tiempos, y pasarlo a la animación.
Amor por las "indígenas"
Uno de los ejes centrales de la película es la supuesta historia de amor entre Elcano y una chica originaria de las Molucas que guía a la expedición española hasta las islas de las especias. De esta forma se humaniza al protagonista y se presenta el amor como una forma de superar la barrera entre pueblos. En realidad, esta historia es del todo imaginaria, pero sí que hubo otras relaciones entre los miembros de la expedición y mujeres de otras sociedades, muy distintas a lo que presenta el film. Una que está bien documentada (y que obviamente el filme no reproduce) es la de Juan López de Carvalho, comandante de la expedición tras la muerte de Magallanes. Carvalho había viajado a Brasil antes de embarcarse con Magallanes. Allí había mantenido relaciones con una india y había tenido un hijo con ella. Al pasar por la bahía de Santa Lucía, cerca de la actual Río de Janeiro, los recogió y los incorporó a la expedición. El problema llegó en Brunéi. Allí, Carvalho tomó a 3 mujeres locales como rehenes (una práctica habitual en estas expediciones, que Pigafetta explica, y la película no). En represalia, la gente de Borneo se quedó como rehenes a unos miembros de la expedición que estaban en tierra, entre otros al hijo y a la amante de Carvalho. Carvalho no se preocupó por ellos, tomó a las tres mujeres de Brunéi como concubinas y continuó viaje, dejando a los rehenes en manos de los autóctonos.
Sin esclavos
La película distorsiona absolutamente la realidad de las relaciones entre los occidentales y los miembros de otras sociedades y esconde la existencia de la esclavitud presentando a un originario de las Molucas, el "fiel Enrique" como hombre de confianza de Magallanes (un prodigio de fidelidad y servilismo). En realidad, "Enrique de Malaca" o "Enrique el Negro" existió, y fue en realidad el primer hombre en dar la vuelta al mundo, pero era un esclavo, comprado por Magallanes en una estancia anterior en las Molucas que el almirante se llevó a su expedición de circunvalación del mundo para usarlo como intérprete. Magallanes no lo tuvo como hombre de confianza; en realidad, ni lo manumitió. Sólo le prometió la libertad cuando él se muriera (probablemente si hubiera sido libre, Enrique no se hubiera embarcado). Pero una vez muerto el resto de los expedicionarios se negaron a ofrecer a Enrique la manumisión prometida y parece ser que Enrique acabó conspirando contra los españoles. En la película tampoco se incluye el hecho que durante lo expedición en alguna ocasión se secuestró a gente de las sociedades que se encontraban: Pigafetta explica la captura de un patagón, que habría muerto embarcado algunos días después, "no sin antes ser bautizado con el nombre de Pablo", añade piadosamente.
Contra los moros
El menosprecio de los expedicionarios por las sociedades que encontraron era continuo. Cuando llegaron a Guam, bautizaron las islas Marianas como "islas de los Ladrones" (porque fueron incapaces de entender el sistema de reciprocidad de los autóctonos). Tenían muy claro que había que convertir a los "salvajes" al cristianismo (un elemento que no aparece en la película), porque estaban seguros de la superioridad de su religión y de que ellos tenían al único dios verdadero. En realidad, la batalla de la isla de Mactán, donde murió Magallanes, fue provocada por el interés del almirante de convertir a las poblaciones de la zona. Los españoles, recordémoslo, sentían una gran animadversión por todos los musulmanes, ya que su objetivo era evitar el control que tenía el Islam de la ruta terrestre de las especias, que las encarecía extraordinariamente. Esto llevó a los expedicionarios a adoptar posiciones muy hostiles hacia las poblaciones musulmanas de Asia.
Aquellos caballeros del mar
La película reconoce en su primera parte las tensiones que había entre unos marineros que muy a menudo querían abandonar a su jefe (no les faltaba razón: al fin, de la expedición sólo volvieron a casa unos 35 tripulantes, de los 239 que habían zarpado). Pero en Elcano & Magallanes, al fin entre ellos predomina la bondad. La película incluye el motín de Juan de Cartagena, que fracasó al imponerse Magallanes a sus subordinados, pero esconde que éste ejecutó a 40 personas, y que sus cuerpos permanecieron colgados durante semanas. El film incluso plantea el destierro de uno de los rebeldes como una obra de misericordia (lo abandonaron en la Patagonia, donde las posibilidades de supervivencia eran nulas). Pero si los jefes militares de la expedición en realidad actuaron de forma tiránica, el compañerismo tampoco era excesivo entre los marineros que se oponían a Magallanes y a Elcano. En las islas del Pacífico, algunos marineros se sublevaron, y vendieron como esclavos a sus compañeros que no se les sumaron. La película explica que los expedicionarios pasaron mucha hambre, pero esconde las miserias morales de aquellos hombres. Antonio Salomón, un oficial, fue encontrado practicando la sodomía con el joven marinero Antonio Ginovés, y fue ejecutado por estrangulamiento. Ginovés, considerado víctima de un abuso, no fue castigado, pero fue tan estigmatizado que se acabó suicidando tirándose en el mar. No encontraremos nada, de su historia, en los dibujos animados.
¿Un crucero?
Según la película, la primera vuelta al mundo habría sido una cosa así como un campeonato de deportes de aventura, exitoso pese a ser terriblemente duro. En la realidad, a nivel económico la expedición fue de verdad todo un éxito. Con el cargamento del único de los cinco barcos que consiguió regresar, se cubrieron los gastos de las cinco naves que se habían marchado. Políticamente, el impacto sería menor: el Estado español nunca conseguiría el control de la ruta de las especias; y la travesía de las Indias a través de América a Asia sería poco utilizada, pero garantizaría la conquista española de las Filipinas y las Marianas. En la película, todo es triunfalismo.
Formación del Espíritu Imperial
Elcano & Magallanes en una hora y media, y como un entretenimiento, supone un golpe durísimo a la tarea seria y sistemática de historiadores y maestros que durante las últimas décadas han estudiado las exploraciones y el fenómeno colonial. Los mitos nacionalistas españoles y el supremacismo occidental son plenamente asumidos por una película que obvia cualquier reflexión en profundidad sobre las relaciones entre los europeos y las otras sociedades. Incluso obvia los aspectos más oscuros de la expedición Magallanes-Elcano que narra La primera vuelta al mundo, del propio Pigafetta, que se presenta como la base del guion. Esta película, para empezar, ignora la experiencia de los occidentales de a pie que participaron en estas expediciones (que narra magistralmente Harry Kelsey en El viajero accidental. Los primeros circunnavegadores en la era de los descubrimientos (ed. Pasado & Presente). Pero, lo que es más grave, desprecia la existencia de otros pueblos, sin preocuparse por el duro impacto que tuvo la presencia europea sobre los pueblos de América y del Pacífico (y que ha sido magistralmente analizada por libros como Islas de historia, de Marshall Sahlins). Un filme, en definitiva, destinado a vender las virtudes del imperialismo entre los niños.