En los últimos años, es posible que hayáis visto más el nombre de La Élite en el cartel de festivales de música de todo tipo que a vuestros padres. Eso solo puede decir dos cosas. Primera, que tendríais que desbloquear el móvil y llamar a mamá; y segunda, que el dúo de Tàrrega, formado por Nil Roig (aka Yung Prado) y David Burgués (aka Diosito), se ha convertido en el preferido para levantar cualquier fiesta. Tanto de los que están arriba, como debajo del escenario. Después de dos álbumes, y más de cinco años girando, queda demostrado que su mezcla de synthpunk con toques pop enamora a todo el mundo que se atreva a bailarlos. Con motivo de la publicación de su segundo largo, Escaleras al cielo (Discos GELE, 2024) nos reunimos con ellos días después de su fiesta de presentación en la sala Apolo. Una noche en la cual convirtieron el templo de la electrónica en una rave donde, aparte de ellos, pudimos ver el debut de Club, el primer artista de su sello, Discos GELE, a través del cual también se autoeditan, y los durísimos dj sets de VVV y Meritxell de Soto.

Chiquipark para chiquipunks

"Nos propusieron dar un concierto de presentación en horario club, de noche, en el Nitsa, donde generalmente hacen sesiones de electrónica, y estábamos bastante cagados", reconoce Nil Roig. "Era muy diferente de todo lo que acostumbramos a hacer nosotros. Desde primer momento dijimos que sí, pero les pedimos hacer un line up completo con la peña de Club, que pronto sacarán su primer EP, con el sello que estamos montando ahora con David. La idea era poner más colegas y socios dentro de la fiesta". David remata el discurso de su compañero añadiendo que ya que tienen la posibilidad de poder invitar a quién quieran, "llevamos a peña que nos mola y que queremos apoyar. Montar una fiesta más allá del disco". Con esta combinación consiguieron arrastrar a un público absolutamente ecléctico, desde la Barcelona más moderna a los que hacen botellón en las puertas de Clap de Mataró sin ninguna intención de entrar. "Los conciertos que damos en salas ya suelen ser así", insiste David. "Hay peña de todo, de todas las tribus urbanas posibles". Y es que La Élite es un grupo capaz de tocar en un festival tan punk como el PintorRock al SanSan de Benicàsim con un cartel en que este año han figurado nombres como La Oreja de Van Gogh, Amaral o Viva Suecia. "Las dos Españas, se podría decir". Ironiza David. "Nos encanta, que sea todo súper versátil y se junte gente de todo tipo. Es superenriquecedor". La Élite, definitivamente, son los preferidos de tus preferidos. ¿Pero entrando en este circuito más grande y comercial, hace de los leridanos un producto más pop que punk? ¿Su energía casi Looney Tunes hace enloquecer a todo el mundo, pero corren el riesgo de convertirse en un producto más que un agente transgresor? "Somos un poco el chiquipark, el chiquipunk de los festivales," responde David, nuevamente tirando de humor. "En realidad es guay, porque con esta percepción que somos más pop, podemos estar en muchos lugares con mucha gente diferente. Y si todo el mundo se lo pasa bien, es increíble. Es cierto, y nos lo han dicho varias veces, que el nuevo disco tiene melodías un poco más pop, pero gracias a eso también nos está escuchando un montón de peña que de otra manera quizás no escucharían este tipo de música. De alguna manera haces que se acerquen a un sonido al que, de otra manera, quizás no se acercarían".

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La Élite, espíritu punk, alma pop

Empezamos a hacer música para hacer alguna cosa divertida en un momento que no teníamos mucho más que hacer más allá de ir a currar y después al bar

Este giro hacia una música más de masas, los inscribe poco a poco en esta nueva ola de nuevo-pop-festivalero lleno de himnos y ganas de poguejar, donde también podemos encontrar artistas como Depresión Sonora, Carolina Durante (con su cantante, Diego Ibáñez, grabaron una espídica Gallery Session) o La Paloma -artistas que hemos podido ver también subidos en el escenario a los conciertos de la Élite-. "No es un paso consciente para buscar a este público", asegura David. "Pero lo que no haremos es hacer el mismo disco dos veces. Siempre queremos probar cosas nuevas. Ver qué pasa. Pero siempre siendo honestos". Nil toma la palabra para exponer que quizás Escaleras al cielo suena más pop, pero tal vez su próximo disco explorará las formas metálicas del death metal. Quién sabe. "Quizás ahora nos preparamos un poquito más que antes. No es que lo calculemos, pero cuando tenemos una idea, que acostumbra a surgir totalmente random, ahora sí que preparamos un poco más los pasos a seguir". Teoría a la que se apunta su aliado, pero con matices. "Si nos lo pensáramos mucho, quizás sería un problema para nosotros. No tenemos una dirección concreta. A estas alturas, ya hemos hecho un montón de canciones y hacer lo mismo no molaría". Sin embargo, en sus inicios, en aquel momento en el cual le pusieron al grupo el nombre de un bar, no lo pensaban (aunque quizás lo soñaban). No buscaban llenar festivales. Montaron La Élite para evadirse de trabajos precarios y matar el tiempo. "Hemos pasado por varias fases", dice David. "Empezamos a hacer música para hacer alguna cosa divertida en un momento que no teníamos mucho más que hacer más allá de ir a currar y después al bar". Pero su nombre rápidamente empezó a circular entre los círculos de modernez y gente guapa y, ya poco antes de publicar su primer disco, Nuevo Punk (Montgrí, 2022), les pidieron un tema para una serie de los Javis. "¿Cómo se llamaba?", pregunta David. Cardo, la serie era Cardo. "Exacto", confirma Nil. "Era la que hizo Ana Rujas. Sonando en la serie nos empezaron a llegar propuestas e hizo que la cosa empezara a ir un poco más seriamente". Prosigue David. "En aquel momento las cosas cambiaron un poco. No mucho, pero decidimos ser más constantes. Nos motivamos para salir a tocar, porque antes no lo hacíamos nunca. Fue un pequeño cambio, pero una gran motivación para ver que lo que hacíamos quizás gusta a la gente y podíamos seguir creciendo".

Dos micros y 15 seguratas

De aquello no han pasado más que dos o tres años, pero aquellos días ya quedan lejos. Actualmente, los dos se dedican plenamente a la música y han dejado atrás todos aquellos jefes a quienes han dedicado Mata a tu jefe. "No echamos nada de menos de aquella época", exclama David. "Pero nos ha pasado lo que pasa con cualquier proyecto que haces, al final investigas mucho. Te empiezas a preguntar por qué canto así. Por qué estoy escribiendo una letra así... Al principio sale todo de una manera muy inocente y superinconsciente. Pero cuando acumulas un montón de canciones, empiezas a vigilar más, de no repetirte, de hacer cosas nuevas, y esta mirada más inocente se pierde, pero haberla tenido mola. Al principio, evidentemente, todo es nuevo, pero poco a poco se va convirtiendo en una rutina. Y da miedo caer en una rutina. Fuera. No molan. Pero lo gestionamos bien, para no caer en ellas". Su vida en la carretera es bastante movidita como para no caer en las reiteraciones. Lo podemos certificar, ninguno de sus conciertos es igual al anterior: siempre hay algún invitado en el escenario y si no, decenas de espontáneos. "Totalmente cierto, siempre hay mucha gente. Pero también nos gustaría hacer un llamamiento a que todo el mundo tenga su lugar. Quizás no hace falta que todo pase siempre en nuestros conciertos. También está guay poder hacer conciertos con cierta normalidad". Ríen. "Pero aquí hay dos partes. Por una parte, en los festis lo que más nos gusta a nosotros es que haya bandas amigas. Es cuando se disfruta más. Y siempre acabamos invitándolos a que suban a cantar alguna canción. La otra es que si podemos acabar un concierto sin que se suba alguien del público, también estaría bien. Que, eh, no pasa nada porque lo hagan. Pero, para probar...". Y siguen riendo. "Hace dos años en la sala Sol de Madrid fue muy jevi", recuerda Nil. "El escenario acabó llenop y desaparecieron unos micros. Tú estás tocando y no te das cuenta de nada, pero al día siguiente nos llamaron de la sala para decirnos que los micros no habían aparecido. Tuvimos que asumir responsabilidades que no eran nuestras".

LAELITE @SAMOALIVE 01
La Élite, cardio y caladas

No hace falta que todo pase siempre en nuestros conciertos. También está guay poder hacer conciertos con cierta normalidad

Seguimos recopilando historias. Como aquel día en la sala Pumarejo de l'Hospitalet en su primera actuación postpandemia. Acabaron saltando los plomos por la cantidad de birra que había caído en los enchufes. "Petó", rememora a David. "Solo quedaba un tema por tocar. Lo hicimos a cappella, sin micro. Rollo fiesta de cumpleaños". Otra: en un festival de Murcia acabaron rodeados de seis o siete seguratas mientras les enseñaban sus vídeos para demostrarles que Nil formaba parte del grupo. Pero ellos lo entienden, no es personal. "En algunos de estos festis, donde tienen mucho trabajo, y quizás la situación se desborda, la gente se puede volver un poco loca. Son peña que están currando allí un montón de horas, que les deben pagar una miseria. Son los típicos festis que tienen menos gente trabajando de la que realmente necesitan y se les acumula y acaban saturados". La comprensión y el buen rollo por delante de todo. Además, también han tenido muy buenas experiencias con los seguratas. "Una vez tocamos en Madrid, en el Sotano," recuerda a David. "Fui a la entrada a pedirle a un segurata que me dejara el chaleco para actuar. Era un chaleco de estos antibalas. Me dijo que no. Pero cuándo empezamos y vio que le molaba lo que hacíamos, se lo sacó y nos lo dejó para acabar el concierto. Y ahora es el mejor amigo. Es el jefe de la empresa de seguridad y nos dijo que el próximo concierto que diéramos en Madrid, llevaría a 12 o 15 seguratas para que nos escortaran hasta el escenario. Está motivadísimo".

Diversión comarcal

La Élite es gente que es capaz de hacer amigos bajo las piedras. Por eso no es de extrañar que en su discografía encontremos una infinidad de colaboraciones de alto nivel. Desde las más recientes, la nicotínica 'Cardio y caladas' con Mujeres a la ya citada Gallery Session con Diego Ibañez de Carolina Durante, pasando por Rojuu, Nerve Agent, The Parrots, Ben Yart, Kiliki, Mainline Magic Orchestra o Hofe. "La mejor fue la de Diego", se posiciona Nil. "Lo amenazamos: 'O te subes o te subes'". Colaboraciones que explican que salen manera natural y siempre por afinidad. "No hace falta que hagan lo mismo que nosotros, pero sí que a nosotros nos mole lo que hacen, y que a ellos les mole lo que hacemos. De hecho, la mayoría de colaboraciones son con peña muy diferente a nosotros y aprendemos un montón. Eso es guay". Nil pone como ejemplo Hijo de puta, el tema que hicieron con Rojuu. "Él nos explicó la historia tras el cómic sobre el cual está basado su nuevo álbum (Los sueños de Nube). Nos dijo que necesitaba un tema rollo batalla, pero batalla Pokemon. Así salió un tema que de otra manera no hubiéramos hecho". Si se ponen a pensar las colaboraciones soñadas, apuntan a Amyl, la cantante de los australianos Amyl and the Sniffers y Viagra Boys. "También es encontrarlo", dice David. "Las lenguas pueden llegar a ser una barrera en algún caso, pero son barreras que tenemos que destruir". Y ya que sacan el tema, les pregunto si hay alguna canción en catalán en fábrica. Como todas sus respuestas, con medias mentiras y medias verdades, dicen que quizás sí... o que quizás no. Que quizás ya existe o que quizás depende de cómo salga una cosa secreta en la que están trabajando, pero de la cual no pueden explicar nada. O que si Puigdemont paga lo bastante bien, quizás se animan a hacerla.

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La Élte, locurillas desde Tàrrega a ritmo de synthpunk

Queremos hacer bastante dinero para comprar tierras y montar un centro comercial redneck en Tàrrega y un motocross con sus motillos. Locurillas

Sabiendo que ya están trabajando en su próximo disco, también poniendo en marcha su propio sello, que tienen varias colaboraciones entre manos y que el año que viene repetirán, si todo va bien, su gira de salas pequeñas, el Apretaditos Tour ("porque hay que apoyar a las salas pequeñas, que es de donde venimos y todo es más próximo con el público"); les pregunto si les queda alguna cosa por hacer. Nil ni lo piensa: "Ahora nos falta abrir un bar". David se apunta. "Es el gran sueño. Escaleras al cielo y directos al bar. Es nuestro lugar natural. Eso y ganar un poco de pasta. Estamos viviendo de eso, pero panoja real...". Nil se anima y va un poco más allá: "Hacer mucho dinero para comprar tierras y montar un centro comercial redneck en Tàrrega y un motocross con sus motillos. Locurillas". Habrá que esperar, pues, unos años más para saber si, cuando las modernas de Barcelona se aburran de la petanca, La Élite, aparte de los conciertos más enérgicos de nuestros festivales, también ofrecerán aventuras y diversión comarcal.